Capítulo 12

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Un año después...

El joven había salido a pescar algo para la cena, y se había entretenido viendo la puesta de sol y los hermosos colores que se reflejaban en el mar de Ahch-To. Decidió volver a la casa cuando comenzaron a caer las primeras gotas de lluvia.

La luz del hogar salía por las ventanas de su modesta cabaña. Ben dejó los utensilios de pesca y abrió la puerta del que ahora era su hogar; pero nada más hacerlo vio que allí dentro había alguien: una misteriosa figura femenina.

Paralizado en la entrada, Ben observó en silencio a la inesperada visitante unos segundos, confundido. La figura encapuchada permaneció de espaldas, sin moverse. Su sombra alargada se reflejaba en la pared de piedra, mientras la leña crepitaba en el fuego del centro de la cabaña.

Ben salió de su inmovilidad finalmente y se acercó sigilosamente a ella. Sabía que le había oído, pero aun así la figura no se movía. Su manto marrón llegaba hasta el suelo, y no dejaba ver nada más que su silueta.

El joven preguntó quién era. Silencio. 

Cuando llegó a su lado, Ben hizo girar a la intrusa con delicadeza, y ésta comenzó a moverse hasta estar frente a frente con Ben. El muchacho abrió los ojos con sorpresa cuando descubrió que la misteriosa figura femenina tenía el rostro cubierto por la máscara de Kylo Ren. Pero él ansiaba ver quién era, así que con cuidado levantó las manos y le quitó delicadamente el casco, desvelando su rostro.

-Eres tú.

La joven le miró con una sonrisa seductora. Su cabello había crecido mucho, y caía por sus hombros, liso y brillante a la luz del fuego.

Ben no pudo resistirse a su sonrisa, ni al anhelo que reflejaban sus ojos. La besó.

La joven correspondió a su beso, no con la torpeza y timidez de los primeros, sino con la intensidad de quien lleva tiempo anhelando un momento de intimidad así, lejos de la vista de testigos indiscretos. La respuesta de la joven a su beso alentó a Ben a profundizarlo, acariciando tímidamente su lengua con la suya, para probar. Después sintió las manos de ella acariciando su espalda, y bajando lentamente hasta sus nalgas. Ben rio, sorprendido pero complacido.

Entonces sintió su voz en su cabeza.

<<Tú mismo lo dijiste: no puedes escapar. No de mí>>

En ese momento, Ben se despertó en el lecho de su cabaña, con el fuego casi apagado, y en la más completa soledad. O eso pensó al principio, porque cuando sus ojos se acostumbraron a la oscuridad, pudo percibir la sombra de alguien. Solo que esta vez no era un sueño, sino una conexión en la Fuerza. Había estado intentando ocultarse de Rey durante el último año, pero su descuido había permitido que bajara las defensas, y Rey pudiera conectarse con él.

La joven le sonrió.

-Así que ahí es donde estás. No intentes escapar, Solo. Espérame, voy a reunirme contigo.

La conexión terminó. Ben se levantó de la cama, se puso una camisa y comenzó a encender de nuevo el fuego para cuando Rey llegase.

***

Ben vio llegar el Halcón con Rey a bordo. Esperó bajo la lluvia pacientemente a que la joven aterrizara y descendiera de la nave, envuelto en una manta.

Cuando la chica llegó a su altura, y él le iba a ofrecer algo de abrigo, Rey activó su nuevo sable de brillo amarillo y le apuntó amenazadoramente, haciéndole retroceder un paso.

-Rey, por favor...

-¡No vuelvas a hacerlo, Ben Solo! Deja de huir de mí. Te he perseguido durante casi un año por Tatooine, Naboo e incluso Jakku. Tuviste la desfachatez de estar viviendo en mi antiguo hogar..., ¿Creías que no me daría cuenta?

-Solo quería darte tiempo para que vieras que tenías otra posibilidad, otra vida. Que pensaras bien lo que querías hacer.

-Te dije hace tiempo que había tomado mi decisión, y que debías respetarla.

Ben y Rey se miraron intensamente el uno al otro, al borde de las lágrimas, felices por volver a verse de nuevo, pero temerosos de estropear el momento con un movimiento o una palabra inapropiados.

-Sabes que tú habrías hecho lo mismo de haber estado en mi lugar, Rey –le dijo él, con la voz quebrada por el sufrimiento.

Rey bajó finalmente su sable y lo apagó. Agarró la manta que Ben le había ofrecido para taparse de la lluvia.

-Sí -reconoció -, e igualmente sé que tú también me habrías buscado hasta el último rincón de la galaxia.

La joven se dirigió a la cabaña para ponerse a resguardo de la lluvia y secar sus ropas, y Ben la siguió.

***

-Me han estado persiguiendo y vigilando –le contó Rey cuando estuvieron ante el fuego.

Ben se sentó a su lado y le ofreció un té caliente.

-¿El consejero Ener? –preguntó el chico, con el ceño fruncido.

Rey asintió.

-Parece haberse convertido en el cabecilla de un grupo de personas que desconfían de mí y de mis verdaderas intenciones.

-¡Malditos! –gritó Ben -. Esos políticos ingratos. Les salvamos el pellejo y así es como nos lo pagan. Pero te lo advertí: te convertirías en una marginada si me ayudabas.

-¡Basta! ¿No es lo que tú mismo hubieras hecho? –le preguntó Rey furibunda, levantándose de su asiento para encararle.

-¡Por supuesto que sí! –respondió Ben con enfado, incorporándose también. Su potente voz rebotó en los muros de piedra, y su cuerpo enorme pareció llenar la diminuta cabaña.

-Bien –dijo Rey, volviendo a sentarse a su lado.

-Bien -respondió él con el ceño fruncido, centrando su vista en la danza del fuego en el hogar para intentar calmarse.

Ambos permanecieron un tiempo en silencio; Ben calentando sus manos en el fuego, y Rey bebiendo su bebida para entrar en calor.

-No podía creer la felicidad que me embargó cuando el Consejo te concedió la amnistía. Sólo para volver a hundirme en la miseria cuando descubrí que habías partido en secreto, sin decir a dónde.

-Ellos mismos me recomendaron el ostracismo, el exilio. A pesar de conseguir la amnistía, el hacerlo por un solo voto de diferencia dejaba claro que me había ganado algunos enemigos. No podía hundirte más junto a mí a vista de todos. Debía huir; darte la oportunidad de elegir otra vida.

-No sirvió de nada, Ben. Ellos ya me habían marcado como persona non grata, y yo estaba dispuesta a seguirte, aunque no hubiera sido así –la joven hizo una pausa-. Aún conservo tu carta.

Ben sonrió al recordarlo.

-Siempre me gustó escribir; es casi lo único que he hecho este último año. Supongo que soy un iluso por pensar que alguien querrá leer mi historia algún día.

-A mí me gustaría. Si tú quieres.

-Sí. Sólo tú podrías ser la primera en leerlo.

Rey le sonrió, y apoyó su cabeza cansada en su hombro.

-¿Por qué has venido a Ahch-To? –le preguntó Rey, somnolienta. Los ojos casi se le cerraban.

-Porque fue aquí donde me hiciste ver por primera vez que realmente podía tener una oportunidad de redimirme. Desde aquella noche, al tocar tu mano, supe lo que había empezado a sentir por ti.

-Yo también empecé a amarte aquella noche, Ben –le confesó Rey. Hizo una pausa -. Me gustaría hacer algo contigo ¿Me acompañarás?

-Siempre –respondió él, tomándola en brazos cuando vio que se había quedado dormida. Después, la depositó delicadamente en el lecho, y él extendió una manta en el suelo, a su lado.

-Que descanses, mi valiente chatarrera.

The rise of Ben SoloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora