Capitulo 4.

5.3K 405 67
                                    

Gumball

—¿Por qué me traen más problemas?

—Yo...yo no..no quise...fue e-el qu-quien me...me dijo.— Dijo Marshall 2 señalando con el índice a Marshall 1.

—¿Y si te dice que te tires de un puente, lo haces?

—No estaría mal...— Acotó Marshall 1

Esto es irónico.

—Dios, dame paciencia.

Toc Toc

—¿Quién es?— Pregunté, acercándome a la puerta.

—¡Gumball, soy yo, Fionna!— ¡Fionna, mi querida Fionna! tal vez me pueda ayudar.

—¡Ya voy!—. Posé ni mano sobre la manija lustrada, y ni bien abrí la puerta de madera, ma rubia se abalanzó sobre mi en un abrazo.

—Fionna...levántate, por favor.— La sujeté de los hombros e intente separarla, me estaba asfixiando...

—Oh si, perdón.— Se levantó y sacudió su azulada falda.— Pasé para ver cómo estabas y...— Quedó muda de repente, levanté mi vista para ver el motivo y...ya lo suponía. Había visto a los dos Marshall.

La rubia tocó su frente, como comprobando su temperatura, y cayó rendida al suelo.

¿¡Se había desmayado!?

—¡Fionna! ¡despierta!— Me acerqué a ella y la agarré de la cabeza apoyándola en mis piernas, se acercó Cake, que hasta ahora no la había visto, y se chupó la... ¿cola? si, y se la restregó por los oídos, acto seguido despertó sobresaltada.

—PRINCIPE FLAM...— Se calló al darse cuenta donde se encontraba.

—Fionna, Cake, necesito su ayuda.— Dije apuntando a los Marshalls.

—Antes necesito una explicación.— Dijo Fionna, cruzándose de brazos.

—Un accidente con unos liquiditos, nada grave.— Fionna enarcó una ceja.

—Hmm, no se que quieres de mi, tú eres el genio aquí.- Dijo tocándome con un dedo el pecho y mirándome seductoramente.

—Oye, deja a mi chico.— Dijo Marshall 1 acercándose a mí, seguido de Marshall 2.

—Gumball...— Dijo Fionna acechándome con la mirada, Cake seguía media atontada.

—¿Después te lo explico, okey?— Dije levantando a Fionna.— Y tu, Marshall, mantén los celos.— Acoté.

—¡NO ESTOY CELOSO!

Uff...

—¿Qué necesitas Gumball?— Dijo por fin Cake.

—Necesito arreglar este problema.— Hice seña con mi cabeza.— Y necesito que me lleven al reino helado, la reina Helada tiene lo que necesito...

—¿Como sabes que ella lo tiene?— Preguntó curiosa Fionna.

—De todas las veces en las que me ha capturado no me he quedado mirando sus labios.— Me da una arcada de sólo pensarlo.

—Esta bien...déjame ir a casa por mis cosas y partimos.

—Gracias chicas.

(...)

Logré -no se como- que Marshall 1 y Marshall 2 se mantuvieran juntos durante el trayecto al reino helado, iba delante Fionna con su espada de diamante, a su lado Cake, atrás yo y a mis lados los Marshalls.

Fue un viaje no tan largo pero tampoco tan corto. Cuando ya empezaba a enfriarse el ambiente, Marshall 2 se sacó su camisa roja a cuadros y me la tendió. Marshall 1 lo miraba con odio.

Ya estábamos llegando, se podía ver al frente el gran castillo de la Reina helada, en el exterior todo cubierto de nieve jugaban los pingüinos súbditos de la Reina Helada.

Al mando de Fionna entramos al castillo, ahora el que estaba delante era yo, silenciosamente recorrimos los grandes pasillos del reino, bien adornado, lleno de cuadros de príncipes y reyes. Subimos una gran escalera que parecía interminable. Ya en el segundo piso cruzamos otro gran pasillo donde en todos los cuadros había fotos de mi, si, de mi.

Acá es donde me detengo y observo las fotos; yo bañándome -sólo se veía mi sombra por la cortina-, otras comiendo, y en otra era yo besando a Marshall, pero la muy pilla de la reina pegó una foto de su cara en la de Marshall. Desagradable.

Seguía contemplando las fotos cuando una mano, más bien una pata, me despertó.

—Guuuumbaaaaall, llamando a tierra.— Dijo Cake sacudiendo su pata delante mío.

—Ya, ya, perdón...

Y seguimos nuestro recorrido de puntitas, uno atrás de otro.

Llegamos hasta el final del pasillo, donde se encontraba una gran puerta de madera con pedazos de hielo a los costados.

Con la fuerza de todos logramos abrir la puerta, después de visualizar bien el lugar me fui directamente a los estantes llenos de cristales con líquidos colorinches.

Fui leyendo cada uno de los cristales, cuando vi uno que decía "Para enamorar al Principe Gumball" No lo pensé dos veces y lo tiré por la ventana.

Tardé unos minutos, pero lo encontré.

Lo separé en dos vasos y le agregue otra sustancia química que llevaba encima.

—Tomen, bebanse esto.— Y les tendí los vasos a los Marshalls. De un sorbo se lo tomaron, y no tardó mucho en que sucediera lo mismo cuando el Marshall original se bebió la poción.

Un Marshall, uno sólo.

—Mar-marshall ¿estás bien?

—Eso creo...

De la nada, la puerta que comunicaba el pasillo del castillo con el laboratorio se abrió de un golpe, una sombra gigante se divisaba en la puerta, una corriente eléctrica me envuelve el cuerpo.

Esto no me gusta nada...

***

Espero con toda mi alma que les guste (●'∀`●)

xoxo.

Una historia más.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora