El juego de las llaves

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Su vida de oficinista en una empresa de telecomunicaciones lo aburría. Era cierto que, a pesar de tener la oportunidad de estudiar algo mas emocionante, no lo hizo por vagancia, pero no podía quejarse. 

Tenia un lindo departamento, unos buenos amigos y cada fin de semana, cuando no hacia horas extras en el trabajo, podía salir de copas y hasta pasar la noche con alguna que otra bella mujer. 

Pero aun así, su vida comenzaba a ser monótona y eso, sobre cualquier cosa, le molestaba. 

Tirado en su sillón, con su mejor amigo Miroku al lado, no podía dejar de pensar en algo para salir de esa monotonía. A pesar de que estaban pasando una de sus películas favoritas por la televisión no le estaba prestando mucha atención. Su techo blanco era mucho mas interesante. 

- Estoy aburrido - Le comento a su amigo que solo dio un trago a su cerveza y contesto con un pequeño "humm" - ¿Que podemos hacer? Irnos de viaje, imposible, no tenemos dinero. ¿Salir otra vez a "Madame"? Aburrido. ¿Llamar a alguna mujer que me complazca? Resulta agobiante tener que hacerme el interesado en sus problemas luego del sexo. 

- Si hay mujeres, yo voy - Murmuro Miroku, pero casi sin prestarle atención a su monologo. 

- Lo se, pervertido. Pero no quiero solo tener sexo con una mujer que, luego del acto, pretenda ser mi novia o algo por el estilo - Nuevamente miro el techo, como si allí estuviera la clave contra su desanimo. Varios minutos pasaron cuando escucho algo interesante en la película "Juego sexuales" - ¡Claro, eso es! - Se sentó de repente, asustando a su amigo que lo miraba como si tuviera dos cabezas - Juegos sexuales. 

- No pienso jugar a nada contigo - Se excuso Miroku, recibiendo una mirada asqueada por parte del pelinegro. 

- No seas idiota - Se levanto con rapidez, buscando papel y lápiz. Necesitaba pensar un juego. 

Miroku se acerco a él, aun con su cerveza en la mano, por demás de interesado en lo que su amigo hacia. Podía ver como escribía y tachaba una y otra vez, pero aunque le preguntara que estaba haciendo, el ojidorado lo ignoraba por completo. 

Al final termino por cansarse y volvió al sillón, donde la película estaba pronto a terminar. Y solo eran las 4.36 de la tarde. Suspiro con pesadez. Él también estaba cansado de esto. 

- ¡Listo! - Con rapidez camino hacia su amigo con una perversa sonrisa que no le gusto nada a Miroku. Esa sonrisa nunca era buena - Vamos, tenemos compras que hacer. 

- No me moveré hasta que no me digas que sucede. 

- Te lo diré en el camino - Le tiro sus anteojos de sol y camino hacia la salida. Miroku rió y lo siguió. No saldría nada bueno de sus ideas, estaba seguro, pero por nada del mundo se perdería lo que estaba a punto de pasar. 

***

La hora acordada para la reunión entre sus amigos, llego. 

El timbre de su casa sonó y Miroku fue el encargado de abrir la puerta. Las chicas llegaron todas juntas e Inuyasha no pudo evitar poner sus ojos sobre Kaghome. Estaba esplendida y comestible. Era una joven bella, con hermoso cuerpo y lo sabia, porque usaba ropa tan ajustada, tan reveladora que podía asegurar que acabarías con solo verla fijamente. Esa noche llevaba un jumper negro que apenas tapaba su cola, con un escote corazón que dejaba sus pechos casi completamente al descubierto y un lazo amarraba su cintura, marcándola. 

Su boca comenzó a babear. Solo rogaba que le tocase con ella y no con Kikyo que, a pesar de ser muy bella, estaba casi obsesionada con él y eso no le gustaba. 

- Bienvenidas, bellas damas - Saludo Miroku, comiéndose con la mirada a Sango. La aludida lo miro y sus mejillas se enrojecieron, pero siguió de largo casi ignorándolo. 

Mucho sexo 🍓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora