❄ 2 ❄

6.9K 914 543
                                    

🎁 Leif 🎁

Nunca creyó que mudarse fuera a ser una cosa tan difícil.Extenuante y estresante a niveles extremos, sobre todo cuanto tenía a una pequeña de dos años que necesitaba toda su atención. Pero aún con todo, Leif Cassel estaba feliz de haberse mudado a una ciudad tan linda como lo era White Hole en Colorado. Y ni siquiera la enorme cantidad de nieve había logrado hacerlo dudar de su decisión.

Se sentó en el sofá mientras sacaba todo, abriendo caja tras caja, listo para ordenar cada cosa en su lugar y hacer de aquel apartamento un hogar. Tatum estaba durmiendo  en el porta bebé justo a su lado, así que no debía preocuparse por ella. Tenía al menos un par de horas libres antes de que ella despertara y reclamara toda su atención.

Pasó la cuchilla sobre la cinta adhesiva sobre una de las cajas y sonrio cuando se topo con que eran sus libros. Había estado tan atareado empaquetando todo que ni siquiera le dio tiempo a colocarle una etiqueta a cada caja para saber que había en ellas. Extrajó uno de los libros, una copia de "Los miserables" de Victor Hugo.

Una de las principales razones por las que se había mudado era por la oportunidad de empleo que había surgido. Un puesto como profesor de literatura en la secundaria y preparatoria Chestertown. Amaba dar clases y amaba los libros, su meta era lograr que los jóvenes de hoy en día volvieran a interesarse por lo los clásicos literarios; por eso es que buscaba que su método de enseñanza fuera más dinámico haciendo que los estudiantes quisieran participar. No es que en su antiguo hogar no tuviera un trabajo agradable, porque lo hacía.

Pero el pequeño pueblo al oeste de Arizona era eso, muy pequeño. Era el tipo de lugar en donde todos conocían a todo y esa cosa de  "pueblo chico, infierno grande", podía volverse real fácilmente y era eso lo que Leif quería evitar. No le gustaba la idea de ser el centro del chismorreo y los comentarios mal intencionados y tampoco quería que Tatum creciera en un ambiente donde tuviera que ser señalada a medida que creciera. Había sido un buen lugar para vivir cuando su esposa, Ivy, aun vivía. Sin  ella ya no tenía ningún sentido quedarse allá.

Giró la vista hacía la bebé y sonrio con ternura. Su cabecita mostraba una sedosa cabellera rubia. Tenía las mejillas regordetas y sonrosadas, además de unos grandes y luminosos ojos ámbar, igual que su madre. En realidad Tatum no era su hija biológica e Ivy  no fue su esposa en toda regla. Estiró la mano y acarició una de sus mejillas.

- Eres tan hermosa- Le susurró.

Aun recordaba lo aterrada que Ivy había estado cuando se presentó en su apartamento, llorando para decirle que estaba embarazada. Había estado saliendo por unos cuantos meses con un tipo que a Leif nunca terminó de agradarle, pero ella parecía estar feliz así que prefirió no meterse más en el asunto. Sin embargo cuando el tipo se dio cuenta de que la chica estaba embarazada, se largó sin decir nada, para cuando ella se dio cuenta el muy bastardo debía estar a kilómetros de distancia. Fue una locura, Ivy estaba decidida a tener al bebé, pero estaba aterrada de lo que sus padres- extremadamente conservadores- dirían al respecto. Leif era un buen amigo y amaba a la chica, de haber sido hetero no hubiera dudado en haber caído enamorado de ella. Pero lamentablemente compartían el mismo gusto por los hombres.

Sin embargo no podía simplemente darle la espalda sabiendo que probablemente sus padres la echarían a la calle y sería ridiculizada por el resto del pueblo. Así que no se le ocurrió otra cosa más que proponerle que se casarán. El no estaba saliendo con nadie y tampoco es que pudiera hacerlo sin levantar un revuelo y ser atacado por todos los homófobos del pueblo. Y de cualquier manera todos sabían que ellos eran como uña y carne, por lo que no sería raro que de la noche a la mañana decidieran formalizar una relación.

Ivy se había negado al principio incapaz de atarlo a una relación que no lo beneficiaba en ningún sentido. Pero al final logró convencerla y un mes después estaban uniendo sus vidas frente al altar. Poco tiempo después el embarazo fue notorio y ya ninguno en el pueblo pudo decir nada en contra de Ivy. Si bien Leif no estaba  listo para ser padre, es más ni siquiera se había planteado la posibilidad, fue inmensamente feliz cuando pudo sostener a Tatum por primera vez. Era una cosita hermosa y tan absolutamente vulnerable que el corazón de Leif se había hinchado con orgullo, aun a sabiendas de que ese pequeño ser humano no compartía su ADN.

Querido Santa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora