Narador
Wade hizo un ademan de mano, en señal de despedida, para luego marcharse por la puerta principal del departamento.
Era un lunes a las 8 de la mañana, el sol se postraba brillante, alegre, como si quisiese que todo mal se alejase de las personas para que estas pudieran vivir su día a pleno.
Y a veces la magia del reluciente sol, sacaba el lado más lujurioso de las personas.
—Hmmm...— Retumbaba en las cuatro paredes de aquella habitaciones, gemidos de dolor combinados con placer.
—Tanto tiempo... mi Bubba...— Decía un azabache de ojos oscuros, forzando a un beso apasionado a aquel chico de extraño color rosa en su pelo.
—Pueden...escucharnos...¡Ah!— Murmuró el menor, dejando escapar un gemido, porque al parecer a su novio se le ocurrió dejar sus labios para repartir pequeños besos en su cuello.
—¿Quienes? ¿los microorganismos? — Marshall dejó sus besos unos segundos para levantar su mirada y encontrarse con los ojos de su amado, ojos con sus pupilas tan dilatadas que le hacían saber, cuanto le deseaba.
—Que chistoso... — Bromeó el menor mientras apretaba las sabanas con sus puños, pues el azabache ahora se decidió por atacar sus ya duros pezones.
Succionaba, lamia y mordía cada centímetro de sagrada piel de Gumball sacándole pequeños suspiros y gemidos que volvían loco al pelinegro.
Fue bajando sus besos ahora por su abdomen, hasta llegar a sus caderas.
Marshall podía sentir la dura erección de Gumball en su pecho, el azabache sonrió para sus adentros.
Tomó entre sus dientes la tira del bóxer del pelirosa, y de un momento a otro, Gumball estaba completamente desnudo mientras que Marshall tenía solo puesta una camisa, y eso molestaba al pelirosa. Marshall noto el nerviosismo en el rostro de su novio, por lo que se sacó lentamente la camisa haciendo sufrir al menor.
Para la vista de Gumball, Marshall era un dios griego. Y se sentía realmente afortunado de tenerlo a su lado.
Marshall tomó en sus manos el miembro de su novio, acariciando la punta de este.
Empezó con movimientos suaves, de arriba hacia abajo.
Gumball no daba para más , era demasiada la excitación que tenía en su cuerpo.
Marshall le paso un lengüetazo desde el inicio hasta abajo a la hombría de Gumball, para luego succionarlo completamente en su boca .
El pelirosa agarro con su mano libre el cabello de Marshall, para que no se separase de su trabajo. De todos modos, Marshall no pensaba hacerlo.
Gumball se estaba por venir, y Marshall lo sabía. Por lo que con su pulgar apretó la punta del miembro del pelirosa, habitando el orgasmo.
—Mar...Marshall...— Gumball quería decirle a su novio que por favor saque su mano, pero le daba demasiada vergüenza.
—¿Si, Gumball? ¿Qué es lo que quieres?— Una sonrisa maliciosa apareció en los labios del azabache. Quería que su amado le rogara, le suplicara, le implorara...
Gumball no vio escapatoria.— ¡De-déjame correrme!— Dicho esto, Marshall soltó rápidamente su pulgar dejando salir los fluidos pre-seminales del pelirosa.
Gumball estaba por decir algo, hasta que un molesto sonido lo interrumpió.
Marshall maldijo en voz baja, mientras se ponía unos calzoncillos y una bata que encontró por ahí.
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Una historia más.
FantasyPodrán tener sus momentos, sus besos, sus caricias, sus noches de pasión, sus peleas, sus enfrentamientos, sus amigos, sus enemigos, pero, sin embargo, no deja de ser una historia más...¿o tal vez no? *** [Historia en edición constante] [No se preo...