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Una flor se marchita cuando deja de ser libre, cuando se le prohíbe el oxígeno, el agua y la comp...
- Libra ¿Te acuerdas la vez que fuimos a ver a tu hermano en el hospital? - Era ahora o nunca.
- Sí ¿Por qué la pregunta?-
- Bueno esa vez yo... quería hablarte de mi abusador y todo lo que sufrí, quería contarte la veces en que intente salir de esa relación pero no podía. Aún así no estábamos en buen momento por eso decidí esperar - Sus nervios estaban a flote, poco a poco sentía el sudor. Tal vez y esto le cueste su relación.
- Oh, Géminis no tenías porque, soy tu novio, siempre tendré momentos para ti amor- Libra intento abrazarlo para darle seguridad pero en cambio Geminis se apartó desesperado.
-¡No! No me refiero a eso, es que es algo muy delicado, Tauro me preocupa... Mi relación me llevó al hospital, me hizo revivir ese infierno y... el haber conocido el novio de tu hermano...- Libra lo interrumpió rápidamente.
- Mi amor, perdona mi desconsideración, no debí haberte llevado a ese lugar- Por un segundo el signo de los gemelos juro que quería enloquecer. Libra no estaba comprendiendo nada.
- No libra...- Esto era más difícil. Su boca luchaba por hablar, pero su conciencia lo hacía callar.
- Eres el amor de mi vida, yo siempre estaré a tu lado, no voy a ser como ese mal nacido. - Géminis estaba por interrumpir cuando el celular de su pareja comenzó a sonar.
"Oh no" pensó el geminiano al ver como la sonrisa de Libra se iba borrando poco a poco mientras sostenía el celular.
....
Ya tenía semanas pensando en Tauro. En incluso en estos últimos días comenzó a soñar cosas muy inquietantes sobre el.
Dentro se sus extraños sueños, el extendía su mano, intentaba salvar a su pequeño amigo pero por más que intentaba este caía al vacío. Y después de eso... nada.
Escorpio odiaba ser tan intuitivo. Realmente lo odiaba porque cuando ese sexto sentido comenzaba a funcionar, significaba que todo marcaba por ese lado. No habría falla alguna. Entonces eso significa que su amigo Tauro estaba en peligro, y no encontraba la manera de poder ayudarlo.
Esto era realmente frustrante porque dentro de él, más que una amistad, sentía un gran amor por el signo de tierra.
No quería perderlo, pero se le estaba saliendo de las manos, como la arena que se resbala de sus dedos cada vez que quiere abarcarla.
Tauro era la arena y sus manos eran él. Pero el hueco de entre sus dedos era lo que lo hacía sentir tan impotente.
...
La puerta se abrió antes de que tocara tan siquiera la perilla. Oh, la suerte no estaba del lado de Tauro. No, claro que no.
- ¿A dónde vas? - Pregunto Sagitario aún sin moverse del marco de la puerta. Es más, decidió recargarse confiado y sonreírle cínicamente.
- Me quiero ir, no aguanto estar más tiempo aquí- Por primera vez, el menor reunió todo el coraje posible para hablarle en un tono firme.
Esto irritó al mayor, odiaba cuando su pequeño novio se salía de control.
- Ya no me amas pequeño torito, después de todo lo que hemos vívido, después de lo que hiciste para que me quedara junto a ti - El mayor se acercó lentamente mientras que el otro retrocedía. La puerta se había cerrado, y por consiguiente, el signo de fuego le puso llave.
- Me arrepiento de haberte amenazado de esa forma Sagitario, nunca debí retenerte. Yo estuve mal, pero ya no quiero estar contigo...- Hubo un aterrador silencio entre los dos.
- Entonces estas terminando conmigo...- El pelinegro ni siquiera tuvo que responder. Sus ojos determinados respondieron por él.
El rubio al verlo fijamente, al ver como le sostenía la mirada, al ver que por alguna razón hoy no temblaba de miedo. Lo hizo sentirse por alguna retorcida razón, excitado y muy enojado.
- Ambos sabemos la respuesta a eso- Finalmente pronuncio las palabras de su fin.
Después de eso, el signo de fuego lo había arrojado al sillón y con una navaja que tenía escondida en su pantalón, decidió dirigirla al cuello del menor. No estaba pensando claramente. Su ira arrazaba contra su razón.
Por otra parte, la poca determinación que había reunido Tauro, se había esfumado como el viento. Siempre sucedida eso, como odiaba sentirse tan débil a su lado.
Nunca pensó que el mayor reaccionaría así. Principalmente porque al inicio el que lo retuvo fue él, y ahora estaba pasando esto. Sinceramente algo dentro de sí, ya lo veía venir.
El cuello del menor era firmemente apretado por el filo de una navaja, mientras que una mano sostenía sus mejillas de una manera violenta.
Y así, ojos azules se encontraron con ojos rojizos, ambos tratando de averiguar que escondían detrás de toda esa malgama tóxica. Nada, solo resentimiento mutuo, y dolor.
Ah, sí. Codependencia. Se odiaban y el menor apenas se había dado cuenta de eso, ambos realmente estaban jodidos, arruinados e internamente decidieron joderse juntos.
- Así que, así son las cosas ahora torito...- Su mano apretó con más fuerza la mandíbula del menor.
- Mng.. - Una jadeo salió de su boca mientras cerraba un ojo por el dolor.
- Deberíamos empezar a aclarar algunas cosas en esta casa.- Con esto lo soltó y se parto en frente de el. - Número uno, tu no sales de aquí, número dos, eres mío hasta que me aburra. ¿Si vas comprendiendo?- El mayor decidió hacerle una herida en la clavícula de su tembloroso novio.
Era tan bonito ver como la sangre escurría de la piel blanca de su tierno novio.
- No tienes a donde ir, y no vas a salir, al menos que quieras perder un dedo o un ojo Tauro.- Dirigio la navaja a su lengua para probar la sangre del menor. Nunca se había desquiciado tanto, tal vez y ambos se desquiciaron hasta llegar a ese punto. - Tus llaves se quedarán conmigo de ahora en adelante, ¿Quedó claro?
El menor solo pudo asentir, estaba conmocionado, nunca había llegado a tal punto de sentir la muerte tan cerca. No, no lo había golpeado como normalmente lo hace, y su amenaza fue mucho más seria de lo que fueron las demás. Su cuerpo no pudo evitar traicionarlo y comenzó a temblar.
- Así me gusta, ahora... vamos a ver una serie juntos, hace mucho que no vemos una bebé.- El mayor no tuvo que batallar, su novio ya estaba sentado en el sillón, solo tenía que prender la televisión y listo.
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