Libros, Café y Rosas | Ironstrange

Tony es importante

Stephen se acercó a un sofá y se sentó frente al imponente Howard Stark, quien fumaba un cigarro. Si bien era un hombre de gustos caros, disfrutaba de el placer de fumar un cigarro en lugar de un puro y desde María hasta Jarvis lo tenían muy claro.

  -No le demos vueltas al asunto...-. Empezó el mayor. -... ambos sabemos porque estamos aquí-.

  -Si, creó que si-. Asintió con lentitud. Howard le ofreció un cigarro pero Stephen lo rechazó gentilmente.

  -Anthony es mi único hijo y el heredero de Industrias Stark-. Se levantó, asomándose por la ventana de la mansión. -Y eso lo vuelve importante-.

  -Si, lo entiendo-. Asintió, mirando con curiosidad al padre de Tony.

  -Pero no es solo eso. Tony es mi hijo, mío y de María, ella aún ve a Anthony como su bebé y yo soy el padre de ese bebé...-. Mientras él hablaba Stephen sintió que venía algo importante. -... y jamás me perdonaría si algo le pasará, Anthony me importa más de lo que cualquiera pueda pensar-. Se giró para verlo. -Él esta demasiado enamorado de ti...-. Lo señaló. - y esperó que tú también lo estés-. Avanzó acercándose al estudiante. -Y, si por alguna razón, no importa cual, pasa por tu cabeza la idea de hacer algo que lo lastime no voy a dudar ni por un segundo en destruirte-.

Stephen parpadeo, perplejo ante sus palabras. Sabía que Howard era capaz de acabar con su existencia para toda la eternidad.

  -Solo voy a advertirte esto una vez; no lo lastimes, porque es mi hijo y no importa lo que crean los demás, yo haría cualquier cosa para que él este bien y eso incluye aceptar que tú eres su novio-. El menor asintió.

  -Yo amo a su hijo y no podría hacer algo que lo lastime, eso se lo puedo prometer-. Se puso de pie, encarando al empresario.

  -Hazlo feliz-. Mencionó antes de dejar la colilla del cigarro en un fino cenicero de cristal y le tendió la mano a Stephen.

  -Lo haré-. Asintió y correspondió al saludo.

(...)

Cuándo Stephen llegó a su departamento, se metió al baño y se deshizo la corbata mientras se miraba al espejo.

  -Hazlo feliz...-. Susurró para si mismo.

Pero... ¿Sería capaz de estar a la altura de lo que Tony merecía? Suspiró y alejó los pensamientos de su mente.