16.♤

416 31 7
                                    

Pellizcar/Arañar♤

Esa misma noche cuando las luces ya se habían apagado. Un pelinegro permanecía dormido, arropado y con lágrimas secas en sus lastimadas mejillas.

Aún le ardía la derecha, pues era la que tenía un gran moretón morado, cerca del ojo. El labio inferior también tenía una leve hematoma, además de estar partido. Pero la molestia era mínima comparada al dolor emocional.

La puerta se escuchó abrir, y unos pasos comenzaron a sonar, era el causante de su dolor. Pero ya nada importaba, ya había pasado una línea completamente mayor a una infidelidad, o celos, o incluso gritos. No, esto era diferente. Despertó asustado, su cuerpo reaccionando ante el miedo, comenzó a temblar, y su respiración se volvió un poco agitada.

— Estas despierto...— un olor a tabaco con cannabis inundó la habitación. El mayor lentamente se acercó a lado donde duerme su pareja, quería verlo.

Prendió la lámpara y se hincó mirando aquellos ojos rojizos acuosos, también veía como el menor estaba por hiperventilar. Su respiración era cada vez más rápido y estaba sudando.

— Tauro, necesito que te levantes esta demasiado ansioso, Tauro, bebé...— Asustado lo tomo entre sus brazos, dando suaves caricias en su espalda para que se calmará.
Incluso el efecto del cannabis se le fue por el miedo de perder a su único amor. —Tranquilo, n-no va a pasar nada, y-yo quiero que tecalmes— le susurro querito.

El menor poco a poco comenzó a calmar su respiración, pronto, con un poco de miedo, dejó caer lentamente su cabeza en el hombro del mayor.

Éste solo dejó que se recargara un ratito, no tenía corazón como para quitarlo de ahí, pero necesitaba recostarlo y hablar con el.

— Mi amor, te voy a recostar ¿si?— Poco a poco acomodo su cabeza de una manera tan gentil, parecía que el Sagitario de antes no era él, tal vez y el menor estaba alucinando, pero se dejó hacer, extrañaba esos tratos, hace años que no le hablaba o lo tocaba con esa gentileza.

Ya acostado pudo ver los golpes que le había provocado. Se sentía tan culpable, nunca había hecho algo así. Tenía miedo de si mismo, que tal y sí lo llegaba a matar... No, nunca se lo perdonaría.

— Y-yo... Tauro no quise hacerte eso... no se que me paso... perdóname...— Sus lágrimas caían, realmente se sentía una mierda. Pero necesitaba que su toro lo perdonara, no quería dejarlo ir.— ¡Por favor perdóname!— Grito sollozando, no podía contenerse, sin pensarlo lo abrazo aferrándose a su pequeño cuerpo.

El menor que antes parecía estar muerto en vida, correspondió el abrazo, sintiéndose un poco aprisionado, pues su cuerpo se había elevado junto a esos brazos.

— Y-yo te perdono...— Dijo un poco triste, ya no sabía que sentir o que pensar.

Ambos pasaron la noche abrazados, el mayor no soltaba al menor, y no lo quería soltar, se aferraba a su pequeño cuerpo, aunque estuviera dormido, inconscientemente necesitaba sentirlo cerca.

Por otro lado el menor durmió sintiéndose un poco protegido, aunque de vez en cuando se despertaba asustado pero luego volvía a dormir, acercándose más al pecho del mayor.

...

Dos días habían pasado, y todos habían acordado reunirse en un restaurante.

Al menor aún no se le habían borrado los golpes pero el mayor le había ayudado a ocultarlos, algo que se hizo raro, nunca se le había ocurrido que el mayor supiera maquillar.

Claro, no como Géminis pero al menos sabía esconder los moretones.

— Y, ¿Cómo has estado pequeño toro?— Preguntó el Ariano mientras sorbia su bebida.

VIOLENTOMETRO (Sagitau)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora