24.

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Selena

—Si la casa se ensucia demasiado rápido solo... —sacó una tarjeta del bolsillo de su camisa —llaménos, es muy simple.

Miré por segundos el número para después sonreirles —esta bien... muchas gracias —se despidieron con la cabeza dando una simple vuelta.

Cerré la puerta, la cuál minutos antes el profesor había tenido que abrir.

Y ¡Dios! Todo estaba brillante y reluciente. Esas mujeres si que habían hecho un buen trabajo.

Pasé mi mano por los enormes sillones y no había una sola gota de polvo.

—Si antes estar en esta mansión era increíble —me giré a mirarle. Sus codos estaban recargados en el meson de la cocina mientras tenía una pequeña sonrisa —pues ahora es el doble de impresionante.

Le sonreí.

Me acerqué tímidamente, su sonrisa desapareció —¿quieres aprender a cocinar?

Miré la estufa con desconfianza... —soy mala, una vez intenté encender esa cosa —señalé el horno, y el se burló —y terminé casi encendiendo la cocina entera.

Y hablaba enserio...

—Todo es práctica. Una vez casi me cortó el dedo —me reí nerviosamente.

—Con esa historia menos quiero aprender.

El revolco mi cabello, como si fuera una niñita —pero tenía cinco años... Además para eso estoy yo aquí.

Una pequeña sonrisa no pudo evitar escaparse de mis labios —me parece bien... aunque es muy irónico todo esto, ¿cierto?

—¿Porque? —comento haciendo una ceña de confusión.

—Usted siendo mi profesor de matemáticas se convirtió en mi profesor de culinaria... y de muchas cosas más —el me miró asombrado.

¡Vaya! Mis mejillas tomaron un color rosado palido... esperó que no halla malpensado mi terminó... juró que no tenía esa intención.

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Nicky

—¡Rápido! ¡rapido! —gritó la profesora de gimnasia mientras se sacaba su silbato llenó de babas de su boca. No pude evitar hacer una mueca de asco al ver eso.

Extrañaba a la estupida de Selena.

Tomé mi toalla, debía cambiarme en la duchas.

Saque mi ropa limpia del casillero de la entrada. Odiaba tener que compartir el mismo aire que las viboras de Linsy y sus amigas.

Si Selena estuviera aquí estaríamos burlandonos de su trasero dañado por su propio cirujano... hice un puchero de tan solo pensar de todo lo que se estaba perdiendo Selena.

—No se si sea solo un chisme pero... —hablo bajito Danna, no es como si me interesara sus estúpidas conversaciones, pero dado caso que debíamos casi compartir casilleros podía escuchar todo —... dicen que esta con un mafioso —puse mis ojos en blanco, no tenía idea de quién estaban hablando ahora.

—¿Un narcotraficante? —preguntó una, y las demás asintieron sorprendidas.

—Y de esos... que venden, ustedes ya saben —se codearon unas con otras en círculo. Me límite a tratar de ponerme mis tenis —drogas, órganos y todas esas cosas ilegales.

—¿Selena con un narco? No lo creó, no tiene necesidad de dinero —abrí mis ojos enseguida.

Espera... ¿hablaban de Selena?... ¿De mi amiga?

Juguete Del MillonarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora