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— ¿Qu-Qué ha-haces? — Cuestione en un tono de voz poco audible, evitando tartamudear de manera nerviosa, pero la verdad me era imposible no hacerlo en este momento, ya que me sentía muy intranquila por la posición en la que me encontraba con el rubio.
Jimin, se encontraba sentado a horcajadas sobre mi cuerpo, sujetando mis muñecas y aplastandolas contra el colchón de mi cama, a ambos lados de mi cara, impidiéndome poder moverme o hacer algún movimiento brusco para zafarme de su agarre. Quería gritarle, decirle lo inmaduro e imbécil que estaba siendo, pero justo en el momento que me dispuse a abrir mi boca, nuestras miradas se encontraron, causando un fuerte descontrol en mi corazón.
— Te demuestro que ya no soy un niño — Respondió sonriendo con picardía, sin apartar aun su mirada de mis ojos.
Una de sus manos suelta mi muñeca, mientras lentamente se eleva hasta llegar a mi rostro, pasando sus dedos sobre mi frente con delicadeza y con mucha suavidad, casi sin tocarme, apartando con lentitud algunos mechones de cabello que cubría mi frente, su mano poco a poco bajó hasta llegar a mi mejilla, comenzando a acariciarla tiernamente con la yema de su dedo pulgar, provocando que mi piel se erizara al sentir su tenue tacto. Sus ojos no dejaban de observar cada pequeño detalle de mi rostro, mientras que yo seguía mirando cada uno de sus movimientos, era incapaz de apartar la mirada, me sentía tan atraída a él.
— Pero... Tú en cambio — Murmuró en un tono jocoso, mientras jugaba con algunos mechones de mi cabello.
Cada vez más acercaba su rostro, causando que nuestras narices se rozaran y su aliento chocara contra la comisura de mis labios, mientras relamía con parsimonia su labio inferior, sus ojos parecían estar muy concentrados en mis labios, como para notar mi sonrojo. Contengo el aliento al darme cuenta de sus intenciones, cerrando así con fuerza mis ojos, mientras con mis manos apretaba las sabanas de mi cama. Quizás si cerraba mis ojos con mucha fuerza me haría invisible... ¿Que acabo de pensar?... ¡Ay no, no, no!... Me encontraba muy nerviosa como para pensar con claridad y mi estómago no ayudaba, sentía que vomitaría en cualquier momento. No quería pensar más en lo que sucedería, solo quería esperar a que sus labios rozaran los míos, pero aun no lo hacía.
— Pareces ser aún una pequeña — Respondió luego de varios segundos de tortura, mientras golpeaba mi frente con la punta de su dedo índice de manera juguetona — Tonta — Añadió burlón, soltando mis muñecas para recostarse a mi lado
Mis mejillas ardieron al instante por la vergüenza. Él simplemente me había engañado y burlado de mi... Solo estaba jugando conmigo... ¡Es un imbécil...!
— Idiota. ¿¡Piensas que esto es una broma!? — Cuestione exaltada, mientras golpeaba su estómago con mi mano — ¿¡Crees que esto es divertido!? — Espete irritada por su comportamiento, mientras escuchaba como chillaba dramáticamente de dolor, retorciéndose sobre el colchón — Ja. Y dices que yo soy la que parece una niña y no puedes ni soportar un golpe — Añadí en un tono sarcástico, sin aun apartar la mirada del rubio, mientras me incorporaba sobre el colchón.
