Capítulo 15 - El Concilio

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Eran las 00:32am.

Los pasillos y las escaleras de la mansión se hallaban totalmente vacíos, a diferencia de las horas matutinas, esta vez la mansión lucía como un lugar desolado. Por aquella hora solo se encontraban caminando, ocho o nueves personas.

Una de ellas, era Andrómeda Bressler.

Se encontraba caminado rápidamente para llegar a su habitación. Era más que claro, que iba a llegar muy tarde a su dormitorio y, probablemente, sería sometida a un severo interrogatorio por parte de Magdalena. Sin embargo, el motivo de su tardanza no fue debido a ella misma, sino a la reunión que había sostenido con el director de Avkrana. Aquella reunión le había cambiado por completo la vida a Andrómeda. Su amado abuelo, el cual todos pensaban que estaba muerto, se encontraba vivo y era el director.

Sin embargo, a pesar de los planes, que tenía definidos, el itinerario de Andrómeda se vio severamente afectado aquel día. Mientras caminaba a su habitación Andrómeda no dejaba de pensar en Gabriel y en lo poco aclarativa que fue con él. Se estaba imaginando como hubiese resultado aquella velada con él. Tal vez, eran personas idénticas y hubiesen hecho química enseguida, o tal vez, era personas opuestas, que poco a poco iban a ir aprendiendo el uno del otro, hasta llegar a compactarse. Mientras más pensaba en Gabriel, Andrómeda se sentía muy culpable de haber dejado pasar aquella oportunidad, realmente quería un momento a solas con él y, mientras meditaba en todo esto, lo echaba de menos cada vez más. Pero lo que le daba una ligera esperanza a Andrómeda era lo que le había dicho, estaría en Alejandría al día siguiente, es decir dentro de unas horas. Al pensar en esto en el rostro de Andrómeda se dibujó una gran sonrisa, esta vez no fallaría.

Cuando Andrómeda flanqueó las últimas dos esquinas de los pasillos que conducían a la sala principal y, se introdujo en el largo pasillo, que conducía a su dormitorio, pensó en algo en alguien muy importante, en Magdalena.

Andrómeda sabía que Magdalena había pautado quedar con Lucas para estar juntos en las actividades del fin de semana. Esto le alegraba profundamente a Andrómeda, porque ambos se querían, pero cada uno era muy paciente con los sentimientos del otro, en especial Lucas. Posiblemente Magdalena no lo había notado pero la mitad del tiempo, Lucas solo la miraba intentando encontrar sus ojos y, cuando esto pasaba, se las arreglaba para regalarle una hermosa sonrisa. Y aunque de seguro, Magdalena y Lucas disfrutaron de la compañía del otro, lo más probable, es que en algún momento de la tarde, Magdalena se preguntara por Andrómeda. Ya que Magdalena pensaba que Andrómeda estaba con Gabriel, seguramente no quiso interrumpir, buscándola o llamándola a su teléfono celular. Pero Magdalena y Andrómeda tenían una característica importante en su relación, ambas se preocupaban en demasía por la otra. Así que, muy probablemente mientras Andrómeda se dirigía a su dormitorio, Magdalena debía estar muy preocupada por su prima.

A unos pocos pasos de la puerta de su dormitorio, Andrómeda se detuvo a pensar en algo. Sí Magdalena estaba despierta, que era lo más probable, comenzaría hacerle muchas preguntas, así que Andrómeda debía pensar en lo que diría. Aunque no le mentiría a su prima, debía cumplir la promesa que le había hecho a su abuelo. Después de meditar unos segundos en lo que diría, abrió la puerta de la habitación lentamente.

-Hola prima –Dijo Magdalena, pero por el tono y la palabra que usó, Andrómeda supo que Magdalena estaba muy enojada. Generalmente, nunca hacían referencia a su vinculación familiar, porque ellas consideraban que eran hermanas.

-Hola Magdalena, disculpa el retraso, de verdad no fue mi intención... –Andrómeda miró directamente a su prima. Magdalena llevaba un pijama azul y tenía los brazos cruzados a la altura de su pecho. Pero su rostro es lo que verdaderamente resaltaba, albergaba una expresión de enojo.

AndrómedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora