Ella.
—No puedo más —le dije a Fernando mientras me apoyaba sobre él—. Estoy muerta.
—Tranquila, ya no falta mucho. ¿Cómo te ha ido hoy?
—Bien, hasta eso, la mesa de la familia que llego en la tarde me dejo buena propina. Y con las demás mesas, pues no me puedo quejar.
—A las mujeres es más fácil que siempre les dejen propina.Me reí.
—Buen punto, pero a veces hay que aguantar los ridículos flirteos de algunos chicos o señores grandes, que, por cierto, que asco.
—Ve el lado bueno, te consigues un sugar daddy y adiós trabajo —bromeo riendo.
—No lo necesito, me gusta pagarme mis cosas.
—Y por eso me encantas, nena —me dijo tomando mi cintura.
—Hey hey —le respondí soltando su brazo de mi.
—Perdón, perdón. No lo vuelvo a hacer —dijo por último con una ligera sonrisa, yéndose hacia la mesa que estaba atendiendo. Solo rodé mis ojos, él siempre bromeaba así.Las únicas ventajas que le veía a este trabajo, era que me permitían venir solo fines de semana y no me iba realmente mal; además, podía saciar mi vista de bellos chicos cada día. Por ejemplo, el chico de cabello totalmente oscuro, piel blanca y sonrisa perfecta, que había venido temprano con su familia. Parecía muy serio, claro con su familia se veía alegre, pero en cuanto yo me acercaba, su semblante se tornaba un poco serio; que flojera de hombre, un poco de amabilidad no vendría mal. Eso sí, nada malo para mis ojos.
Todo el día había estado movido en el restaurante, la gente salía y entraba en cada momento, al menos durante las horas de comida. Todo se calmó entre las siete y las nueve, pero después se tornó movido nuevamente. Esto, por una parte, hacía que mi día se fuera más rápido, pero que a la vez me cansara más. Solo deseaba que el día terminara de una vez por todas y llegar a mi casa a dormir.
A la mañana siguiente, me despertó la alarma que tenía programada a las siete, realmente odiaba levantarme a esta hora después de llegar a mi casa a las dos de la mañana, pero si no lo hacía, era imposible terminar mis tareas a entregar de los lunes. Mi vida era así cada fin de semana y tenía tiempo deseando que terminara. Solo faltaban otros dos años para eso, por supuesto, mientras no me atrasara en mis materias, aunque generalmente no lo hacía. Con el trabajo encima, ya no podía darme el lujo de sacar las notas más sobresalientes, pero sí de mantenerme en buen rango; lamentablemente, llegaba a reprobar alguna que otra materia por que el tiempo muchas veces no me permitía entregar trabajos a tiempo, sin embargo, siempre lograba pasar todo bien en la semana de exámenes de segunda oportunidad.
Cuando mire el reloj, ya eran las diez de la mañana, pero finalmente había terminado las tareas. No pensé que realmente lo fuera a hacer. Todavía aproveche para dormir una hora más y después comenzar a arreglarme para ir a trabajar de nuevo. Mi padre se encontraba podando el césped, podía escucharlo desde mi habitación pesé a que tenía la música a todo volumen mientras me maquillaba. Al final me coloque el uniforme rápido, tome todas mis cosas y bajé, mi papá me preparaba un baguette casero para llevarme al trabajo, el olor era delicioso.
—Gracias, papá.
—Por nada, amor. ¿Ya estas lista? —asentí.
—Si, vamos, no quiero llegar tarde.
—¡Llevaré a tu hermana, Aaron! No tardo —gritó para que mi hermano pudiese escuchar, seguro estaba jugando Free fire o alguno de esos jueguitos.Subí al auto con mi papá, en el camino iba respondiendo mensajes a mis amigos, al parecer querían salir el próximo viernes, la situación era que yo estaría trabajando y dudaba mucho poder ir, siempre salía muerta.
—¿A qué hora sales hoy? —cuestiono mi papá, siempre que podía, venía a recogerme.
—No tengo idea, pero espero no muy tarde.
—Márcame, si sigo despierto sabes que vengo por ti.
—Vale, lo haré.
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Bonita mentira. (Mariana Soriano)
Romance"Si me hubiesen advertido que la mentira en la que me estaba adentrando me iba a terminar destrozando, muy probablemente no hubiera accedido a ella, supongo que mi inexcusable atracción hacia él fue la que no me dejo pensar con claridad y hacer algo...