Capitulo 4.

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Después de aquel extraño momento, me fui inmediatamente a la oficina, luego de que el jefe nos viera. Por eso no quería problemas, así que me senté en mi silla giratoria y me puse a trabajar en el ordenador.

Justo en ese momento se mostró en el fondo principal de la computadora, una foto de muchas nubes cargadas de agua.

Dejé caer mi espalda en la silla pensando: ¿cómo pudo haberme hipnotizado así? Si es el jefe, ¿realmente es duro como todo el mundo me ha hecho creer? Ante estas preguntas pasé los dedos por mi hombro.

Toc toc.


—Adelante — Accedí con suavidad —.


Entró mi compañera la cuál desconozco de nombre.


—Permiso — Entró educadamente — El gerente Crups me dijo que ingresaste hoy al puesto de secretaria.


Me sentí aliviada ya que no tenía que buscar una mentira.


—Así que como somos compañeras, vengo a presentarme — Quedó enfrente de mi escritorio con una sonrisa amigable —.


Ya veo porque conoce a todos aquí, es muy agradable.


—Soy Kelly Corns y mi oficina está a dos más de la tuya.


Ni siquiera se tomó la molestia de hablarme como todos se hablan aquí, pero gusta que sea así sin tener que fingir ser alguien que no es, que sea ella misma.


—____ Dolls, mucho gusto — Me levanté y estreche mi mano con la suya — Gracias por venir — Sonreí tímida —.


Era la primera vez que entablaba una conversación amistosa con alguien desde que dije el "sí" a mi matrimonio.


—Y, dime, ¿qué tal tu estadía por aquí?


Caminó a paso lento observando todo como si su oficina tuviera cosas diferentes a la mía, como si ninguna fuera igual a la otra.


—Hasta el momento, bien — Sonreí sin más —.


—Sabes, para ser nueva eres bien curiosa, eh — Me sonroje de la vergüenza — Nadie tiene autorizado andar por el último piso si no es para ir al baño, de los cientos que hay.


—Lo siento mucho, enserio no sabía eso — Objete como defensa —.


—No te preocupes, tienes suerte de que el jefe ni se dio cuenta por lo ocupado que es. Y como supongo, el señor Crups tampoco te lo dijo — Hizo una mueca mientras miraba las botellas nuevas —.


—No, no me dijo nada sobre eso — La observé sintiéndome culpable aún —.


—A lo mejor se le ha olvidado, ese también es otro que vive con la cabeza pegada al teléfono — Volteó los ojos como si no soportara eso de un hombre —.


—Sí — Afirme algo dudosa —.


No quería preguntarle, pero me arriesgué cuándo articulé los labios.


—Y ¿qué hay del jefe?


Ella volteó a verme con cierta curiosidad.


—¿Por qué todo el mundo me hace creer que da miedo? — Pregunté, levantándome con las manos apoyadas en el escritorio —.


—No mentía cuando decía que eras curiosa.


Miré para abajo esperando una respuesta. Escuché sus tacones afincándose al suelo de cerámica negra, cada vez más cerca de mí.

© EL JEFEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora