44. Oliver Franklin

63 2 0
                                    

—No es algo que le suela decir a mucha gente, Abbie. – Contestó.

—¡Solo me has usado para acercarte a él! ¡Sólo querías saber más de él usándome!

—Harry me ha amenazado. – Dijo, tajantemente.

Fruncí el ceño y le miré, preocupada y sorprendida.

—¡¿Qué?! – Exclamé.

El chico dio una vuelta por mi habitación, examinándola. De repente, cogió un cubo de rubik y se sentó en mi cama.

—Pobre ingenuo. – Añadió. – Si supiese que tú fuiste la que aceptó una apuesta de este descabellado Horan...

—¡No se lo dirás! – Exclamé, poniéndome de pie.

—¿Por qué estás tan segura?

Fui rápidamente a su lado. Me puse enfrente de él y apoyé mis manos en sus rodillas. Le miré fijamente a los ojos y fruncí los míos, amenazantes.

—Porque no lo has hecho aún. – Murmuré, en su cara.

—¡Wow! Veo que juegas con tus dotes de mujer.

—Siempre lo hago.

—No lo he hecho aún, Abbie. Él me amenazó con matarme si contaba algo de lo que pasó a la policía.

—¿Y lo vas a hacer?

—¡¿Crees que no me han amenazado veces en mi trabajo?! Lo diré. Es mi obligación.

—Niall, me matarán. Y a él también. Escuché decírselo a Brad.

—No te matarán. Yo me encargaré de que no lo hagan.

—Por favor. Por favor. No lo hagas.

—¿Pero, por qué debería no hacerlo?

—Porque sé que no podrás defenderme y porque sé que no quieres verme muerta.

Mi mano acariciaba sensualmente la cara del rubito. Cogí aire y le besé la mejilla.

El chico no movió el rostro ni un milímetro.

Quizás no era el mejor camino para atajar, pero era el más efectivo en un momento así.

Mis labios se separaron de su cara y yo miré a Niall, quien se encontraba perdido.

—¿Por qué has hecho eso? – Preguntó.

—Necesito que me guardes el secreto, Niall.

El chico bajó su mirada y entrelazó sus manos mientras yo me puse de pie, intentado darle tiempo para que se decidiese.

—¿Y bien? – Repliqué.

—G-guardaré vuestro secreto.

Le sonreí y acaricié su pelo rubio que adornaba su cara.

(...)

Terminé de imprimir todos los artículos de esa página web, subrayando todo lo que me parecía destacable.

Salí disparada del apartamento, en dirección a casa de Harry, sin saber muy bien cómo hacer para que él cediese a hablar conmigo, cosa que se había negado a hacer desde aquel día.

Conduje por las calles de Baltimore hasta llegar al portal del chico.

En la entrada, me encontré a la madre y los niños que vivían en la puerta de enfrente de Harry, la que él siempre ponía como vivienda propia para controlar quién entraba y salía del edifico en su búsqueda.

Sonreí al pensar una habilidosa forma de conseguir que el chico abriese su puerta.

Subí a toda prisa las escaleras del portal. Miré la casa de Harry pero me situé en la puerta de enfrente. Carraspeé mi garganta y llamé un par de veces al timbre.

Nadie me contestaba, pues no había nadie en casa. Estaba ansiosa de que Harry entendiese mi indirecta y se dignase a abrir la puerta.

Llamé un par de veces más, y al fin escuché abrirse la puerta de enfrente, la de la casa de Harry.

Me di media vuelta, satisfecha, y me acerqué rápidamente.

—¡Has entendido mi indirecta! – Exclamé.

—¿Qué diablos estás haciendo aquí?

—¿Puedo entrar?

Miré a Harry, quien se escondía detrás de la puerta. Su pelo estaba más alborotado de lo normal. Sus ojos estaban rojos y su rostro mostraba barba de algunos días sin afeitar.

—¿Estás bien? – Pregunté.

—Será mejor que te vayas. – Murmuró.

—¿Qué te pasa? – Insistí.

—¡He dicho que será mejor que te vayas!

—Harry, traigo algo que no te disgustará. Oliver Franklin, el asesino de tu padre, no está muerto.

El gesto del chico se congeló. Sus ojos se aclararon de repente y su cuerpo se estiró, como si de un gesto automático se tratase.

Su ceño se frunció y me dejó paso, cerrando después rápidamente la puerta de su casa.

—Pasa al salón. – Me exigió.

Cargué el bolso en mi hombro y fui hacia donde él me indicó. De nuevo recorrí aquel pasillo hasta llegar al sofá en el cual me senté.

—Estas cosas no me hacen gracia, Abbie. No quiero verte más, ¿acaso no lo entiendes? Aunque sea prácticamente imposible, debes intentar desentenderte de todo esto.

—No es ninguna broma, Harry. Ten.

Saqué los papeles que me había encargado yo misma de imprimir y se los tendí.

El chico los cogió y les echó un vistazo.

—¿Recuerdas aquel día que me tuve que encerrar en el armario de la caseta del bosque?

El chico retiró la mirada de las hojas para de nuevo mirarme. Asintió fríamente, mientras su ceño seguía fruncido.

—Un hombre entró antes que tú en esa habitación. Me dijo que Oliver Franklin no había muerto, y que no te lo dijese. Pero creo que ahora es cuando debo hacerlo. De repente encontré eso que tienes en las manos por internet y descubrí que ese tal Oliver Franklin fue el asesino de tu padre, y a quien los Skills se encargaron de asesinar. Pero no, Harry. Oliver trabajaba para los Skills. Él mató a tu padre, pero Brad no le mató a él. Él sigue vivo.

El chico tiró todos los papeles contra el sofá.

—Abbie, vi el cadáver de ese hombre. Está muerto, ¿vale?

—Encontré estos datos por internet.

Rebusqué entre los papeles y le tendí un folio.

—Es la fecha desde que tú llevas trabajando para los Skills y desde que Oliver supuestamente está muerto. – Pregunté.

Harry asintió y de nuevo tiró el papel contra el sofá.

—Bien, en el encabezado de la foto ponía una fecha...

Harry frunció el ceño mientras yo rebuscaba entre los papeles.

—Sabes mis dotes de observación. Ten.

De nuevo Harry cogió el folio donde reuní alguna información sobre ese hombre.

—He conseguido una información bastante valiosa. Ahí tienes todos los Oliver Franklin que han vivido aquí en los últimos cien años. – Dije. – El último que murió fue hace cincuenta, Harry. Y ninguno de ellos ha desaparecido.

—¿Qué quieres decir con esto, Abbie?

—Quiero decir que, si ese hombre hubiese muerto o desaparecido, constaría ahí. Y no. Sólo hay tres Oliver Franklin ahora mismo. Y ninguno muerto ni desaparecido. ¿Entiendes?

—Entonces... ¿Es cierto que Oliver Franklin trabaja para los Skills?

—Sí, Harry. Oliver nunca ha muerto.

WHISPERS - Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora