18. Cena familiar

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De nuevo en la tienda, pero con una diferente situación que la vez anterior.

—¡¿Cómo?! – Exclamé. –Sharon, necesito la casa esta noche.

—Lo siento, Ab. Ya le dije a Liam que podríamos cenar con sus amigos. No puedo cancelar la cena.

—No puedes hacerme esto, Sharon. Sabes el esfuerzo que hacen mis padres viniendo a verme.

—No me hagas sentirme culpable. Invítales a cenar a un restaurante.

—No tengo dinero. Me lo gasté en un estúpido pub, ¿Recuerdas?

—Entonces dile a Harry que si podéis cenar los cuatro en su casa. Seguro que tu madre estará encantada de por fin verte con novio.

—¡No es mi novio! – Exclamé.

—Como digas. Te dejo, estoy comprando la cena para esta noche. Suerte.

La chica colgó inmediatamente la llamada.

Puse mis ojos en blanco y guardé mi móvil en el bolsillo intentando buscar el lado coherente a la situación, encerrada en la sala de mi trabajo donde dejábamos nuestras pertenencias.

¿Podía encontrar en apenas cinco horas una solución? Me era imposible.

Excepto tener el valor para pedirle ayuda a Harry...

Pero, ¿Lo tenía? Me mataría si le pidiese algo como eso.

Sin embargo, era la única solución que quedaba. Necesitaba al menos intentarlo.

De nuevo saqué el móvil y busqué en la agenda el número del chico. Cogí aire y pulsé, poniendo la llamada en curso.

Tres pitidos. Cuatro. Mis nervios crecían.

—¿Qué pasa, Abbie? – Preguntó su voz.

—H-hola, Harry. – Balbuceé.

—¿Estás bien?

—Sí, sí. Lo estoy.

—¿Qué pasa?

—¿Puedes venir a recogerme después del trabajo? Necesito pedirte algo.

—Claro, allí estaré.

—Gracias.

Escuché una leve sonrisa al otro lado del teléfono. Después, finalizamos la llamada.

El día se pasó rápido, y en menos de tres horas me encontraba de nuevo en la sala, recogiendo todas mis cosas para salir disparada de esa tienda.

Y así fue. Salí al exterior respirando el aire de la ciudad de Baltimore que tanto me gustaba al salir del trabajo, pero tan poco me agradaba generalmente.

Decidí esperar a Harry sentada en el banco de enfrente de mi trabajo, el famoso banco.

Suspiraba. ¿Cómo le diría eso?

Dos manos se posaron en mis ojos, impidiéndome ver. Sonreí inevitablemente. Sabía de quién se trataba.

—¿Quién eres? – Pregunté, juguetona.

—Adivínalo.

—¿Tienes el pelo rizado?

No hubo respuesta instantánea.

—Sí. – Dijo, finalmente.

—¿Tienes ojos verdes?

—Ajá.

—¿Eres Harry?

El chico destapó mis ojos y se puso enfrente de mí. Automáticamente me levanté y le di un pequeño beso en su mejilla.

WHISPERS - Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora