Capítulo 5. De nuevo él

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Ella.

Cuando me percaté de la pequeña escena dentro de aquella mesa, decidí retirarme rápidamente para evitar estar cerca, se había sentido la incomodidad en el aire. Cuando entre a la cocina para checar unos platillos de una mesa que aún no salían y regrese, me percate de que aquel chico de tez blanca y cabello oscuro ya no estaba más, realmente me estaba preguntando qué había ocurrido para que ya no estuviera. Siendo algo que no me concernía, decidí ignorar aquello y seguir con mi trabajo, el lugar se encontraba repleto y sabía que todavía me esperaba una noche larga.

Cuando mis ojos se abrieron el sábado por la mañana, sentí mi cuerpo tan pesado que realmente no me sobraban ganas de pararme, había terminado tan cansada por el trabajo que hasta había soñado con ello y ya no faltaba mucho para tener que volver a entrar. Mire el reloj que marcaba las diez con cuatro, podría dormir un rato más o ponerme a hacer la tarea que tenía, aunque realmente la primera opción me agradaba más.

Efectivamente había optado por eso, pues como quiera las tareas pendientes, no requerían de mucho tiempo, entonces podría dejarlo para el día siguiente que estuviese más descansada. A como se veía el trabajo, dudaba salir muy tarde.

—Niña, no te duermas —me decía Sergio mientras recargaba mi cabeza sobre la barra del restaurante.
—Acabe muerta el día de ayer, déjame —le respondí cerrando mis ojos por unos segundos.

Escuché la ligera risa de él alejarse, cuando abrí mis ojos me di cuenta de que una mesa en mi área estaba llegando, y vaya sorpresa, no sabía cuántas veces me había tocado ya encontrarme con aquel atractivo chico.

Rápidamente me incorpore y me mire en el reflejo de mi celular para cerciorarme no verme tan destrozada, y aunque mis ojeras eran más que evidentes, el maquillaje ayudaba un poco. Me acerque a él para entregarle la carta y cumplir con mi trabajo, sencillamente.

—Buenas tardes...
—¿Zara, cierto? —cuestiono sin dejarme terminar. Me quede callada por unos cuantos segundos.
—Así es, ¿gusta algo de tomar por el momento?

Lo observe detenidamente, miro la carta apenas unos segundos y levanto su rostro hacia mí, fue imposible no sentir mis manos temblar un poco.

—Solo quiero una Victoria por el momento —respondió con apenas una pequeña sonrisa, dios, odiaba que su semblante fuera tan serio.
—Por supuesto, ya la traigo. Con permiso —una vez dicho esto me retire rápidamente de ahí.

Quería tratar en mayor medida de lo posible, evitar estar mucho por aquella mesa, era demasiado atractivo para mi tranquilidad y demasiado serio para mi gusto. Tan bien que podría lucir si sonriera más.

Tras una hora de haber consumido puras cervezas y apenas una entrada, vi su mano levantarse nuevamente. Seguramente seria otra cerveza.

—Oye, sé que esto va a sonar un poco extraño... —me dijo cada palabra de manera detenida, todavía podía percibir sus dudas en si continuar o no.
—¿Si? —cuestione tratando de que siguiera con lo que iba a decir.

Miro a su alrededor y nuevamente poso su vista en mí.

—¿Cuál es la hora que cierran aquí? —fruncí el ceño ante aquella pregunta, no es como si a los clientes les importara mucho ello.
—A la una cerramos el día de hoy, joven.

No sé porque sentía que todavía faltaba algo, él simplemente había asentido, pero parecía demasiado pensativo. Ignoré aquello y me di la vuelta con la intención de desaparecer de ahí.

—Bueno, más específicamente —menciono abruptamente al momento que ya me encontraba espaldas de él—. ¿A qué hora sales tú el día de hoy?

No pude evitar abrir los ojos completamente de sorpresa. Me mantuve a espaldas por unos cuantos segundos y como pude me di la vuelta hacia el nuevamente.

—Si para la hora de cierre ya no tengo alguna mesa, esa es mi hora de salida.
—Lo siento si te incomode o algo, ¿podrías traerme la cuenta, por favor?
—Por supuesto.

