♦️2O - Testigo lunar.

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Probablemente, habían sido los días más agotadores para todos.

Lucy le había contado a Erza sobre la propuesta de Natsu a tráves de su lácrima de comunicación y Juvia había llegado al gremio con Gray arrastrando para contarles a todos que ahora estaban comprometidos y que oficialmente, el núdista era de su propiedad.

No podía negarlo, estaba más que orgullosa de ver que ese trío de animales llorones habían logrado tener los pantalones suficientes para atreverse a dar el siguiente paso, estaba muy feliz por ellos. Sin embargo, había un vacío en ella, pues prácticamente la mayor parte de su generación se estaba emparejando con alguien o se estaban casando siendo ella la única que no, es decir, ¡Hasta Wendy, la más inocente e inexperta estaba con Sherria!

Cerró sus ojos y hecho su cabeza hacía atrás, tal vez algo decepcionada de Jellal, de ella y de las oportunidades perdidas.

—¿A qué viene ese rostro poco agraciado? Ge-hee— Abrió su ojo derecho para encontrarse con el robusto cuerpo de Gajeel, quien sonreía burlón como siempre.

—¿Porqué no tienes cejas?

—¡Oh, vamos! ¿Porqué siempre que me quieren evadir hacen esa pregunta? Al menos usen algo más original.

—Bueno.— Se incorporó para mirarle fijamente. —¿A qué se debe ese peinado de Raditz?

—¿Lo ves? ¿Qué te costaba ingeniar una nueva burla sobre mi apariencia física que probablemente me cause secuelas de inseguridad en el futuro para evadir mi pregunta?— Redfox tomó asiento justo delante de ella, sin borrar la sonrisa de su rostro y de paso provocando una en la de cabello escarlata. —¿Me piensas decir que te ocurre, o estoy esforzandome en vano?

—Bien... a decir verdad estoy algo triste.

—No me cuentes cosas obvias.— Gajeel arqueó sus piercings. —¿Es por ese princeso estúpido?

—Si.— Soltó una bocanada de aire. —Estos días que ha pasado en Magnolia haciendonos compañía solo hacen que me confunda más. A veces me hace creer que no siente lo mismo que yo siento por él y otras...— Se ruborizó y por acto reflejo, se dio un suave golpe en el rostro. —Simplemente no lo entiendo.

—Entonces... ¿Qué hay de los anillos que compraste?

—En realidad no estoy tan segura de pedirle matrimonio a alguien que no sabe lo que quiere.— Hizo una mueca, desviando su mirada.

—Bueno... Jellal es una persona muy cobarde.— Gajeel ignoró su ambiente burlon para dedicarse a hablar en serio con su camarada. —Y sí, también ha cometido errores y cagadas que hasta vergüenza da nombrarlas... pero estoy seguro de que te quiere y mucho.

—¿Entonces porqué no simplemente me permite saberlo? ¡Siempre tengo que tomar la iniciativa yo, para al final quedar en rídiculo por su culpa!

—Porque es obvio que está asustado.— Ante esto, recibio una mirada confusa de la peliroja. —La ha cagado tanto como ser humano que tiene miedo de volver a equivocarse. Tal vez piensa que si se compromete a algo más serio contigo las cosas se van a tornar lo suficientemente turbias como para hacerte daño y por lo visto, eso es lo que menos quiere en estos momentos.

—¿Pero porqué Jellal me haría daño? ¡Él ya no es más esa persona egoísta y maligna que combatimos en la torre del cielo!

—Titania.— Inesperadamente, el Dragon Slayer atrapó las manos de la maga entre las suyas, tratando de crear un trato aún más serio que antes y también, con más confianza. —No todas las héridas son tan literales y eso deberías haberlo aprendido ya.





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