Capitulo 3: El castillo

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Catalina.

—Deja de decir "Wow" cada dos segundos ¿Puedes?—pedí casi en una súplica a mi hermana Kayla.

Ella hizo caso omiso a mi petición y continuó  mirando por la ventana de la limosina, repitiendo una y otra vez "Wow es increíble" "No puedo creer que valla a vivir aquí" "Soy una princesa" "Wow"

Su voz chillona hacía que me la cabeza me explotara y que me ponga de mal humor.

«Oh créeme, no es agradable cuando me pongo de malas»

Resoplé y rogué por llegar lo más pronto a lo que sería mi prision por quien sabe cuánto tiempo.

Mamá tenía las manos sobre su regazo, jugueteaba con sus dedos y la notaba bastante nerviosa y preocupada. No es para menos, con una hija loca, rebelde y nada disciplinada como yo, era lógico que iba a estar intrigada de cómo me comportaría en el momento que ella me tenga que presentar frente a toda ese bola de gente y del ridiculo que la haría pasar.

Blair estaba sentada al frente mío, comiendo muchos dulces y chocolates qué había en la limosina, a mi no me apetecía ninguno. Desde la noticia que mamá se casaría con el rey mi apetito disminuyó notablemente.

Aún no bajábamos de la limosina, pero como e común, los castillos siempre tienden a ser de ensueño con hermosos jardines, piletas de agua e incluso lagunas. Bueno así mismo es el de nosotros.

Un extenso parque rodeaba el exterior del castillo, con rosas perfectamente alineadas, observe que incluía  jardines. Una pileta de agua exactamente en el medio del patio del castillo junto a dos granjas  alejadas del lugar, me sorprendieron. No creí que un palacio tendría todo eso, noté también pequeñas casas de campo ocupadas por los empleados.

El camino para llegar hasta las puertas reales era muy lejos, lo cual me molestaba ya que odiaba caminar. Una avenida de doble vía jalonada de árboles y muchas flores, era con lo que te encontrabas al pisar el alrededor del castillo. Fácilmente puede confundirse con un parque bastante extenso.

En esencia es un diseño de estilo georgiano y victoriano sobre una estructura medieval, con toques rústicos y reinventados en un estilo moderno.

Agradecí que no tuviera esas ridículas estatuas hechas con plantas en las entradas, se vería totalmente horrible.

Era bonito, no lo iba a negar pero eso no haría que lo dejara de detestar.

El conductor de la limosina se bajó de la misma y nos abrió la puerta, tendió la mano hacia mi madre para ayudarla a salir, ella agradeció con amabilidad, después quiso hacer lo mismo conmigo, pero yo me negué, sólo Dios sabe dónde habrá puesto sus manos ese señor.

Entonces las enormes puertas del castillo se abrieron y a lo lejos podía verse a un hombre acercarse, este vestía una camisa beige perfectamente planchada y unos pantalones negros con zapatos del mismo color. El hombre aparentaba de unos cuarenta años incluso un poco menos, sus facciones eran marcadas y bastante varoniles. Una sonrisa de oreja a oreja adornaba su rostro.

Mientras más nos acercábamos observé a mamá con la misma sonrisa. Ambos se miraban a los ojos y no se despegan de ellos, era como si ya se conocieran desde antes, es como si..

«Aguarden»

El hombre llegó hasta nosotras y con suma delicadeza tomó la mano de mi madre entre las suyas.

—Querida—saludó dándole un corto beso sobre el dorso de su muñeca. Mi madre sonrió.

«¿Qué

Una princesa en zapatillas ©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora