08. 💔

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Ofender/Ridiculizar♧

Desde el pasillo de la habitación principal se escuchan jadeos de ambos chicos.

Sagitario montaba con fuerza al torito, el cual trataba de reprimir sus gemidos abrazando fuertemente una almohada.

— No trates de ocultarlos, regalame tu boca — Le decía mientras besaba sus hombros con delicadeza, ambos en un ligero vaivén de estocadas.

Cansados de la misma posición, el menor se voltea para ver su rostro.
Ambos sudorosos pero con la diferencia de que uno estaba sonrojado.

— Te regalo mi boca pero tu regalame tus brazos — Le respondió rosando sus labios con los del rubio, mientras ambos se miraban fijamente a los ojos.

— Entonces regalame tus piernas, tus hombros, tu corazón, todo — Le decía desesperado por el contacto del menor, abrazandolo fuertemente, profundizando las estocadas.

— ah-h te regaló todo de mí, p-pero nunca me d-dejes a-ah — Gemía sintiendo como el semen del mayor llenaba su interior.

Sagitario solo saboreó sus labios, convirtiendo un tierno beso en una guerra por el control, saliendo ganador el mayor al morder los labios, ya rojos, del menor.

— No lo haré...—

Después de esto ambos se fueron a dormir no sin antes mirarse a los ojos por última vez.

A la mañana siguiente ambos se encontraban bañándose y jugando con el agua, un momento poco frecuente para ambos desde el viaje en la playa, un momento de paz y tranquilidad.

Como si apenas se hubieran conocido; Sagitario cargó a Tauro como un costal de papas hasta la recámara, dejándolo caer en la colcha para hacerle cosquillas mientras el otro intentaba escapar de sus garras.

"Pero la felicidad no dura para siempre"

— ¡Tauro! Mierda ¿Dónde estás? — Gritaba el arquero buscando desesperadamente su corbata, hoy había una junta muy importante.

Mientras el menor se asomaba por la puerta, pues estaba preparando el desayuno de ambos.

— Aquí estoy ¿Necesitas algo? — Contestó, curioso por los gritos.

— Eres un idiota o te haces, ¡Cielos, si de verdad no sirves para nada! ¿Dónde están mis corbatas? — Ofendido el menor le encontró sus corbatas y se las intentó poner pero fue interrumpido por el mayor.
Arrebatando su corbata bruscamente.
— Yo lo hago, tu no sabes hacer nada. —

Después de esto solo se escuchó un portazo y el silencio sepulcral del hogar.

— Ni siquiera desayuno...— Se dijo triste, recogiendo los platos de la mesa.

Mientras se dirigía al centro comercial recibió un mensaje, era el arquero.

Amore sagisagi:

Perdona, estaba estresado no quería ofenderte, te amo.
Te veo en la casa,
no olvides que te amo.

El ojirojo solo suspiró y siguió su camino para comprar lo necesario para la cena.
Estaba feliz, su novio sí lo amaba.

VIOLENTOMETRO (Sagitau)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora