VII. Un gato en una caja

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—Tenemos... un problema—

Parpadeo.
¿Qué hora es?¿Las seis de la mañana?
Yo no tengo que ir a clase, Ben.
Y es Sábado, ninguno tenemos que ir a clase.
¿Por qué me despiertas?

—¿...qué?— Consigo decir, aún medio dormido.

—Un problema de los grandes— Ben está un poco pálido y tiene la expresión desencajada.

—¿Qué pasa?— Parpadeo con esfuerzo, intentando encontrar el interruptor de la luz.

Sus ojos recorren el espacio de pared que queda detrás de mí, de un lado a otro, como si intentara leer ecuaciones invisibles que le dieran la solución que busca.

—¿Ben?—

Me hace un gesto con las manos para indicarme que espere, mientras murmura para sí mismo. Suspiro y me apoyo en la pared, aguardando a que termine que ordenar sus ideas.

—Vale— dice por fin: —Esto probablemente sea lo más confuso que ha pasado hasta ahora— no estamos muy de acuerdo, si quieres apostar...: —A ver cómo te digo esto— se rasca el cuello con nerviosismo: —Uff. No existes, nunca exististe—

—¿Qué?— perdona, que yo recuerde, existí hasta hace un par de meses.

—Mira, esta mañana me llamó mi madre... no sé, su comportamiento era muy diferente al habitual y cuando le pregunté qué tal se encontraba, ya sabes, al fin y al cabo era su hermana... no sabía de que le estaba hablando— se deja caer sentado en el colchón.

—Pero... ¿Y mi mamá entonces?— a lo mejor pierdo la apuesta.

—Ian, según ella, tu mamá murió hace dieciocho años—

—Pero... ¡Pero yo tengo quince!— catorce si solo cuentas mi vida antes de morir y regresar como indestructible.

—Ya lo se, no tiene sentido—

—No se puede viajar en el tiempo ¿no?—

—No hasta donde yo se... pero puede que... no se, no se—

Suspiro e intento tranquilizarme y ordenar el torrente de pensamientos que inunda mi mente:

—Vale, supongamos que puedan viajar en el tiempo, pueden pasar dos cosas; todos aquí hemos visto Regreso al Futuro, El Efecto Mariposa, Terminator... ¿no?—

—La última de Terminator es muy mala— concordamos en eso: —Regreso al Futuro fue mi obsesión cuando estaba en primaria. Realmente pensaba que en el quince los coches iban a volar—

—Ok, vale. El caso, si alteras algo en el pasado ¿modificas radicalmente el presente? Si es así ¿Provocas una paradoja?— todos conocemos la paradoja del abuelo, creo. Pero por si acaso: vas al pasado, matas a tu abuelo cuando aun es pequeño, por tanto tu padre/madre no nace, por tanto tú nunca exististe, por tanto nunca fuiste a matar a tu abuelo, y vuelta a empezar: —¿O simplemente creas una línea temporal alternativa?— en la que ni tu padre/madre ni tú exististeis jamás.

—Bueno, siempre vemos la opción de la línea alternativa...— se corta a media frase y abre los ojos desmesuradamente. Se levanta y me agarra de la camiseta: —¿Qué sabes de Física Cuántica? Mecánica para ser más concretos—

—Uhh... ¿Qué hay un gato... en una caja?—

—¡Sí!— exclama, dando un puñetazo en el aire: —Bueno no, si pero no, a la vez— levanto una ceja: —Es... ¡Es justo eso!—

—Lo siento pero me he perdido—

—Ok, ok, ven— me arrastra del brazo antes de que me de tiempo a plantearme levantarme.


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