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Ya hace unos minutos había salido de mí. Estaba de espaldas mirando por la ventana y yo había aprovechado para ponerme mi ropa interior. Por más que trataba de decir algo mis labios se mantenía cerrados. Estaba aterrada.

Mis uñas se aferraban con fuerza al colchón. Suspire varias veces, no sabía porque desde ya hace unos minutos tenía su vista tan fija en la ventana y agache la cabeza hasta fijarme solo en mis pies sobre el frío piso.

Tenía esa maldita frase pegada en mi cabeza.

¿Quién te lo hizo mejor hoy Kein o yo?. ¿Quién te lo hizo mejor hoy Kein o yo?. ¿Quién te lo hizo mejor hoy Kein o yo?. ¿Quién te lo hizo mejor hoy Kein o yo?. ¿Quién te lo hizo mejor hoy Kein o yo?. ¿Quién te lo hizo mejor hoy Kein o yo?

¡Maldita sea! ¿como es pude ser tan estúpida?

Se giró y recargo su espalda contra al ventana con sus brazos cruzados.

—¿Porque? —me quedé quieta y congelada. El tenía puesto solo su pantalón y se pecho estaba descubierto.

Mis manos pasaron desesperadas por mi cabello chocolate.

—Te estoy haciendo una pregunta —la sensación de hace unos minutos desgraciadamente aún seguía entre mis piernas, así que las apreté con fuerza. No era dolor, pero si algo extrañó.

Levanté la cabeza y lo miré a los ojos.

—¿Porqué qué? —el dejo de tener lo brazos cruzados y esta vez, más bien, apretó los puños con fuerza.

—¡No te hagas la idiota! —gritó y yo me sobresalté.

—Es que... —comencé pero no supe como continuar, mire a todos lados como si alguien nos estuviera escuchando o vigilando e hiperventile —es que no se de que hablas.

Dio pasos rápidos hasta estar parado frente a mí —¡¿COMO QUE NO SABES?! —se calló, parecía querer guardar la poca compostura que le quedaba —LO VI TODO SELENA, NO LO NIEGUES PORQUE ME HACES ENOJAR MÁS.

Asenti sin decir una palabra, ruido o algo, ya no tenía fuerzas para nada, nisiquera para mentir.

—Esta bien, esta bien ¡si me acosté con Kein! ¿si? ¿eso es lo que querías escuchar? —mordi mi labio al ver su expresión. Sentí mis ojos picar por la fuerza que ejercía para no soltar ni una lágrima. —Lo hice. Si lo hice.

Bajé nuevamente la cabeza, al no escuchar nada de su parte volví a mirarlo temblorosa.

—¿El te insito a hacerlo o fue por voluntad propia? —me miró frío, serio, sin expresión alguna.

—¿Insitarme? —aquéllo fue una pregunta más para mí que para el.

Se acercó de a poco hasta tener sus manos sobre el sofa y su cabeza casi frente a la mía. Tan cerca que podía escuchar su respiración entrecortada.

—Si —se aclaró la garganta y me tomó con fuerza de las muñecas —¿o fue por voluntad propia?

—No... —dije en un casi susurró, que por la irá en sus ojos y el agarré más fuerte y desgarrador supe que había escuchado.

—¡QUE MIERDAS SIGNIFICA ESO! —Me gritó a pesar que apenas unos pocos centímetros nos separaban. Miré todo su rostro, de arriba para abajo, mis muñecas empezaron a temblar y sentí como las liberaba y se alejaba.

Su pierna tiró con fuerza contra uno de los jarrones de la mesa de centro, abrí levamente los labios totalmente aterrada.

Volvió su mirada a mi, supe que debía responderle al ver como sus dedos se contraian.

Juguete Del MillonarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora