Inhala

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Advertencias: ataque de pánico; homofobia interiorizada.

*

Las manos de Kei tiemblan sobre los audífonos a ambos lados de su cabeza, y lo primero en lo que piensa es que su cuerpo lo traicionará y terminará golpeando a alguien. Preferiblemente a Kageyama.

Kei odia ser violento, pero tiene evidencias (memorias que deciden saludar justo en ese momento) de que la fuerza de sus instintos a veces supera la de su voluntad.

Tras un minuto, sin embargo, comienza a ser claro que el temblor en sus manos no se debe a la ira que siente, si no a algo más.

Lo nota cuando empieza a sudar a pesar del frío que se cuela en la cabina de producción, estacionada a unos metros de la casa para monitorear las cámaras y el sonido. Lo nota porque su corazón de repente late más rápido. Lo nota en el dolor punzante que se asienta en su abdomen, en los colores que comienzan a danzar frente a sus ojos, en la claustrofobia que se invita sola al lugar.

Lo nota en la actitud preocupada de Ennoshita, quien lo toma por los hombros (no no no no no me toques) y le habla. Pero Kei no puede escuchar.

El único sonido que resuena en su cabeza es la frase de Kageyama repetida una y otra vez como un disco rayado.

Esto fue un error.

Esto fue un error.

Esto fue un error.

Esto fue un error.

Esto fue un error.

Esto fue un error.

Esto fue un error.

Esto fue-

—¡Tsukishima!

Kei no quiere escucharlo. No puede. Ennoshita le dirá que todo está bien, que todo estará bien, y Kei no podrá soportar la simpatía. Porque nada está bien, nada estará bien, el proyecto será un completo desastre. Nunca debió haber-

El rubio se pone de pie abruptamente y sale de la camioneta que utilizan como cabina, sin preocuparse por cerrar la puerta tras él. A duras penas logra bajar el escalón, pero cuando ha dado un par de pasos sobre el pavimento se tropieza y cae. Sus rodillas, las palmas de sus manos, su abdomen, su cabeza, todo duele, duele, duele. Sus audífonos están ahora alrededor de su cuello, y un pitido molesto inunda sus oídos hasta los tímpanos. Su visión está nublada y no sabe si es porque sus lentes se han caído o porque está llorando o porque está teniendo un jodido ataque de pánico y no puede detenerlo aunque lo intente. Patético.

—¡Kei! ¿Estás bien?

Es la voz de Ennoshita, pero el mayor nunca antes lo había llamado por su nombre. Kei odia el sonido de inmediato; solo un puñado de personas lo llaman así (o lo llamaban así), y sus recuerdos solo hacen que todo le duela más.

Desde el suelo, el hombre le lanza una mirada sucia a su superior. Ennoshita se detiene en seco.

—Tsukishima... Respira.

Una de las manos de Kei encuentra su pecho. Le falta el aliento. Intenta inhalar. No puede. Todo se siente cerrado.

No sabe qué expresión tiene su rostro, pero pronto Ennoshita se arrodilla frente a él y alza los brazos. Kei trata de levantarse, solo para perder el equilibrio y caer casi de espaldas.

—Lo siento, lo siento. No te tocaré. Lo siento. —El mayor parece no saber qué hacer con sus manos, y termina por descansarlas sobre sus rodillas. Kei se relaja un poco pese a que aún siente que el aire abandona su cuerpo a bocanadas—. Tsukishima, todo está bien. Debes respirar.

Terrace House: Homecoming 2020 (Haikyuu!! Multiship AU, #Volleyball2020)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora