Homecoming

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—Tsukishima... ¿Estás seguro sobre esto? —La pregunta viene acompañada de un tono peculiar, una colisión entre preocupación y curiosidad. El hombre se lleva el pulgar de su mano derecha a su labio inferior y comienza a presionar en la zona. Sus ojos, sin embargo, releen el documento con un brillo voraz en ellos. Es un gesto familiar que Kei ha visto en otros (recuerdos lejanos, memorias enterradas), y por un momento olvida quién está realmente frente a él. Ennoshita debe notar un cambio en su expresión cuando levanta los ojos, porque de inmediato frunce el ceño—. ¿Estás bien?

Kei ajusta sus lentes y endereza su postura de nuevo. Sus manos, frías por culpa del imperdonable invierno de la capital, permanecen entrelazadas frente a él.

—Creo que mi posición se hace bastante clara en el brief, Ennoshita-senpai.

—Sí, pero...

—No lo habría propuesto si no estuviera seguro de que puede funcionar.

Esto parece funcionar para calmar un poco al mayor. Ennoshita le lanza una sonrisa indulgente.

—Sabes que confío en ti, Tsukishima. Pero este es un proyecto importante, y "puede funcionar" no es suficiente. —Ennoshita no dice es tu primer proyecto, pero Kei lo escucha de todas maneras. No dice es imposible que la productora lo apruebe, pero él lo oye igualmente.

—En ese caso, gracias por su tiempo, Ennoshita-senpai. —Kei hace una breve reverencia y, con los labios apretados y calambres en las manos, se da la vuelta para entrar de nuevo en el edificio.

Pero no ha dado más de tres pasos cuando la voz del mayor lo detiene en seco.

—¿Te estás rindiendo?

La única evidencia de que a Kei le ha molestado la repentina pregunta y el sutil aroma a reto con que su superior la ha lanzado, es la vena que resalta en su cuello por culpa de la tensión. Sin voltearse, el hombre contesta.

—¿Cómo puedo rendirme en algo que ni siquiera ha comenzado?

Tan pronto como el argumento deja sus labios, sabe que está acabado. Sabe que es estúpido, una excusa, un mero pretexto que carece de sentido para aquellos acostumbrados a sudar sangre en su camino hacia el éxito. Sabe que Ennoshita lo está mirando con una sonrisa ladeada, porque lo conoce. Ambos se han analizado mutuamente desde que se conocieron en la escuela, si bien en mayor tiene de su lado el tacto y la empatía mientras el otro suele expresar sus conclusiones con cierta crueldad.

—Sabes tan bien como yo que es muy tarde para usar esa excusa. —Kei lo escucha levantarse del banco, botar su lata de café en la basura y acercarse hasta él. Cuando llega a su lado, el menor tiene que voltear la cabeza para ver la sonrisa amable de Ennoshita, y estirar el brazo un poco para recibir el documento que él le ofrece de vuelta—. Me gusta tu propuesta, Tsukishima.

No te rindas, es lo que se puede leer entre líneas.

Kei puede no ser el mejor candidato para sudar sangre porque no le gusta ensuciarse de esa manera, pero es un hombre supremamente terco y orgulloso. Sus cualidades más apreciadas, sus defectos más detestados. Su esencia, dirían algunos; aquello que le obliga a dar un paso adelante o un paso atrás en casi cualquier situación. Kei se mueve para encarar a su superior.

—¿Qué debo hacer para mejorarla, senpai?

*

El silencio en la sala de juntas es, en el mejor de los casos, incómodo. En el peor de los casos, furioso. La calma antes de la tormenta.

Kei traga saliva de manera casi audible, la única indicación de su tumulto interno, y Ennoshita pone discretamente una mano sobre su antebrazo por debajo de la mesa. Ninguno de los dos dice algo, pero el contacto es bienvenido.

Terrace House: Homecoming 2020 (Haikyuu!! Multiship AU, #Volleyball2020)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora