Capitulo II "Quedate con migo"

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Me caí al suelo por los tres balazos sentía un gran dolor y Dahak se da la vuelta y me vuelve apuntar con el arma solo que en la cabeza.

—¿Eres Superman? que no vas a suplicarme que no te mate.—Decía mientras apuntaba con el arma.

—No Dahak, no pienso suplicarte que no me dispares y para no dejarte con la información Corta si me mata iras a la cárcel y así no podrás estar con Edurne, al menos ella podrá salir ilesa de esto.—Le decía intentando distraerlo y que viera mi cara para poder sacar el arma que traía en la pierna la saqué y le apunté al él también.—Bien y ahora ¿que dices?, ¿estamos empate?

—No aún non yo te sigo llevando ventaja tú sigues teniendo tres balas adentro de tu cuerpo.—Señalé dónde estaban las balas.

—Sí, pero...—En eso fui interrumpido por las órdenes de los policías

—Policía Nacional suelten esas armas los dos sino abriremos fuego.—Les hable por el megáfono. 

—Con su permiso oficial, pero necesitó pararme después arrojaré el arma.—Me comencé a parar como podía cuando estaba de pie lancé el arma lejos de mí y en eso Dahak me tira un balazo en el pie y sale corriendo.

—Policía Nacional, deténgase no corra o abriremos fuego.—Teníamos un herido y otro que escapaba, pero si tardábamos más tiempo perderíamos a ambos.

—¡Steven!—Grité lo más que pude en eso lo veo llegar.—Ayúdame a levantarme.

—Sí señor.—Como pude lo ayudé a levantarse de repente llega el oficial.

—Lo lamento ¿en que podamos ayudarle mientras la ambulancian biene?.—Pregunte un tanto nervioso por su respuesta.

—Muchas gracias oficial, pero yo estaré bien solo hagame un favor averigüe lo que pueda de él cualquier cosa me vale.—Dije con una expresión de dolor, pero al mismo tiempo alegría en mi cara.

Nos dirigimos donde estaban los demás y cómo pude llegue al carro, Edurne ya estaba hay junto con otros guardaespaldas.

—Edphal ¿Qué tienes?.—Pregunte un tanto preocupada se miraba que le costaba caminar.

—Tengo tres balas en un brazo y una en la pierna.—Como pude me subí al carro.—Pero no te preocupes estaré bien.—Le di un beso.

—Pero ¿como vas a estar bien si tienes cuatro balas?—Le acaricie su cabello rubio y mirando sus ojos azul brillante.

—Tranquila estaré bien, Steven vámonos a la casa.—Me acomodé en el asiento.—Por cierto, quieres irte a tu casa o quieres conocer la mía.—Sonreí.

—Y ¿por qué mejor tú no vienes a la mía y la conoces y de paso te curo?—Sonreí.

—Pues ya la conozco.—Susurre.

—Así que me tienes bien investigada.

—No porque no sé cuál es tu casa.—Dije un tanto nervioso.—Steven llévanos a la casa de Edurne, Edurne dile adonde vives.

—Steven llévanos de una vez por favor.—Sonreí.

—Claro con mucho gusto.

Me recosté sobre Edurne mientras llegábamos y ella me hacía caricias en la cabeza en un par de minutos llegamos a la casa.

—Edurne, ¿tú dejas las luces de tu casa encendid?—Pregunte porque en el tiempo que la había estado siguiendo no había visto que hubiera luz en la casa cuando salía.

—No, ¿por qué?—pregunte viéndolo.

—Porqué están encendidas.—Señale la casa de ella.

—Haber iré a verificar yo.—Me bajé del carro y me asomé por la ventana para ver si avía alguien. Pero no mire a nadie me regresé al carro.—No hay nadie

Edurne y el chico de su pasado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora