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El tiempo había pasado con mucha prisa dejando con el muchos recuerdos, los cuales aunque no lo desee de esa manera se olvidarían. Pero yo nunca pude olvidar aquel día con aquella propuesta y una promesa de por medio.
Aún podía recordar a Jimin, aunque no del todo, solo recordaba los momentos que fueron más importantes para mí y uno de ellos fue la última vez que lo ví, ese fue el momento de nuestra despedida. Desde aquel momento nunca más lo volví a ver, ni tener ningún tipo de comunicación con él.
...
— ¿Estados Unidos? — Pregunté sin aún creer lo que, él pequeño decía.
— Sí — Asintió cabizbajo.
Un tremendo dolor en mi estómago se hizo presente, mientras sentía como mis ojos se humedecieron. Un triste silencio abarcó el cuarto de el pequeño, de mejillas regordetas.
— ¿Volverás pronto? — Pregunté con aquella vocecita, la cual estaba llena de miedo.
— No lo sé, creo que no. Papá, dijo que estudiaré allá — Explico sin aún mirarme, seguía cabizbajo. En su voz se notaba la tristeza.
Mis ojos no tardaron en dejar caer las lágrimas acumuladas y en un acto rápido me lance sobre él, abrazándolo, este no tardó en responder, mientras sollozaba en mi hombro.
— No quiero irme, quiero quedarme aquí contigo, seguir estudiando en la misma escuela, ir a tu casa a jugar...Quiero quedarme aquí — Sollozaba al explicarlo.
En ese momento no entendía el porqué mi mejor amigo, Park Jimin, tendría que irse lejos de mi lado, ni mucho menos el porqué me dolía mi corazón, lo único que sí tenía muy en claro era que no lo quería ver de esa manera, sollozando en mi hombro.
— Yo tampoco lo quiero, pero...No llores más, no sirve de nada — Sonreía al explicarlo, mientras limpiaba sus lágrimas.
El pequeño, tenía sus mejillas y nariz roja por causa de sus sollozos, el cual aún se encontraba cabizbajo, así que tomé su mentón y con suavidad lo levanté para que así pudiese verme.
— Si está es la última vez que nos veamos, quiero recordarte sonriendo ¿Si? — Sonreía al pedírselo en un tono suave y dulce, mientras mi labio inferior temblaba acusa de las intensas ganas de llorar.
Pero, aunque quisiera llorar junto a él, no podía hacerlo, no debía verme débil frente a él y menos cuando trataba de hacerlo sentir mejor.
— Jimin, mírame y sonríe para mí — Le pedí por última vez, sin dejarlo de mirar.
Él aún no quería levantar su mirada, pero conseguirá que me mirase y que sonriera. Con agilidad y sin que se diera cuenta me acerque a su mejilla robándole con rapidez un beso en esta. Sus ojos estaban muy abiertos y sus rostro no tardó en tomar un fuerte color carmesí, era realmente tierna aquella reacción del pequeño.
...
Y su sonrisa es lo último que recuerdo de aquel pequeño que decía ser mi amigo, aquel niño con mejillas regordetas y de un leve color rosa en ellas, que al sonreír sus ojos desaparecían, mientras que se hacía presente un pequeño diente roto en la parte superior de su dentadura.
Desde aquel día no lo volví a ver más y supe por mis padres que a la semana siguiente la familia Park, ya se había mudado.
Para mí fue fuerte aceptar que no volvería a ver, ha Jimin, por un muy largo tiempo, quedando de esa manera nuestra promesa en el olvido.
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