29.

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Ya habían pasado varios días desde aquéllo mi relación, bueno si es que así se le podía llamar a lo que el profesor y yo teníamos había estado marchando bastante bien.

Habíamos salido de la mansión, la razón principal era que prácticamente no había un solo alimento en la nevera.

Le miré con una sonrisa mientras mis manos movían el carrito de comida.

—¿Que prefieres? Leche de soya o leche normal.

El profesor se encogió de hombros. —Cualquiera esta bien...

—Mmm bien —tiré ambas en el carrito repleto de comida —entonces las dos —el sonrió.

Nos dirigimos a la caja, lo que más me molestaba de todo esto era que en cierto sentido todo lo que pagabamos era con el dinero de Hero, cosa que bajo cierto sentido me hacía sentir mal.

Miré por encima de mi espalda al momento de ambos llegar a la fila del cajero. Por alguna razón sentí como si alguien tuviera sus ojos pegados sobre mí.

Suspire y me encogi de hombros volviendo mi vista al profesor.

Puse mis manos sobre el costado de su cintura, pero el las retiró con disimulo enseguida mientras miraba nervioso a todas partes.

—Selena... ya, ya te e dicho que...

—Si... que no podemos estar cerca en público. Ya lo sé. Me lo se de memoria —puse mis ojos en blanco.

El sonrió mientras revolvia mi cabello como si se tratará de una niña pequeña.

Después de pagar cada compra, salimos al estacionamiento.

Omnipotencia

Kein no pudo evitar formar una pequeñísima sonrisa en sus labios al percibir la atención de la menor atrás de su espalda mientras el guardaba las bolsas llenas de comida atrás de su camioneta.

Se dió la vuelta, topandose de nuevo con la imagen de la pequeña chica, pero al mismo tiempo a un par de metros su vista choco con un simpático vendedor de helados.

No pudo evitar poner sus manos sobre ambos cachetes de Selena de tan solo pensar lo que estaba por decir. Cosa que le sorprendió un poco a Selena, más no le molesto.

—¿Quieres un helado? —exclamó visualizando como poco a poco una sonrisa se formaba en los labios de la muchacha.

Ella asintió.

—¿Algún sabor en específico? —habló mientras quitaba sus manos de sus mejillas y cerraba la cajuela del auto.

—Cualquiera —contestó restandole importancia.

Lo último que vio fueron los pasos que da su profesor hacía el heladero. Estaba feliz, ella se siente feliz. Se siente ella misma. ¡Wow no! Feliz es muy poco, estos días son lo más cercano que ella había tenido a los sueños.

De pronto sus manos se ponen sudorosas y resbaladizas, tanto que su propio celular se escapa de sus manos. Frunce el ceño y mira hacía el suelo.

Su celular a caido boca abajo. Inmediatamente se agacha —¡maldición! —toca el celular, le da la vuelta aún en el suelo.

Pero entonces cuándo esta por levantarse alguien agarra su pequeña muñeca con fuerza.

Mira la mano. Por un mini segundo pensó que se trataba del profesor.

Pero maldición ¡el profesor no tiene ese particular y familiar tatuaje en su mano!

Abre los ojos con fuerza y al mismo tiempo tira el celular una vez más. Da un traspies pero logra mantenerse en equilibrio y finalmente se levanta.

Juguete Del MillonarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora