Sasuke estaba que no se la creía. Justo esa tarde volverían a casa su madre y hermano, y Naruto había aceptado su invitación. Estuvo toda la clase sonriendo, respondiendo preguntas que se hacían, mirando de lado hacía el rubio, porque tenía que ver qué también era un niño inteligente. No un cabeza hueca como lo había oído murmurar días atrás.
El buen humor del príncipe había llamado la atención de los demás niños, quienes lo veían responder amigablemente a preguntas de la realeza, que las niñas hacían. Su actitud era extraña, particularmente porque estaba escuchando al resto, y no siguiendo a Naruto. Porque sí, todos en la clase sabían que el rubio había llamado la atención del joven monarca.
—No puedo creer que irás a comer con el príncipe. —dijo Chouji. Era tiempo libre, sentados en la lejanía, mientras Naruto se daba impulso en el columpio sus amigos le acompañaban. — Debe ser genial que alguien así te pague la comida. —añadió feliz.
—De todos modos, no nos olvides Naruto. —habló Shikamaru, tendido en el paso, mirando las nubes.
—¿Cómo podría olvidarlos? ¡Son mis mejores amigos en todo el mundo! ¡De verás! —apenas dejo de hablar, los tres rieron en sincronía.
Había sido extraño, la llegada del príncipe al lugar de estudios de ellos. Casi inesperada, aunque también no les importaba demasiado. Eran corteses, pero habían aprendido que sus vidas no giraban entorno a la realeza. Sin embargo, fue claro el repentino interés que el príncipe Sasuke —cuya presencia nunca vio Naruto antes y por ello no sabía cómo lucía el primer día—, tenía por el niño rubio. Al principio pensaron que podría ser el hecho de que Naruto era muy ruidoso, llamaba la atención y siempre estaba dispuesto a ayudar a todos. Excepto a Sasuke, quizás eso lo hacía más intrigante para el otro niño.
Shikamaru y Chouji, habían sido los únicos en acercarse al rubio hacía algún tiempo atrás. Porque la gente solía decir que nada se podría esperar de un niño que actualmente llamaba padre, a quien no era nada ni siquiera familiar de sangre. Solían ver ese afecto mal. Afecto que los señores Naara y Akimichi, se encargaron de enseñarle a sus hijos. En el mundo existían, y seguirían habiendo familias de todo tiempo, a veces dos madres, a veces solo una, quizás dos padres, incluso uno solo. Y también hijos que no eran parte de ellos, porque lo importante era el lazo que los envolvía.
Quizás por eso Naruto era fanático de los lazos, porque aunque sus padres no parecieran haber existido, porque no tenía ni siquiera una pintura de ellos, sabía que los lazos los unían, tal como lo hacían con Iruka. Cómo con sus amigos, y como creía que se formaban las lindas relaciones. Pese a eso, Naruto aún era rancio a ciertos temas, porque a veces no solía alcanzar el tiempo para hablar con Iruka. Acabando así sin hacer preguntas por miedo.
—¡Chicos! —el fuerte gritó de un niño los distrajo de su ritual de diminuta calma. — ¿Quieren jugar a solados y prisioneros?
Naruto saltó con emoción del columpio, asistiendo. Shikamaru suspiró sonriendo, había creído que era momento de correr un poco. Así mismo empezaron algunos a esconderse, sobre todo aquellos que hacían el papel de prisioneros. El pequeño rubio, pensó en hacer un poquito de trampa, al correr hacia la sala y fingir dolencia para que Iruka lo escondiera, sin saber que lo hacía. Pero Sasuke estaba mirando.
Movió sus manitos algo desesperado, por ser visto, entonces corrió tras Ino, una niña rubia que solía hacer conversación con sus amigos. La niña mantenía el cabello más corto que Sakura, y solía siempre estar cerca de ella. Incluso solía llevar siempre una ropa bastante menos elegante que el resto de las niñas de la clase, o la aldea. Quizás porque los señores Yamanaka no tenían incoveniente con lo que su hija elegiría al futuro, pese a que muchas veces la niña pensará que deshonraba a la familia, Naruto no conocía muy bien el significado de esa palabra. Pero sabía que en cursos mayores, muchos niños fueron expulsados de casa por eso.
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Quiero ya ser rey.
FanfictionSasuke esta listo para ser rey. No importa que sea el segundo sucesor, ni que tenga ocho años. Nada de eso importa, porque ha encontrado a su "reina" y desea cortejarla.