Capitulo 5

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Cuando me dirijo a la mesa en la que solemos comer, veo que Haven y Miles ya están allí. Y cuando descubro que Damen está sentado con ellos, me entran ganas de salir corriendo en dirección opuesta.

—Puedes sentarte con nosotros, pero solo si prometes no mirar fijamente al chico nuevo —bromea Miles—. Es de muy mala educación quedarse mirando a la gente, ¿nunca te lo había dicho nadie? Pongo los ojos en blanco y me siento junto a él en el banco, decidida a demostrarle lo poco que me impresiona la presencia de Damen.

—Me crié con lobos, ¿qué quieres que haga? —Me encojo de hombros mientras me peleo con el cierre de la fiambrera.

—Yo me crié con una drag queen y una novelista romántica —dice Miles, que se inclina hacia delante para robar unas gominolas de la parte superior de la magdalena pre-Halloween de Haven.

—Lo siento, cielo, pero eso no te ha ocurrido a ti, sino a Chandler, el de Friends. —Haven se echa a reír—. Yo, sin embargo, me crié entre brujas. Era una hermosa princesa vampiro a la que todos amaban, mimaban y admiraban. Vivía en un lujoso castillo gótico, y la verdad es que no tengo ni la menor idea de cómo he acabado en esta espantosa mesa de fibra de vidrio con unos fracasados como vosotros. —Hace un gesto con la cabeza para señalar a Damen—. ¿Y tú?

El chico da un trago de su bebida, una especie de líquido rojo iridiscente que lleva en una botella de cristal, y luego nos mira a los tres.

—He vivido en Italia, Francia, Inglaterra, España, Bélgica, Nueva York, Nueva Orleans, Oregón, la India, Nuevo México, Egipto, y en algún que otro país más —dice esbozando una sonrisa.

—Parece que hay alguien por aquí cuya familia está relacionada con el ejército... —bromea Haven, que coge una de las gominolas de la magdalena y se la arroja a Miles.

— ¿Has vivido en Oregón? —dice Miles, que se pone la gominola encima de la lengua antes de tragársela con un trago de Vitamine Water, su bebida reconstituyente.

—En Portland. —Damen asiente.

—Nuestra amiga Ever, aquí presente, vivía en Oregón —añade, lo que provoca que Haven lo fulmine con la mirada. A pesar de la enorme metedura de pata que cometí antes, mi amiga me considera el mayor obstáculo entre ella y su verdadero amor, y parece molesta siempre que la atención se concentra en mí.

Damen sonríe y me mira a los ojos.

— ¿Dónde?

—En Eugene —murmuro. Trato de concentrarme en mi sandwich y no en él, porque, al igual que ocurrió en la clase, cada vez que habla lo único que oigo es el sonido de su voz.

Y cada vez que nuestras miradas se cruzan me siento acalorada.

Y cuando su pie choca contra el mío, siento un estremecimiento que recorre todo mi cuerpo.

Y todo esto empieza a asustarme de verdad.

— ¿Cómo has acabado aquí? —Se inclina hacia mí, momento que Haven aprovecha para acercarse aún más a él.

Yo clavo la mirada en la mesa y aprieto los labios, como siempre que me pongo nerviosa. No quiero hablar sobre mi antigua vida. No le encuentro sentido a volver a relatar todos los detalles escabrosos. A tener que explicar que, aunque yo lograra sobrevivir, fue culpa mía que toda mi familia muriera. Así que al final me limito a arrancarle la corteza al pan del sandwich y le digo:

—Es una larga historia.

Puedo sentir la mirada de Damen: intensa, cálida e incitante, y me pongo tan nerviosa que empiezan a sudarme las palmas de las manos y se me resbala la botella de agua de entre los dedos. Cae tan rápido que no puedo atraparla, solo esperar las salpicaduras.

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