➳Nervios.

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Mis padres y sus amigos charlaban muy entretenidos, mientras que yo comía con incomodidad por la mirada del chico, el cual no paraba de mirarme, ni tampoco trataba de disimularlo

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Mis padres y sus amigos charlaban muy entretenidos, mientras que yo comía con incomodidad por la mirada del chico, el cual no paraba de mirarme, ni tampoco trataba de disimularlo.

— ¡Si, aún lo recuerdo! — Grito emocionado mi padre, mientras tomaba un poco más de vino.

— Cómo olvidarlo — Sonreía con nostalgia mi madre.

Mis padres junto a sus amigos no paraba de reír y tomar. Ya la cena había acabado y ellos aún seguían en la mesa, por mi parte miraba disimuladamente al chico cuando no se encontraba observándome.

Yo sentía que conocía a esta familia y sobre todo a este chico ¿Pero, por qué no recordaba de donde?

Luego de varios minutos de conversación entre los mayores y varios tragos de vino, mi padre recuerda que existo y me habla.

— Ya se terminó el vino — Comenta mientras juega con la botella vacía — Hija anda con Jimin a buscar otra botella a la tienda — Ordenó sin darle mucha importancia.

Mi corazón se detuvo al escuchar el nombre de mi acompañante, sin disimular lo mire buscando alguna respuesta en la mirada del chico ¿En serio él era, Jimin? ¿Mi, Jimin?...No, no, no esto quizás era una broma o la causa del alcohol jugo con mi padre, pero la sonrisa del chico confirmaba las palabras de mi progenitor. Aún sin creerlo me levanté de la mesa, al igual que el chico. Caminábamos juntos en dirección a la puerta de mi casa, ninguno decía nada, esto era realmente incómodo.

— ¿No me recuerdas? — Preguntó, mientras se colocaba frente a mí, su ceño estaba fruncido.

Me quedé paralizada al escuchar su pregunta, mi corazón comenzó a latir incontrolable mente al tenerlo tan cerca.

— Aún no puedo creer que tu seas aquel pequeño de mejillas regordetas — Comenté con sinceridad, mientras observaba sus ojos.

— ¿Estoy más apuesto? — Sonreía coqueto.

Si, este si era Jimin. Aunque ya no tuviera esa personalidad de niño inocente, seguía teniendo aquella mirada de niño juguetón.

— No, solo más delgado y teñido de rubio — Mentí, mientras evitaba reírme.

Este hizo un puchero, mientras se colocaba nuevamente a mi lado, pude ver cómo se le escapaba una risa al igual que a mí.

La verdad es que si estaba muy cambiado, ya no era el mismo chiquillo gordito, con mejillas rosadas y regordetas, ya había crecido, estaba más maduro y con un cuerpo muy bien trabajado. Aunque si lo mirabas bien si seguía teniendo algunos de sus rasgos de pequeño, como su risa tierna o el desaparecer de sus ojos al sonreír, pero la verdad la adolescencia le había ayudado a estar mucho más guapo.

Luego de unos minutos nos encontrábamos caminando por las calles de Busan, en busca de una botella de vino. Ninguno de los dos establecía una conversación, ambos nos encontrábamos sumergidos en nuestros pensamientos.

— ¡Yon, mira! — Comentó emocionado, mientras apuntaba con su dedo índice el parque que estaba enfrente.

Su mano tomó mi muñeca, arrastrándome junto a él hacía aquel parque, tomándome así de sorpresa su acción. Este al parecer no se había percatado de su acto. Podía sentir como mis mejillas se habían sonrojado y como una sonrisa tímida aparecía en mí rostro. 

Ver a Jimin, actuando de aquella manera tan emocionado e inocente me hacía recordar cuando éramos pequeños.

— ¡Recuerdo este parque! — Comentó sin parar de sonreír en ningún momento y sin soltar mi muñeca.

Yo asentí embobada por su sonrisa y su comportamiento tan tierno.

— ¿Vamos a los columpios? — Preguntó entusiasmado, con aquella sonrisa inocente y cierto brillo en sus ojos.

¿Cómo podría decirle que no? ¿Cómo podría resistirme ante él? Si este momento lo había soñado un millón de veces. No tardó ni un minuto en jalarme por la muñeca, en dirección a los columpios.

— Ven — Pidió mientras palmeaba sus piernas.

Me quedé frente a él sin aún entender a qué se refería.

— ¿No entiendo? — Inquirí con mi ceño fruncido.

No sabía si había escuchado bien, quizás me equivoque. Pero nada más con su mirada supe que no era así. 

— Que te sientes sobre mis piernas para que ambos podamos columpiarnos — Explicó con tranquilidad y naturalidad en sus palabras.

— Disculpa, pero yo no... — Comenté antes de que me jalara de la muñeca y en un acto ágil causará que cayera sentada sobre sus piernas.

Mis ojos no podían estar más abiertos y mi rostro más sonrojado, sentía como mi pulso no tenía control y mis manos comenzaban a temblar.

— No te sientas nerviosa — Susurró dulcemente en mi oído.

— No te sientas nerviosa — Susurró dulcemente en mi oído

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