CAPÍTULO 8

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Se separó de él y lo miró a los ojos...

Emilia: Está bien... Te lo diré.

Él estaba muy atento a toda ella.

Emilia: La razón por la que estoy así... Es por alguien. Yo salí corriendo de la empresa porque vi algo que no debía de ver.

Fernando: ¿Qué es lo que viste?

En ese momento un nudo se le hizo en la garganta, trataba de retener sus lágrimas, de que ya no cayeran más. Mas él tenía paciencia y calma, no quería que se sintiera presionada a hablar ni nada, colocó su mano en su hombro.

Fernando: Tranquila Emilia.

Tenía trato, ella alzó su mirada y vio dulzura en sus ojos, ternura en ellos que lo sintió reconfortante así que decidió proseguir a la vez que él retiraba su mano.

Emilia: Creo que me agrada alguien más de lo que debería. Supe sus intenciones cuando él venía a mí, decidí creer que no eran mentiras, cada pequeña mentira eran dosis de amor en mí. Habla tan lindo pero su corazón tiene dientes.

Suspiró fuerte e indignada con ella misma.

Emilia: Creí que sus intenciones eran sinceras después de que lo ayudé. Sin embargo lo escuché, lo escuché de él mismo diciendo... diciéndome que solo iba ser su pasatiempo y me estaba utilizando. Cree que yo soy un juguete con el cual no se aburrirá y logrará divertirse por un buen rato.

Esa mirada de comprensión de Fernando cambió por una de contrariedad y repugnancia.

Fernando: Qué es lo que se cree ese maldito imbécil, ¿acaso el poder enamorarse es algo ridículo e insignificante? ¿Que al menospreciar a las mujeres se cree más hombre por eso? Es un inmaduro.

Emilia: Fernando...

Fernando: Tipos así no te merecen. Emilia escúchame.

Ella estaba sorprendida por él, y estaba atenta, mucho a él.

Fernando: Llevamos poco tiempo de conocernos, sin embargo esa corta duración en la que te he tratado, he podido llevarme una buena impresión de ti. Me resultas una persona muy agradable, y...

Cuando decía esto miraba al frente o al pasto en la tierra, pero esta vez la miró e ella.

Fernando: No me gustaría verte así, que te sientas mal. Que te dejes afectar por tipos que no valen la pena, que no te merecen.

Se quedó asombrada por sus palabras, por el tacto sensible que tenía. Y tenía razón, por qué tendría que sufrir por alguien como Haziel. Pero ni aún sabiéndolo podía evitar que su rostro se humedeciera. Que sigan cayendo más gotas transparentes. Fernando le dio un abrazo sólido, esos de los que reconfortan. Lo necesitaba.

Fernando: No debes desperdiciar tus delicadas lágrimas por él.

Él se separó de ella suavemente y la miró a esos ojos tan transparentes, donde un alma sensible habitaba en aquel cuerpo de mujer. Tomó su rostro entre sus manos, y con ellas limpió sus lágrimas viéndola a ver nuevamente a esos ojos límpidos.

Fernando: No supo valorar lo que tenía a su costado, un precioso ser.

Le regaló una sonrisa dulce que le transmitió sosiego. A la cual ella le devolvió, con una sonrisa conmovida.

Fernando: (Me gusta verla sonreír, siento que se ve más bella si está feliz).

Ambos se dedicaron a contemplar el paisaje. Se perdió en una vista maravillosa que la podría tener capturada ahí toda la noche. Y entre espectáculo y panorama se acordó de Christina, revisó su celular, sí tenía razón. Ella estaba preocupada o mejor dicho, muy preocupada. Tenía llamadas perdidas y varios mensajes. Decidió llamarla rápidamente.

In the Name of LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora