[ 𝐁𝐢𝐠 𝐅𝐨𝐮𝐫 ] Natsu, Gray y Gajeel no tienen la menor idea de como tomar la iniciativa para proponerles matrimonio a sus novias, por lo que caen en una cómica burbuja de depresión en medio del gremio, pero Erza Scarlet hará su mayor esfuerzo...
Se detuvó a la entrada de una casa pequeña, frente a uno de los puentes que desviaban de Magnolia. Su respiración estaba agitada y sabía que si no se tomaba un respiro, al entrar, podría tener un maldito ataque cardiaco por lo sumamente exasperante que era la noticia.
Erza no estaba segura de que sentir al respecto. No podía enojarse con Natsu, no era su culpa del todo y claro, digo del todo puesto a que Erza pensaba que Natsu podría haber sido un poco más sigiloso para esconder los anillos.
—Pero finalmente, Natsu no entiende el sigilo, el romance, la vida y muchas otras cosas más.— La peliroja suspiro. —Sigue siendo un niño, uno muy idiota.
—Ok, escuche que alguien me insulto.— La puerta se abrio de repente, dejando notar a un Natsu con el ceño fruncido. Al ver a Erza, se tranquilizo, no iba a atreverse a enfrentarla. —¡Oh, E-Erza! ¿Qué te trae por aquí? ¿Vienes a darle la bienvenida a Gildarts?
—Entra.— El rostro de Erza ahora estaba oscuro y su voz causaba escalofríos. Natsu se quedo en shock. —¡QUE ENTRES, JODER!
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—¡Y-Y-YA VOY!— Dragneel saco su faceta más marica al aire, ingresando a casa de Gildarts, seguido por Titania.
—¿Qué es todo ese ruido, muchacho?— Clive salio de la cocina junto a Happy, ambos cargando con una bolsa de patatas mágicas y al mirar a la visita inesperada, comprendio el alboroto y el terror del Dragon Slayer. —¡Erza, tiempo sin verte!
Pero para esto, Erza aún sostenía su espada.
La sostenía cerca de un área vital en la que si hierese a Natsu, podría dejarlo sin herencia.
—Ayúdenme...— Murmuró el pelirosa con lágrimas de cascada, sin entender absolutamente nada. Erza era salvaje, él lo sabía mejor que nadie pero ¿A qué se debía ahora su malhumor? Tembló con el rostro morado, girandose para visualizar la cara de Scarlet.
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—Vaya.— Happy soltó. —Parece molesta.
—Nah, no tanto.— Gildarts comió una papita. —Tal vez solo está en sus días.
