C8: "Dejémoslo así"

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Lo único que hago es cerrar los ojos y dejarme llevar, Bruno toma mis cachetes con sus manos, puedo sentir la presión de sus labios contra los míos, el corazón me palpita rápidamente.

Sus labios son cálidos, y dulces, es un beso lento y profundo.

Podría considerar que es un beso inocente.

Finalmente el beso llega a su fin, regreso a la realidad, esto es un error, y él no lo sabe.
Se aparta de mí, y me mira fijamente.

—Te quiero, te quiero demasiado, Miguel,— Pronuncia él, yo no digo ninguna palabra y sólo lo miro fijamente, espero que la tierra haga un agujero profundo y ahí poderme esconder.

Siento ganas de llorar, aunque realmente no sé por qué, tengo los sentimientos revueltos al igual que mis ideas.

Me es imposible pronunciar algo.
Sólo lo miro, sin decir absolutamente nada.

—Emmm, lamento interrumpir,Bruno necesito que vengas,—Sina aparece donde estamos nosotros, y siento que es mi oportunidad de escapar. Aunque no puedo, aún sigo paralizado. Me quedo de pie escuchándolos a ellos dos hablar.

—¿Qué ocurre?

—Tenemos un pequeño problema con los equipos,—Dice ella, parece preocupada.

—Dame un momento, ahora regreso,—Me dice él y después se va junto a Sina.

Después de segundos, vuelvo a la realidad, los ojos se me cristalizan un poco, antes de que él regrese, salgo a toda prisa de la fiesta, me abro lugar entre la multitud hasta que llego a la salida y comienzo a bajar la velocidad de mis pasos.

Mientras camino, me quito el antifaz y lo llevo en una de mis manos.

No pasa mucho tiempo para que las lágrimas comiencen a salir de mis ojos, no sé como sentirme, no podría encontrar el sentimiento exacto para decir lo que siento.

Recordarlo decir «Te quiero, te quiero demasiado, Miguel», después de haberme besado, me hace sentir mal, está claro, el cariño y amor de Bruno le pertenece a otra persona.

Doy un par de respiros profundos, hasta que logro calmarme casi complemente.

Escucho sonar el celular, lo saco de uno de mis bolsillos, es una llamada de Arizona, pero decido ignorarla, así que no respondo y lo guardo de nuevo.

Camino un par de cuadras, paso frente al Coffee place, el lugar esta abierto, pero realmente me sorprende.

Doy un suspiro fuerte, aunque decido entrar, hay bastante gente.

Escojo una mesa pegada a una de las ventanas, saco el celular de mi bolsillo, y lo pongo en la mesa, y hago lo mismo con el antifaz.

Me quedo sentado, mis ánimos están por el suelo.

Paso alrededor de 20 minutos sentado en la mesa, dándole vueltas al asunto.

Bruno me besó por error, y siento que lo que me daría más miedo es que descubra la verdad.

Aunque lo que más me intriga saber es cómo pudo pensar que yo era Miguel.

Alguien se acerca a mí y me distrae de mis pensamientos.

—Hola, te vi hace rato cuando entraste, tienes una cara muy triste, así que, dudosamente, te traigo esto,—Es Peter, su tono de voz es amable, puede notar que no es mi mejor momento, así mismo, pone una taza de chocolate caliente frente a mí.

Le sonrío amablemente y doy un sorbo.

—¿Te pasa algo?,—Pregunta él, parece preocupado.

—El problema es que no pasa nada,—Quizá fue una respuesta confusa pero, tal vez lo dije refiriéndome a los sentimientos de Bruno hacia a mí.

—Esta bien, supongo,—Me regala una sonrisa breve.

—Muchas gracias por el chocolate, aunque no se supone que hoy no ibas a abrir la cafetería,—Pregunto confundido.

—Regresé antes de lo esperado, así que recordé que Megan mencionó la fiesta de hoy, aquí en el vecindario. Así que, pensé que podría ser bueno abrir, ya sabes, habría gente cerca y así.

—Entiendo, gracias,—Añado y después Peter se retira a seguir atendiendo a la gente.

Me quedo un rato más en la cafetería, mientras me termino el chocolate caliente, decido olvidar lo que pasó.

Fue un error, y como sea, dentro de poco Bruno estará bien con Miguel, y bueno.

Nuevamente recibo una llamada, pero esta vez es de Jessica.

Únicamente bloqueo el celular y lo dejo en la mesa.

Con el paso del tiempo, el lugar queda vacío, Peter se prepara para salir.

Me pongo de pie, guardo el celular en mi bolsillo, tomo el antifaz y llevo mi taza al mostrador.

—Emmm, Peter, si quieres vete a casa, yo me encargo de cerrar,—Le digo.

—¿Seguro?, Yo puedo hacerlo, tú deberías de estar en casa ya.

—Emm, no, yo me encargo en serio, Megan y los chicos me avisaron que vienen de la fiesta, le dije que estaba aquí, pasarán por mí, creo que Megan quiere que vayamos a su casa o algo así,—Busco un pretexto para no llegar tan pronto a casa.

—De acuerdo,—Dice dudoso, me entrega una copia del juego de llaves,—Se van con cuidado, nos vemos el lunes.

Nos despedimos y él sale de la cafetería.

Me aseguro de cerrar todas las puertas del lugar, y una vez hecho eso, cierro la puerta principal.

Camino a casa, intento evocar el recuerdo de la fiesta, Bruno, y ese beso, nuestro primer beso, que fue por un error.

Cuando llego a casa, cierro la puerta con llave y enseguida voy a mi habitación, me desvisto y busco algo cómodo para dormir.

Pongo el disfraz en un gancho y el antifaz lo pongo sobre la mesa de noche que tengo cerca de la cama, ahí mismo pongo mi celular.

Regreso a la sala para apagar las luces, una vez hecho eso, regreso a la habitación, me meto a la cama y me tapo con las cobijas.

No sé cómo sentirme, pero sé que no estoy bien, ¿Acaso es normal?

Me coloco de lado e intento seguir evocando el recuerdo, apago la luz y cierro los ojos hasta caer en un sueño profundo.

Un magnífico errorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora