V. Lucha

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—Me estoy empezando a cansar de tener que esperarte como un perro fiel, Ben— gruño. Ya es la sexta vez que tengo que quedarme afuera.

—No es mi culpa que vuelvas antes que yo— dice él encogiéndose de hombros: —Ya te dije que me recordaras que tenía que hacer una copia de la llave—

—¡Se me olvidó!— ¿Por qué se supone que tengo que acordarme de lo que él se tiene que acordar?

—¡A mí también!—

—Ponte una alarma en el teléfono o algo así, no soy tu secretario—

—Pues ya podías, te dejo quedarte aquí, te hago de comer, te presto mi ropa y te dejo quedarte a tu gata— se estira: — Estaría bien que me hicieras la comida, o algo así, no es tan complicado—

—Puedo intentarlo, pero no te garantizo que salga bien a la primera—

—Nunca te exigí que lo hicieras bien a la primera. Pero que menos que un huevo frito— deja las botas tiradas de cualquier manera: —Tendrás que aprender a sobrevivir por tu cuenta, para cuando te independices—

—Ja, no envejeceré, voy a ser un niñato de instituto por los siglos de los siglos—

—Ah, no señor.— Se vuelve hacia mí con gesto de divo ofendido: —Tú vas a recuperar tu Quintaesencia, o alma o Espíritu Santo o lo que quieras y vas a volver a tu vida normal, no vas a estar aquí de okupa para siempre. Ni lo sueñes—

—¿Y si nunca lo logro?—

—Entonces te conviertes en un guerrero de la noche y vas por ahí a vengar agravios o lo que sea. Si quieres, te dejo que me alquiles una habitación como base de operaciones, pero de gratis no, jovencito—

—¿Te vale que te haga la cena y te ordene la casa cuando no esté patrullando las calles en busca de justicia?—

—Supongo que es una buena propuesta— suspira: —Hoy también salgo—

—¿Con Luna?—

—No, con un chaval de mi clase, tengo que hacer un proyecto— se saca un llavero en forma del escudo de la casa de los Targaryen con unas cuantas llaves y me lo tiende: —Supongo que te tocará abrirme la puerta— se quita una cadena del cuello. De ella cuelga un disco de metal del diámetro de una moneda de dos euros con una pequeña piedra de color granate oscuro. Un acumulador: —No creo que lo necesite, y tú a lo mejor sí; lo siento en el aire. Mañana intentaré enseñarte a hacer uno de estos. Son útiles—

Los acumuladores son objetos físicos que se utilizan para "acumular" (como no) energía. Recogen la energía que generas y no usas para cargarse, entonces la piedra se pone roja (o azul, o verde, pero la roja es la más segura). Cuando necesitas esa energía, la libera; de golpe (pongamos "ataque especial") o poco a poco (Llevas media hora corriendo). Cuando se gasta, la piedra se queda negra y tienes que esperar hasta que se recarga. Otra cosa que no sabía que existía hasta hace nada.

¿Por qué tiene que enseñarme él cosas que ya tenía que saber? Mi madre sabía que yo podía hacer flotar cosas, que podía materializarme de un charco de sombra; también sabía que eso era cosa de mi padre, el que desapareció misteriosamente cuando yo aún era demasiado pequeño para acordarme. ¿Por qué nunca intentó enseñarme nada?

Quiero decir, ella sabía cosas, no usaba sus poderes, o no los tenía o lo que fuera, pero podía enseñarme. Me enseñó a usarlos lo justo para mantenerlos bajo relativo control.

Son demasiadas incógnitas. Una sucesiva serie de "Por Qués" sin responder.
Y la duda me come por dentro.

He vuelto a mi casa tres veces a demás de la recogí a Perla. Parece que mi mente maltratada halla algún tipo de placer masoquista en revivir cada instante de su vida pasada en aquel pequeño apartamento.
Por alguna razón, algo me atrae allí una y otra vez. A tirarme en el sofá o vagar por las habitaciones oscuras lamentándome por todo lo que he perdido.

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