Sentí mis pies caminar tan rápido que podía jurar casi haber corrido de ahí, cuando llegue hacia la caja, Lucia me miro con el ceño fruncido.

—¿Qué te pasa? —cuestiono riendo ligeramente.
—No lo sé —respondí mientras volteaba a su mesa, rápidamente desvié mi mirada al percatarme de la suya hacia acá—. Solo dame la cuenta de la mesa cincuenta y cuatro, please.
—Por supuesto, niña loca —volvió a reír.

Me entrego la cuenta, como pude volví a la mesa para entregarle la misma al chico.

—Quiero ser honesto —dijo abruptamente en cuanto le entregue la bauchera—. Hay un pequeño favor que necesito de ti.

Por supuesto que se había dado cuenta de mi expresión asustada y llena de confusión, pues rápidamente aclaro su garganta para continuar.

—¿A qué se refiere con favor?
—Se que suena un poco extraño para ti, pero necesito platicarlo contigo más tranquilamente. Se que ahora estas trabajando...
—Si es un favor —interrumpí—. ¿Qué tan difícil tiene que ser como para no decírmelo ahora?

Vi que saco su cartera, tomo unos cuantos billetes y los coloco en la bauchera, sin siquiera fijarse en cuanto había dejado.

—No es nada malo, no te asustes —me miró fijamente, dios—. Vendré cuando termines tu trabajo hoy, espero puedas aceptarme una cerveza o algo.
—Pero no conoces la hora en que salgo.
—¿Eso quiere decir que sí?
—No lo sé, salgo tarde, es arriesgado.
—Bueno, me las ingeniaré, esperare abajo desde las doce.

Me quede atónita observando cada movimiento que hacía, desde que se levantó hasta que cruzo la puerta del restaurante.

¿Qué diablos había sido eso?

Me preguntaba porque no me había pedido mi número si quería saber a qué hora salía, aunque tampoco quería apresurarme a nada, porque no tenía idea de lo que estaba ocurriendo, ¿Qué clase de favor podría una chica como yo hacerle a un chico como él? ¿Limpiarle su casa? ¿Cuidar a su perro?

Si era honesta, lo que restó del día mi mente se encontró perdida a cada rato pensando en todo aquello y cuestionándome si realmente vendría para cuando yo saliera, en realidad dudaba de ello, pero la idea me seguía provocando un sinfín de inquietudes. Mentiría si dijera que no sentía nervios.

Para cuando el reloj marco las doce y media, yo ya había terminado y me encontraba guardando todas mis cosas para partir a casa, solté mi cabello dejando mi cabeza descansar del moño de todo el día y tome asiento para pedir un Uber; éste llegaría en se suponía cinco minutos, asa que opte por salir del restaurante.

Por supuesto que no estaría aquí, tan tonta.

Al cabo de dos minutos un llamativo carro rojo iba frenando en mi dirección, al checar las placas de éste y las que marcaba mi celular pude darme cuenta de que éstas no coincidían. Ese no era mi Uber.

Abrí mis ojos cuando la puerta del piloto de ese auto se abrió y dejo a la vista al chico del restaurante, quería huir de ahí.

—¿Te llevo? —negué con la cabeza.
—Gracias, pero estoy esperando un Uber.

Asintió ligeramente.

—Bien, entonces trataré de ser breve.

Cuando se acercó a mí, todavía podía percibir su cuestionamiento entre decirme o no. No entendía, ¿Quería que vendiera drogas para él o algo?

—Si es vender drogas, de una vez te digo que no...

Frunció el ceño para segundos después reír ligeramente, dios, ayúdame, que bella sonrisa.

—No no, nada de eso, no te preocupes. Solo dime que lo que te diré lo pensaras muy bien.

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Esta vez tardé un poco mas en actualizar, les pido una disculpa, estuve trabajando y salia muy tarde :(

Sé que aun son pocas/os los que están leyendo la novela, pero estoy muy muy agradecida, espero les esté gustando. Y si tiene alguna duda o sugerencia, haganmelo saber en un comentario, graciasss. Tengan lindo día!

Bonita mentira. (Mariana Soriano)Where stories live. Discover now