Violentometro - Egipto/Imperio Romano [CountryHumans]

~Celar~

Un par de semanas habían pasado desde que Egipto había comenzado a seguir los consejos que aquellas mujeres le dieron y convenciendose de que todo el problema anterior fue solo él malinterpretando la cultura de su compañero. El romano había dejado de desaparecer cada mañana desde entonces o si lo hacía este le dejaba una nota diciéndole a dónde fue.

Fue en una de esas mañanas donde Egipto decidió irse a visitar a uno de sus viejos amigos (hace décadas que no veía a ninguno cara a cara), después de todo el imperio le había avisado que se ausentaría unos días debido a que debía encargarse de algunas revueltas en el norte de su territorio.

Y después de todo, no había nada de malo con lo que iba a hacer , dejándole una nota a su compañero para hacerle saber donde estaría si éste arribaba antes de tiempo se preparó para el viaje que iba a realizar.

Una vez todo listo salió de la casa y extendiendo sus alas se dirigió hacia el sur, rumbo a Grecia.

A diferencia de sus viajes a las aldeas que rodeaban su hogar, el viaje hacia el hogar de su viejo amigo le llevó más de un día de vuelo casi continuo antes de que finalmente vislumbraba la ciudad en el horizonte. Sus alas ya se empezaban a sentir cansadas y se preguntó distraídamente cuándo fue la última vez que había viajado tan lejos en los último años.

Sobrevolando los pueblos y ciudades se dirigió en dirección al Monte Eta, lugar donde el griego había construido su hogar hace décadas. A menos de un kilómetro del lugar pudo ver a Grecia saliendo de su casa a recibirlo, ya que definitivamente le pudo ver acercarse.

Una vez en tierra firme no pudo evitar casi lanzarse a los brazos del contrario en un abrazo que el otro no dudo en corresponder. Se quedaron en esa posición un tiempo, solo disfrutando la sensación de volver a verse luego de tanto tiempo.

Entonces Grecia dijo algo que confundió mucho a Egipto.

— Creí que ya no querías verme, ¿por qué el cambio de opinión? ¡No es que me esté quejando, en serio!— Las palabras de griego salían rápidas y casi atropelladas, algo muy raro para el otro país, Egipto se obligó a separarse del fuerte abrazo para mirar a la cara al contrario.

La cara del egipcio no transmitía otra cosa que pura confusión, al ver esto Grecia dejó de hablar y ahora ambos portaban expresiones confusas.

— ¿Por qué no habría querido verte? eres mi mejor amigo...— Preguntó con incertidumbre el menor.

— Ahmm, bueno verás, hace ¿un mes, dos? el imperio vino aquí a decirme que estabas realmente molesto conmigo por, emm ¿algo sobre unas leyes que mi gobernante aprobó? y bueno, sinceramente planeaba visitarte...— 

— ¿Estás seguro de eso es lo que dijo?— Preguntó, tratando de forzar su memoria, ¿tal vez dijo algo así y el romano lo sacó de contexto? No sería la primera vez que se quejaba por algo sin importancia y el otro estaba al alcance del oído, pero no había creído que el romano le daría tanta importancia.

— ...¿Eso creo? Me quedé un poco en blanco cuando me dijo que estabas molesto conmigo y no le preste tanta atención...— La voz del griego adquirió un tono bajo y cauteloso ante sus siguientes palabras — Egipto ¿está todo bien entre ustedes dos?—

— ...Si, por supuesto, seguramente no es más que un gran malentendido, no tienes que preocuparte por eso— Dijo, tratando de sonar lo más tranquilo posible.

Lo que pareció funcionar, ya que Grecia no insistió más en el tema y le invitó a pasar a su casa.

Por el momento el egipcio decidió por ahora no pensar demasiado en el romano y en su lugar disfrutar de un día en la compañía de su amigo.

Ya hablaría con el romano cuando volviera a casa.

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Ya habían pasado 4 días cuando finalmente aterrizó cerca de su hogar, supo que el romano ya había regresado debido a los soldados que se podían vislumbrar en las lejanías, visibles a pesar de ser entrada la noche.

Con un suspiro resignado abrió la puerta, estremeciéndose levemente ante el chirrido de esta, más audible que nunca ante el silencio de la casa.

Lo primero que vio al entrar fue la imponente figura del romano (¿era él o se hizo más alto?) en medio del pasillo, aún tenía puesta su armadura y por su mirada, no estaba feliz de no haber encontrado a Egipto cuando volvió a casa.

— ¿Donde estabas?— Imperio Romano preguntó con seriedad, había un tono en su voz que casi hizo que Egipto retrocediera y se tragara lo que iba a decir.

Casi.

— Fui a visitar a Grecia y me dijo algo bastante interesante ¿Tienes idea de lo que era?— Con cada palabra avanzó hasta llegar frente al romano, el cual no veía nada feliz con lo que oía.

Se volvió una pelea desde ahí. Los gritos, reclamos y acusaciones por igual iban de un lado a otro y sinceramente, Egipto ya no sabía si seguían discutiendo por lo de Grecia o ya se habían salido por completo del tema y realmente no le importaba.

No supo en qué momento el romano levantó la mano, solo que en un segundo le estaba gritando al contrario y al siguiente se encontraba en el suelo sujetando su mejilla.

Entonces, silencio.

Con algo de dificultad, el egipcio levantó la vista, encontrándose con la mirada del romano, que parecía tan en shock como él, en un momento el imperio pareció salir de su shock y estiró su mano para, no estaba seguro ¿ayudarlo, calmarlo, volverle a pegar?

 No se quedó a averiguarlo.

Como pudo se levantó y salió corriendo de ahí, se metió al primer cuarto que encontró en la planta alta y se encerró ahí.

Se quedó apoyado contra la puerta, podía sentir lágrimas bajando por sus mejillas y casi podía saborear el metal de la sangre en su boca.

Esa noche, Egipto se quedó dormido en esa habitación, sus alas se envolvieron a su alrededor como si un escudo se tratase, aún podía sentir las lágrimas cayendo cuando el sueño finalmente lo reclamo.

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Bueno, esto escaló rápido...

¡Empezamos a tocar territorio peligroso, yay!

Dibujar personajes abrazados resultó más fácil de lo que creí :D

El diseño de Grecia me lo medio invente ya que no encontré bandera para este en el Imperio Romano, solo para el Bizantino, así que me las tuve que medio ingeniar ahí.