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Ya era la tardé. Empezaba a escuchar los murmullos de lo que parecía ser el jardín.

Asomaba mi cabeza por la gran ventana lo más que podía. La señora Meldey se había casi arrodillado hacía mi para ponerme el dichoso vestido azul.

Me tomó del brazo apartandome con suavidad de la ventana. Lo único que alcanzaba a ver eran un par de personas que organizaban sillas mientras le ponían moños, como decoración.

Que extrañó...

—Señorita Selena —la miré. Ella me regaló una sonrisa mientras acomodaba el escote —se ve muy bella usted hoy. Bueno, desde que la conozco ha sido bella, pero hoy más que nunca.

Le agradecí en un pequeño: gracias, casi inaudible.

—Oh no se ponga triste —me levantó el mentón. Era imposible no sentirse mal.

Me acomode sobre la cama, y ella me siguió haciéndose a mi lado.

No estaba segura de clase de cosas pasaron por mi cerebro, como para dejar caer mi cabeza sobre su hombro. Ella se sobre salto un poco, sin embargo, le vi una pequeña sonrisa de compasión. Luego sentí sus finos dedos acariciando de arriba a abajo mi cabello.

Cerré los ojos dejando deslizar un par de invisibles lágrimas.

—Señora Meldey... pasar por todo esto apesta —confese con mis ojos aún cerrados.

—Todo va mejorar mi querida niña. Soy la nana de el señor Hero, lo cuál también me convierte en la suya —levanté la cabeza curiosa. —Lo conozco desde que estaba en pañales, soy prácticamente su segunda madre... estaré aquí para lo que usted necesité.

Negue repetidas veces —No, no, no... yo no voy a vivir en esta casa. Aquí no me siento comoda.

Ella agachó la cabeza sin saber que responderme.

El sonido chirriante de la puerta se volvió a escuchar. Unos marcados pasos hicieron presencia en la habitación.

Tenía un smoking mientras sus ojos me miraban bien de arriba abajo —¿y el maquillaje? —le preguntó, dirigiéndose a Meldey.

—Si señor. Ya mismo —se apuró levantándose y poniéndose frente a mí.

—Mi juguete debe verse lo mejor posible...

—Yo no soy su maldito juguete... —susurre en el tono más bajo que pude. El pareció no escucharme pues simplemente dió medía vuelta y se fue.

Una mano sostenía el labial mientras la otra me sostenía el mentón. Meldey me miró preocupada —niña traté de no contradecirlo, el es un poco impulsivo.

—¿A que se refiere? —achique los ojos.

—Puede terminar mal si lo sigue retando... porfavor agame caso ¿si? —me preguntó pero yo no dije nada.

Esto resultó mas difícil de lo que había imaginado.

Terminó de ponerme el labial y un poco de polvo rosa en mis mejillas.

Se alejó para mirarme y me sonrió —te ves muy bien niña.

Suspire profundamente tratando de pensar el que se puede hacer en este tipo de situaciones.

La respuesta fue muy clara: nada. Absolutamente nada. Estaba perdida, ¿cómo es que llegó a pasarme todo esto?

Mi mirada y de la mujer que tenía enfrente se ubicaron en un punto fijo en el momento en que un pequeño chirrido de la puerta sonó.

Juguete Del MillonarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora