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Me rehuse. Con todas mis fuerzas traté de impedir cualquier estúpido impulsó de él por meterme a ese maldito y enorme baño.

Pero desgraciadamente tenía el triple si no es que el cuádruple de fuerza que yo.

Me suelta de la cintura tan bruscamente que mis piernas fallan callendo en el suelo.

Mi cabello se estampa tanto en mi cara que incluso algunos mechones rebeldes se me meten a la boca. Los apartó rápidamente.

Este baño perfectamente podría ser un spa de lo enorme y lujoso que es.

Levantó la cabeza.

El me da miedo.

Sus ojos azules me miran perversos. De por si ya él estar a solas con un hombre mucho mayor que yo me da miedo y ahora esto.

Se me queda viendo serio por unos segundos, hasta que sus labios se van elevando de a poco hasta dejar ver una pequeña y, para mí gusto, muy perversa sonrisa.

Deja de mirarme para tomar una toalla que esta colgada en uno de los estantes.

Me la tira de improvisto. Esta cae en mi regazo.

—Desvistete —esas simples palabras me dejan fría.

Entreabro mi boca tratando de decir algo, pero solo salen balbuceos.

—¿Estas sorda? —ladea la cabeza y se agacha, yo trató de escabullirme pero sus enormes y fuertes manos no tardan mucho en retenerme —dije que te des-vis-tas —finaliza deletreando.

—¡¡¿Acaso a enloquecido?!! —alzó la voz mientras mis brazos hacen lo posible por zafarse de su agarré.

Me da una sonrisa amenazante —lo último que quiero es una charla larga contigo. Pareces una chica inteligente —su mano me levanta de golpe —te ves lista, tu padre, ese Frank, también es un tipo inteligente. Vendió a su hija ¡y valla! No por cualquier centavo... nada más ni mada menos que por poder tener las acciones de su empresa y toda su fortuna nuevamente en sus manos. —su mano libre acarició mi mejilla. Moví levamente mi cabeza para que dejará de tocarme —ahora quiero que no me hagas perder la paciencia.

Tragué saliva. Hago un esfuerzo inhumano por no agachar la cabeza y mantenerle la mirada a ese hombre, es difícil hacerlo pero igualmente lo logró.

—No le creó. Mi padre seria incapaz. Todo lo que dice es basura.

El se ríe —como digas, tu solo Desvistete muñeca.

—No —hago lo imposible por alejarme.

—¡Ya estoy cansado! ¡maldición! —su mano se posiciona atras de sus pantalones y saca un arma. No me apunta, pero tan solo verla es atemorizante.

—¿Que hace? Esta loco —le gritó.

—No quiero hacer esto más largo muñeca —abro los ojos. Esto es una pesadilla. Esto tiene que ser una pesadilla —te he dicho que te desvistas... —me amenaza.

Aprieta mi mano. Agachó la cabeza.

Mi mano libre tiembla cuando tocó el dobladillo de mi sudadera, mientras sus penetrantes ojos no apartan ni un momento cada uno de mis movimientos.

Guarda el arma.

—Bájate la sudadera —me ordena al ver como mis manos no son capaces de deslizarla.

Tiemblo, pero de igual manera y con dificultad la bajó.

Sus ojos me miran detenidamente. Sonríe pero se detiene en un lugar específico, su mano me apunta —¿y esto? —se refiere a mi camisa —quitatela.

Juguete Del MillonarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora