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Habían sido semanas, varias semanas en las que me sentí seguida, tal vez solo era las alucinaciones por el cansancio al salir del trabajo, me hubiese ido por esa idea, si tan solo no sucediera solamente al salir del trabajo. Cuando voy de compras, o a caminar, incluso cuando tengo libre el día y salgo a divertirme, pero debe ser una simple exageración mía o podría ser algo más.

Era lunes por la mañana, me levanté para seguir la misma rutina de siempre, debido a mis malos hábitos de antes, decidí cambiar mi rutina drásticamente. Antes de ir a trabajar salgo a caminar para agilizar el cuerpo, al regresar a casa tomaba un baño y me arreglaba para irme.

Nunca me había agradado la idea de ejercitar o algo que tenga que ver con eso, pero si quería mantenerme en forma, debía empezar a hacerlo. Aceleré la velocidad de mis pasos ya que estaba sucediendo nuevamente. Miré hacia atrás ... nada ni nadie detrás de mí. Por supuesto, ¿Quién estaría despierto a esta hora? Solamente yo, aunque las probabilidades nunca son nulas.

O puede ser que cada vez me vuelvo más paranoica por simples tonterías mías. Tomé la desición de volver a casa, allí me sentiría más segura, o al menos algo más de lo que sentía cuando me encontraba en la calle. Saqué la llave de mi bolsillo, colocándola en la cerradura para abrir la puerta, una vez dentro, msobre esta, deslizándome hasta el suelo y dejando escapar un gran suspiro.

—A salvo en cas-

Dejé de hablar al oír un ruido proveniente de la cocina.

—Maldición —Murmuré. ¿Esa había sido la paranoia o sucedió en realidad?.

Aterrorizada me levanté, mis piernas estaban temblando, me aferré a la pared antes de acercarme a la puerta de la cocina. Alguien quizás había entrado a robar, pero ¿cómo?.

De todas las maneras en las que me detuve a pensar ... Las ventanas, habían sido la mejor opción. De ahora en adelante no debía dejarlas sin seguro, me acerqué lentamente, tomando la valentía suficiente para entrar, no había nadie. ¿Acaso estaba loca? Pensé, no alcance a voltearme ya que me habían agarrado por detrás.

—Ni un solo grito o te irá mal —Era la voz más grave que había escuchado en mi vida, asentí temiendo lo peor si no obedecía.

—Muy bien —Colocó una tela sobre mi nariz, ejerciendo presión en esta con su mano, era tanta la fuerza que me moví inquieta al no poder respirar bien. Al cabo de minutos sentí mis ojos pesar, mi cuerpo se debilitó para finalmente caer al suelo.

[...]

Abrí los ojos sintiendo al instante una fuerte migraña, intenté llevar mi mano hacia la zona que dolía, pero no pude hacerlo, estaba atada en los pies al igual que las manos y yacía en el suelo, con estas hacia atrás. Observé el sitio en el que me encontraba con extrañeza, era una habitación.

¿Como pude terminar aquí?

—Entra allí y ve si despertó, si es así llévala conmigo —Centré mi atención en la puerta, de donde provino esa voz. Vi la manija de la puerta girarse, dejando entrar un chico.

Sin decir nada, me quitó las sogas de las manos y los pies, me quejé cuando me levantó del suelo sin una pizca de cuidado, no debía importarle tampoco. Salimos de la habitación, caminando hasta llegar a una de las tantas puertas que habían en el pasillo.

¿Quién estaría adentro?.

—Oye —Murmuró antes de abrir la puerta, lo observé esperando que continuara hablando.

—No debes ser irrespetuosa ante el señor y sobre todo no debes desobedecer ¿Entendido? —Abrió la puerta, haciéndose a un lado para luego empujarme dentro y cerrar.

Al recuperar mi postura, observé un escritorio y detrás de este, una silla bastante grande, la cuál no dejaba ver a la persona sentada en este. De repente, fue volteando, encontrándome con un chico que me examinó de pies a cabeza mientras tenía un cigarro en su boca, casi acabado. Expulsó el humo que inhaló y lo dejó en el cenicero sobre la mesa.

Se levantó para caminar hacía mí hasta quedar a apenas algunos centímetros, el chico era rubio con un undercut perfecto, dos mechones de su cabello caían en su frente, de estatura alta, un corte en su ceja derecha y un piercing en su ceja izquierda, relamía sus labios con su lengua, lucía intimidante.

—Eres aún más hermosa a esta distancia —Dijo dejándome confundida, llevó su mano hacia mi mejilla, recorriendo su pulgar suavemente.

—He estado observandote y siguiendote durante mucho tiempo, me sorprende que nunca hayas sospechado respecto a-

—Entonces, ¿siempre fuiste tú?
—Interrumpí descaradamente, lamentable por mí.

—Cariño, no interrumpas cuando estoy hablando —Sonrió a medias, pero aún así me había aterrado.

—____, veinte años, extranjera pero vives sola en Seúl, llegaste hace cuatro años, dominas perfecto el idioma y trabajas en una cafetería, ganas mucho dinero —Dijo todo esto mientras se alejaba de mí, caminando hacía su escritorio y apoyándose sobre este.

—¿Acaso le hacías favores extras a tu jefe? Porque es demasiado para una simple cafetería —Soltó una carcajada, no evite fruncir el ceño. ¿Que era lo que sucedía con este sujeto?.

—Eso es lo que pagan allí —Contesté asqueada por lo que pudo haberse referido. —¿Qué hago aquí? —Pregunté finalmente.

—Oh, me sorprende que tengas dudas aún ¿Sabés quien soy? —Negué.

—Pertenezco a la mafia coreana, para ser precisos, soy el mejor jefe de todos los malditos carteles aquí ... Y tú a partír de ahora, me perteneces
—Sonrío ampliamente, desvíe mi mirada al suelo intentando procesar todo lo que ese sujeto había dicho.

—No logro comprender ¿De qué te podría servir? Tu mismo lo dijiste, trabajo en una simple cafetería, no soy más que una simple camarera
—Intenté contraatacar sus palabras, echándole un vistazo a la puerta de reojo.

—Me complacerás, querida —Oí sus pasos acercarse, levanté mi mirada encontrándome con la suya puesta en mí. —Tengo tantas ideas de lo que podría hacerte ahora mismo —Intentó volver a tocar mi rostro, pero me aparté enseguida.

—Linda, si piensas escapar es mejor que alejes esas ideas de tu cabecita —Di un paso hacía atrás antes de que me tomara de la muñeca bruscamente.

—Ve olvidando la vida que tenías en Seúl, porque tu vida ahora será esta, junto a el rey de la mafia.

MAFIA KING #1 © Jeon Jungkook. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora