Martes 3:30 p.m
Huir de Bruno se me hace complicado, sé que no esta bien hacerlo, y quizá decirle la verdad sea la mejor opción, pero no me atrevo. Creo que me siento aterrado por la que podría ser su reacción, quizá eso me asusta demasiado.
Le hecho un vistazo al guión de Megan, el cual es bastante bueno. Me encuentro en lo que es nuestro "teatro", un salón enorme, con muchos asientos, un escenario amplio y demás, es realmente lo que mas me encanta.
Parece un teatro real.Me pongo de pie con el guión en las manos, camino de un lugar a otro mientras lo leo, este proyecto acerca de presentar una obra, me llena de mucha emoción. Me quedo de pie justo debajo del escenario, dándole la espalda a la primera fila de asientos.
Escucho sonar la puerta de la entrada del teatro. Imagino que es Megan, ya que desde hace como media hora salió a la cafetería por un par de bebidas.
Pero estoy demasiado concentrado leyendo el guion.
—Megan, regresaste al fin. Tardaste demasiado,—Añado sin voltear a verla. El lugar está en silencio total. Me extraña no recibir una respuesta así que decido dejar de leer y volteo la mirada.
—¿Por qué no me respondes?,—Digo antes de llevarme una sorpresa, quizá no tanto agradable.
—Porque no soy Megan,—Para mi suerte es Bruno, está de pie frente a la puerta principal, lleva puesta una bata blanca, lo miro lleno de nervios y él le pone seguro a la puerta,—Esta vez no dejaré que huyas de mí, y me vas a explicar porque me evades,—Añade mientras comienza a caminar por el pasillo principal que esta entre los asientos, se dirige hacia donde estoy.
Los nervios se apoderan de mí.
—Emmm, yo, yo, me gustaría quedarme a platicar, pero, yo, emmm, debo de,—Antes de que pueda decir una palabra más, él me interrumpe.
—¿De qué? ¿De hacer una entrega?, ¿Usar el baño?,—Dice en un tono serio, y finalmente lo tengo frente a mí. Las hojas que tenía en las manos, caen al suelo por culpa de los nervios que siento.
Rápidamente me agacho para recogerlas y él me ayuda a recogerlas.
—¿Qué haces aquí?, en teoría no puedes estar aquí, esta no es tu área,—Le digo mientras tomo hojas del suelo.
—Lo sé, sé que debería estar en mi área, medicina, pero descuida, nadie me vió entrar, bueno sólo los chicos que me ayudaron para verte,—Inmediatamente Megan y Arizona vienen a mi cabeza y pongo los ojos en blanco,—En realidad, quiero una explicación, por eso estoy aquí,—Añade.
Me pongo de pie, y Bruno también lo hace, después me entrega las hojas que recogió.
—Gracias, y pues, no hay nada que explicar, solo han sido días, complicados,—Le respondo mientras camino hacia el lado derecho del escenario para subir a el, a través de las pequeñas escaleras que tiene.
Una vez arriba del escenario, me quedo dándole la espalda, y finjo acomodar las hojas.
—¿Y por esa razón, me evades?,—Sin darme cuenta Bruno está detrás de mí, dudosamente volteo a verlo, y de nuevo estamos frente a frente, a tan pocos centímetros de distancia.
—No, no es eso, es sólo que, yo, he estado ocupado por presentar mi proyecto,—Le respondo sintiendo un poco de pena, teniéndolo tan cerca de mí, me es imposible no recordar el momento donde me besó, en aquella fiesta.
—Lo que yo creo, es que, ya no quieres estar cerca de mí, al menos eso demuestras, y yo quiero saber por qué,—Comienzo a caminar hacia atrás, hasta que mi espalda queda contra la pared, Bruno coloca las palmas de sus manos a los costados de mi cabeza. Y después, se recarga en ellas.
Nuestras caras están un poco cerca, quizá sean cinco o seis centímetros los que nos separan.
Mi respiración se acelera a un ritmo moderado.
—He querido salir contigo, quizá una cita, pero sólo huyes de mí, y eso no me gusta nada,—Añade y me mira fijamente, tantos son los nervios que siento que no puedo soportar su mirada contra la mía, incluso bajo mi mirada hacia sus labios, sé que podría besarlo, sin importarme nada.
Pero no lo hago.
—Ah si, ¿Por qué querrías salir conmigo?,—Me armo de valor y me atrevo a preguntarle.
—Porque te extraño,—Me responde, pero esta vez es lo hace un modo tierno. Nos vemos fijamente un par de segundos, ahora es él quien baja su mirada a mis labios.
—Yo, yo lo lamento, es sólo que el proyecto me tiene ocupado, y yo no huyo de tí, aquí me tienes, contra una pared y tus manos a los costados de mi cabeza,—Le digo con un poco de nervios.
Me regala una breve sonrisa y su mirada baja al suelo, inmediatamente me mira de nuevo.
—Porque encontré el momento exacto, quizá el lugar correcto, además de que la puerta tiene seguro, de no ser así, quizá hubieras corrido desde hace minutos,—Me dice en un tono juguetón, y solamente le regalo una sonrisa.
—Tienes razón, perdón,—Le respondo lleno de pena.
—Ahora que todo esta claro, quiero invitarte el domingo a mi casa, a ver películas.
Me sorprendo un poco, y trago saliva,—¿A tu casa?,—Le digo sintiendo un poco de miedo.
—Si así es, sé que los sábados trabajas, así que será el domingo.
No opongo resistencia, y lo único que se me ocurre es decirle,—Te veré ahí, ¿A qué hora citaste a los demás?
—Nadie más asistirá, sólo seremos tú y yo, frente a mi televisor, en mi sillón, comiendo dulces, palomitas, y quizá,—Por un momento, dirige su mirada al suelo,— Haciendo cosas no tan buenas e indebidas,—Me mira de nuevo. Pongo una cara de sorpresa, y mis labios quedan entre abiertos.
—Bromeo,—Bruno hace una risita juguetona, quita sus manos de los costados de mi cabeza, y se aparta un poco.
Saca un papel de los bolsillos de su bata, estira el brazo y me lo da,—Aquí está mi dirección, puedes estar ahí a la hora que desees, no me importaría incluso pasar el día entero contigo,—Dudosamente tomo el papel, y lo pongo encima de las hojas que tengo en la mano, sosteniéndolo con el pulgar.
—De acuerdo, te veo el domingo en tu casa, chico apuesto,—Le sonrio, después de suspirar profundamente y él hace lo mismo.
—Ahora, debo irme, no quiero que ninguno de los dos, tengamos problemas, te veo el domingo,—Me dice un tanto cariñoso, enseguida, camina hacia la entrada principal, quita el seguro y después sale del lugar.
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Un magnífico error
JugendliteraturNo podemos forzar a alguien a que se quede con nosotros, no podemos obligar a otra persona a que nos ame. Lo único que podemos hacer es darle un pedazo de nosotros y esperar que haga lo mismo, sin rompernos en mil pedazos, pero sin importar que pase...