Después de un par de horas de autocompasión decidí contactar con mi única guía en la vida, Maggie. Accedió a venir en cuanto le comenté sobre Dominik, tardó en llegar tan poco que incluso me hizo sospechar que había estado rodeando mi casa a la espera de mi llamada. En cuanto llegó la puse al tanto de todo, incluyendo lo de anoche, ahora estamos en el suelo, tirados y mirando al cielo (más bien el techo de mi habitación) pensando en lo que pasó.
— No entiendo qué paso — me quejé nuevamente. Todo estaba tan bien, ¿qué hice tan mal?
— Tal vez no debiste apresurar así las cosas — sugirió.
Eso tendría sentido, de no ser porque no lo forcé, le hice una propuesta, pero de todos modos no era seria.
— No fue a propósito, es decir lo dije pero no iba en serio solo quería avergonzarlo. Jamás haría algo que él no quisiera — expliqué.
— Bueno, tal vez él debería saberlo — asentí dándole la razón pero luego negué.
— De seguro no querrá verme.
— Tal vez sí.
— ¿Quieres dejar de decir tal vez?.
— No.
Tomé una almohada y grité presionando mi cara contra ella mientras Maggie reía.
La puerta de mi habitación se abrió haciendo que quitara la almohada de mi cara para ver quién había llegado. Saludé a Jeffrey con la mano al verlo en el marco de la puerta.
Jeffrey era el mayordomo, quién básicamente me crío y ha pasado conmigo la mayor parte de mi vida. Es un buen sujeto, algo amargado pero genial.
— Amo Aleksander tiene una llamada — anunció luego de corresponder mi saludo.
Seguramente uno de mis padres acusando al otro.
— Voy. No te atrevas a comerte mis papitas — amenace mientras salía del cuarto.
— Jamás — dijo Maggie con solemnidad.
Rodé los ojos y corrí a contestar el teléfono.
— Aleksander Lumbomirski ¿con quién tengo el placer?— hablé con voz dura.
La línea se mantuvo en silencio un rato, solo respiración del otro lado. Estuve a punto de apuntar creyendo que era una broma cuando alguien habló.
— Soy Dominik — abrí los ojos como platos y me quedé en blanco.
¿Qué carajos debía hacer? Ahora el del silencio era yo y me quedé tonto.
Vamos Aleksander habla, ¡habla!
— Ey... Oye, quería disculparme no quise...
— No, no te disculpes. Reaccioné mal, yo, no lo sé me abrumé, me gustaría hablar contigo — volví a quedarme tonto cuando cortó mis disculpas de golpe para salirme con eso.
Creí que me odiaba. ¿Cómo se le ocurre jugar así con mis sentimientos? Me echa, me grita y luego me llama rechazando mis disculpas y autoculpandose. Tengo miedo.
— Sí, claro. ¿Cuándo? — respondí más por inercia que por consciencia.
— ¿Te parece esta tarde, como a las 3?
— Sí, iré a tu casa — volví a acceder sin creerlo.
— De hecho, estaba pensando en una cafetería, está cerca de la escuela y es muy grande — sugirió.
Una cafetería... Grandioso.
— La he visto — afirmó ya sin saber que decir.
— Bien, entonces nos vemos ahí
— Ahí estaré
— Adiós, entonces
— Adiós.
Colgué la llamada y eché a correr de vuelta a mi habitación, entré como alma que lleva al diablo sin molestarme en reclamarle a Maggie por estarse tragando mis papitas.
— Era él, quiere que nos veamos — solté a bocajarro.
— ¿Hablas en serio? — inquirió.
— No Maggs, era la policía ve por mi abogado — dije sarcástico.
No es momento para preguntas estúpidas.
— ¿Y qué te dijo? — volvió a preguntar después de rodarme los ojos.
— Me propuso vernos en una cafetería, traté de disculparme pero me dijo que había exagerado con su reacción.
— Eso está bien, sí, ve a vestirte — me animó alegre.
Rodé los ojos mirando al reloj, no iba a alistar tan temprano, tampoco estaba así de desesperado.
— Maggie a penas son las 12
— Vives al otro de la ciudad y nervioso no sabes ni como peinarte — acusó.
— Cierto, ayúdame a buscar algo — cedí corriendo hacia mi armario.
Estuvimos un par de horas escarbando entre los rincones de mi armario sin encontrar algo decente que ponerme y sinceramente estuve a punto de solo arreglarme el cabello para salir tal como estaba. A Maggie no le hizo gracia.
— Aleksander, sal del clóset de una vez — exigió Maggie.
Saqué la cabeza como pude desde el armario solo para mirarla divertido por el doble sentido en sus palabras.
— Fácil de decir Maggie, pero allá en Narnia soy el rey de la población gay — presumí muy contento, a pesar de no ser gay.
Porque no lo soy.
Soy una extraña especie de bisexual.
Siendo justos un número 1 en la escala de Kinsey.
— Déjate de payasadas y vístete falta poco para tu cita.
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Y estamos devuelta, yey, feliz año a todos.Y eso es todo bye.
H.
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Breaking In Suicide Room
FanficDominik un chico que lo tiene todo menos amor y Aleksander un chico despreocupado y popular rodeado de gente que lo adora. ¿Y que tal una combinación entre ellos?