Capítulo IV → Cortejo

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—¡Ya tengo la lista, Kakashi! —gritó el niño con felicidad. Corriendo por las grandes escaleras del lugar.

El hombre mayor suspiró de forma exagerada, según había pesando tener a Sasuke distraído el fin de semana, haciéndolo realizar una lista de posibles cosas que haría o diría, para conquistar a ese tal Naruto, lo haría cambiar de idea, incluso que se le olvidaría. Pero no, no ocurrió y verlo tan feliz era la terrible respuesta.

—¿Y qué pusiste en ella, Sasuke? —preguntó, mostrando interés  hacía el niño, mientras tomaba un vaso de agua, después de su extensa ronda por los alrededores.

Con suma alegría, el niño comenzó a relatar su lista. Había una mención de comprar dulces, porque todos amaban los dulces —lo había escuchado de Itachi por ahí—, también había una anotación de comprar ropa, si era posible que fuera hecha de tela sumamente exquisita —aunque Sasuke no supiera que significaba eso—, paseos en carruaje, cenas a la luz de la Luna, obsequios y flores. Kakashi alzó una ceja, según la lista, estaba lo que se consideraría preciso, para un cortejo de la realeza, con las exactas peticiones que los nobles habían pedido para que se llevarán a acabo.

Y aunque personalmente a él no le gustarán, debía velar por el bien emocional del pequeño príncipe.

—¿Y? ¿Está bien Kakashi? —preguntó esperanzado. Mirando con ojos expectantes al hombre. Olvidando por un instante que las empleadas más antiguas del lugar, se detuvieron sorprendidas.

Él hombre buscó algo de ayuda, en las señoras, quienes también algo apenadas y confundidas no pudieron hacer más, que correr a preparar la comida. Suspiró, solo podía ayudarlo de la forma que él sabía hacerlo. Total, no es como si esto fuera demasiado en serio, todavía ni siquiera sabía quién era Naruto.

—Podemos cambiar algunas cosas. —señaló, puso sus manos en sus rodillas, inclinándose un poco, para estar a la altura del príncipe. — ¿Sabes qué cosas que le gustan a Naruto?

Sasuke movió sus ojos un poco, notando ante la pregunta. Que realmente no conocía demasiado del niño, solo que le hacía acelerar el pechito y sonreír como un tonto.

—No. —admitió cerrando los ojos, totalmente derrotado.

Kakashi se cruzó de brazos, negando. Esto ya tenía aires de salir mal, si estaba comenzó así. De pronto una idea lo iluminó, quizás porque sería agradable también para él. Sonriendo tras la máscara, tocó el pequeño hombro de Sasuke.

—Irémos al pueblo.

El niño no pudo decir ninguna palabra, antes de verse envuelto en una capa con gorra, de color negra. Entendiendo al instante que se trataba de una misión de infiltración, inflo las mejillas, poniendo una expresión de seriedad. Junto al hombre joven. Cuando salieron por la puerta del castillo todos los guardias miraron sorprendidos al príncipe que iba escondiéndose detrás de Kakashi. Negaron, ni siquiera imaginando del todo que tramaban esos dos. Porque era bien sabido, cuántos caprichos podía cumplir el otro, al cuidado del niño.

Los aldeanos no hicieron ninguna pregunta a los extraños sujetos que andaban con tanto misterio. Pensando que quizás se trataba de alguien venido de otras tierras, y que estaba de paso. Kakashi, podía conocer el lugar, pero no sabía dónde podría frecuentar el niño que se había ganado el interés de su pequeño compañero. La manito de Sasuke se aferró a la tela de atrás de Kakashi, mientras miraba con asombro una tiendita de miles de verduras, más allá algunos perros corriendo. Siempre que salía del castillo se encontraba con algo nuevo.

—Esto va a ser más difícil, de lo que imaginé. —susurró el hombre. — Nos dividiremos, y luego nos volveremos a juntar aquí. Cuenta hasta cuarenta, cuando llegues a ese número debes volver y yo te estaré esperando. Así, veremos si alguno vio a Naruto. ¿Rubio, ojos azules y con marcas? —preguntó lo último, el niño asintió.

Quiero ya ser rey.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora