Antes de un primer día importante (el primer día del semestre en la universidad, el primer día en un nuevo club de voleibol, el primer día en un nuevo trabajo de medio tiempo) Tobio siempre, siempre, tiene la misma pesadilla.
Los detalles cambian un poco cada vez, pero en esencia es esto: Tobio, quince años, armador titular del equipo de voleibol masculino de Kitagawa Daiichi. Tobio, quince años, luchando por mantenerse de pie en la cancha bajo el peso siniestro de miradas resentidas. Tobio, quince años, tapándose los oídos para tratar de ignorar los murmullos insultantes de sus compañeros de club. Tobio, quince años, almorzando solo en una esquina del gimnasio. Tobio, quince años, colocando el balón y confiando en que alguien estará ahí para rematar y asegurar que el juego puede continuar; pero nadie está ahí.
En esta ocasión, el elemento distintivo es la presencia de un Oikawa Tooru mayor. No es raro que su senpai aparezca en esa pesadilla en particular (a veces lo ve llorando con frustración, a veces Oikawa lo golpea en la cara), pero sí es inusual que su rostro sea adulto y no adolescente.
En esta ocasión, Oikawa lo sigue con una sonrisa predadora por el pasillo que lleva hacia el gimnasio principal. Tobio se voltea a mirarlo de vez en cuando, y cada vez que lo hace descubre que el hombre se encuentra más cerca de él. Ya que es una pesadilla, Tobio acelera el paso.
En esta ocasión, al llegar a la entrada del gimnasio donde será sometido al silencio o a los abusos de sus compañeros (como si no fuera lo mismo), hay algo distinto. La puerta no es esa estructura metálica que recuerda de su época de estudiante, ni se siente fría al tacto. En lugar de eso, frente a él se alza la puerta de una casa; negra y con la calidez de la madera tras un día de sol. Tobio hace un ademán para abrirla, pero por alguna razón se queda petrificado.
—¿Qué pasa, Tobio-chan? ¿Tienes miedo? —La voz de Oikawa es envolvente, como si estuviera en el mismísimo aire o dentro de su mente. Tal vez lo está, porque cuando Tobio se da la vuelta el cuerpo del mayor ya no se cierne sobre él. Ha desaparecido.
Sí, tiene miedo. El conocimiento de lo que encuentra más allá de esa puerta ronda los bordes de su subconsciente, pero no logra atraparlo. De alguna manera, el hecho de no saber qué es aquello a lo que tanto teme en ese momento le genera una opresión en el pecho más grande que la pesadilla usual.
Cuando despierta, Tobio tarda unos minutos en poder moverse a voluntad. Sus ojos se sienten pesados, sus músculos adoloridos. Se había quedado dormido con la ropa del entrenamiento y a altas horas de la noche, porque había decidido que toda la energía nerviosa acumulada (y apenas contenida) durante las últimas semanas debería ser utilizada para algo productivo. Así que: entrenamiento extra.
Mientras se encuentra luchando contra esa parálisis, se le ocurre que la razón por la que vio a un Oikawa mayor en su pesadilla fue porque a este lo suele asociar con Terrace House antes que con voleibol, por alguna razón. Y hoy es el día en el que debe mudarse a la dichosa casa. El pánico se asienta en él ("¿Qué pasa, Tobio-chan? ¿Tienes miedo?"), pero ahora está consciente. Lo contiene.
Después de eso, las horas pasan en un frenesí. Es una bendición, realmente, porque el ritmo acelerado significa que Tobio solo puede concentrarse en lo que tiene enfrente. Un paso delante del otro, una actividad seguida de otra. Desayunar, empacar, entregar las llaves al casero, tomar el tren de Tokio a Sendai y por último el bus hacia Karasuno.
Cualquiera puede pensar que, como esas acciones no requieren pensar demasiado, Tobio tiene tiempo (más que suficiente) para imaginarse escenarios que producen ansiedad. Pero el hombre, inteligente y cobarde cuando quiere serlo, pasa esas horas repitiendo estrategias de juego en su mente hasta que se encuentra caminando por la calle donde está la casa donde viviría a partir de ese día.
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Terrace House: Homecoming 2020 (Haikyuu!! Multiship AU, #Volleyball2020)
Fanfiction"Terrace House es un programa sobre seis extraños que viven juntos, y los observamos interactuar." Tsukishima no es un hombre de palabras. Tampoco es un hombre de acciones, no realmente, pero si no encuentra cómo decir o pedir algo en su lengua mate...