"Frágil"

De verde a amarillo

"Todavía siento el sabor del café que por las mañanas me preparabas antes de irte al trabajo, ese sabor no tan dulce pero tampoco amargo que calmaba mis nervios matutinos. Me duele saber que me abandonaste, te marchaste sin mirar atrás dejando en mí una honda herida que pese al paso del tiempo no ha sanado y se sigue clavando como una persistente espina en mi corazón".

-Amor, es tarde ya y debes levantarte para ir a la cafetería-Los rayos del sol trémulamente pasaban por aquellas blancas cortinas, cayendo directo en el rostro de Levi.

-No quiero levantarme aún. Cinco minutos más, Cariño-Colocando el dorso de su mano sobre su rostro.

-Eres tú quien deseaba abrir de nuevo la cafetería, tienes muchos pendientes por atender y no puedes dejar que Falco se encargue de ellos por su cuenta. Anda a ponerte de pie, el día afuera es maravilloso imposible perderse este esplendido sol que ilumina la mañana aunque no tanto como tu linda sonrisa-Levi se enderezo.

-Lo que dices es tan sencillo, pero como me cuesta trabajo hacerlo-Poniéndose de pie, mirando hacia la derecha-Te veo al rato, Cariño.

Saliendo de aquella alcoba directo al baño en donde se aseo apropiadamente y después bajo a la cafetería, la cual estaba ubicada en la primera planta de aquella vieja casa.

Con su uniforme listo, su cabellera azabache recogida tras un blanco pañuelo y sus manos listas amasando la harina con la que prepararía los postres para ese día.

Los pasos de su hijo se escuchaban, las cortinas metálicas abriéndose al ser alzadas, el sonido del acuoso al meter el trapeador dentro del balde con agua y el aroma a café recién tostado.

-¿Dormiste bien, madre?-Levi asomaba su mirada por una de las ventanillas que estaban en la cocina y conectaban con el área donde estaban las mesas de aquella cafetería.

-Dormí de maravilla, dirá yo-Falco dejaba de lado el trapeador, dando un beso en la frente de su madre-Tsk, mocoso del demoño ¿En qué momento te volviste más alto que yo?

Una sonrisa enorme en los labios de Falco, evocando a quien era su progenitor y el corazón de Levi no dejaba de latir violento.

-Madre, pese a lo mucho que he crecido, no has dejado de verme como un niño-Levi despeino a su hijo.

-Eso es porque eres un mocoso mierdero al que hasta hace unos pocos años debía arropar para que durmiera cómodo-Las mejillas de Falco se sonrojaron.

Estaba por alegar algo, pero la puerta de la cafetería se abrió y dejo ver a cierto joven de castaños cabellos recogidos, el cual entraba tranquilo.

-¡Buenos días equipo! ¿Listos para atender a los clientes en este día tan lindo?-Levi y su hijo miraban al recién llegado como si tuviera una cabeza extra.

Demasiada energía para iniciar el día aunque se perciba por el aroma de su cuerpo que acababa de bañarse, cosa que a Levi le agrado mucho.

-Y jefecito ¿Cuál va a ser mi puesto? Ayer no me lo dijo, tampoco tuve tiempo de preguntarle por su nombre o si quiera de cuestionar mi horario de entrada pero Floch me envió un wasap y me lo dijo-Levi miraba sin entender.

Ese chico era como un lienzo de colores hermosos que se tornaban desde el más profundo de los verdes hasta el más sencillo de los grises, mientras él desde hace tiempo no experimentaba nada más que el mismo tono en su vida.

-Te vas a encargar de atender las mesas en lo que Bertholdt llega, después vas a trabajar en la cocina y allí lavaras los platos-Eren asintió con esa sonrisa enorme.

-Oky-Mirando a todos lados-¿Dónde eran los demás? ¿O es que solo nosotros hemos llegado?

-Mi madre y yo vivimos en el piso de arriba por eso llegamos siempre a tiempo. El resto de los trabajadores entran un poco más tarde, por mientras te muestro donde está el área para que te vistas y así te coloques tu uniforme-Eren se rasco el mentón.