Sólo un poco de ayuda

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Al final cumplió su sueño de convertirse en neurocirujano pero con el paso del tiempo eso no fue lo único que cambio. El pelinegro había encerrado sus sentimientos después de pasar un año sintiendo que su corazón había sido arrancado, dejó de tomarle importancia a todos y se volvió centrado en su trabajo. Christine estaba empezando a hartarse de la actividad de indiferencia que su amigo mostraba día a día, sabía que tenía sus razones para ser así pero las demás personas no debían pagar por eso, no tenían porque soportar el tedioso humor de su amigo y ahora compañero de trabajo. Iba a ser difícil pero tenía que decirselo y hacer algo, ella era la única que podía ya que, actualmente era la persona más cercana al médico.

  -Él necesita ayuda-. Pepper se veía preocupada. -No esta cuidándose como debería, ni de lejos esta haciéndolo-. La tasa de café pasó de una a otra mano mientras miraba a Christine. -¿Cómo esta Stephen?-. Preguntó tratando de olvidar el tema de Tony.

  -Podría comportarse menos insensible y insoportable-. Pasó un mechón rubio de su esposa detrás de su oreja. -Son un desastre desde que... bueno, terminaron, no sé que hacer con Stephen y Dios, a veces sólo quiero golpearlo en la cara-.

  -Chris... tenemos que hacer algo-.

  -Lo sé, pero son tan tercos-. Apoyó su cabeza en el hombro de la otra chica. -¿Tienes algo en mente?-. La pregunta salió al notar que su esposa había guardado silencio.

  -Sí, tengo una idea-. Pronunció antes de llevarse la tasa con el líquido tibio a los labios.

(...)

  - ¿Vas a decirme a dónde vamos?-. Strange ya estaba desesperado con toda esa situación.

Hacía un par de días su amiga, Christine lo había estado convenciendo de que se tomara un día de descanso para poder acompañarla a un lugar, pero no le dijo a donde irían.

  -Tranquilizate Stephen, no voy a secuestrarte, tienes que confiar en mí-. Suspiro y después tocó el claxon al auto de delante que no se movía a pesar de que el semáforo estaba en verde.

  - ¿Ves? Por esto es que prefiero quedarme en mi departamento o en el hospital-. Señaló la calle frente a ellos.

  -No, tú lo haces porque eres un maldito antisocial-. Rió cuando el hombre frunció el entrecejo.

  -Como sea...-. Murmuró.

Después de un largo rato más y una pequeña discusión con un taxista por fin llegaron a su destino.

  -Ni de broma voy a bajar del auto-.

Christine suspiro. -Si no quieres bajar no lo hagas, pero tendrás que esperar aquí hasta que vuelva-.

  - ¿Porqué estamos aquí?-. Volvió la vista de la Torre Stark hacía su amiga.

  -Solo vine por Pepper, así que no es necesario que bajes... pero talvez tardemos un rato...-. Jugó con las llaves del auto.

En cuestión de minutos ambos subían en el ascensor, sabía que su amiga solía tardar demasiado para su gusto y era un día caluroso en la ciudad de Nueva York.

  -Espera aquí-. La castaña se retiró para buscar a su pareja.

Stephen tomó asiento en uno de los sofás que habían ahí. Estaba a unas plantas del vestíbulo, en uno de los pisos de oficinas. El lugar era realmente elegante, talvez Pepper era la razón de que el lugar se viera así, ella siempre había tenido ese toque especial que se necesitaba en cualquier lugar.

  - ¿Stephen?-.

Se tensó cuando su nombre salió de esos labios. Se giró un poco y se encontró con los ojos whisky y el cabello castaño que tanto amaba.

  - ¿Qué haces aquí?-. Se le veía un poco confundido pero después suspiró, las chicas le habían mentido y tendido una trampa. -Por tu expresión supongo que tú tampoco esperabas verme-.

  -Debería irme-. El médico se puso de pie.

Seguía siendo más alto que el millonario. Tony sonrió y negó.

  -Quédate-.

Libros, Café y Rosas | Ironstrange Donde viven las historias. Descúbrelo ahora