Un olor, un aroma fuerte invadiendo y penetrando a la fuerza mis fosas nasales sin permiso alguno. Sentí como de mis párpados cerrados, salían lágrimas a los costados. Lo supe, era alcohol para heridas.
Desperté por el efecto.
—Hasta que mi esposa despierta.
Dejó el algodón sobre la cama.
—¿Q-qué hago aquí?
Pregunté sin encontrarle lógica al porqué desperté en mi antigua cama, cuando hace un momento estaba luchando contra un montón de tipos.
—Llevas media hora en la casa. Mis amigos te dieron un pequeño aventón ya que me debían un favor — Habló sumamente tranquilo —.
Esto era una broma, ¿verdad?
—Me estás jodiendo, ¿cierto?
Él me echó una mirada rápida.
Apoyé mis brazos en la cama mientras veía como se destapaba una lata de cerveza.
—¿Me estás diciendo que tú provocaste que experimentara un miedo que jamás había sentido en mi vida y que esos tipos me trataran a la fuerza?
Sentí como mi voz se rompía y me iba consumiendo.
—Ajá.
Tomó un sorbo como si no estuviera hablando con una víctima de sus dolorosas acciones.
—...No puedo creerlo.
Rompí en un llanto algo silencioso. Sabía que a él le irritaba de todos modos.
—Lo hice porque no limpiaste mis zapatos ayer. Tuve que hacerlo yo mismo. ¿Lo escuchas? ¡Yo mismo! — Me levantó del brazo con agresividad — Así que no me vengas con tus lloriqueos. Tú pagaste lo que me debías y si no te gustó la factura pues te jodes.
Me empujó por la espalda y al apenas tener un pie afuera de su basurero de habitación, cerró de un portazo.
Media hora bastó para que mis lágrimas pararan. No era fácil superar aquella escena en la calle. Mi rímel corrido, mi cabello despeinado, y lo peor, un gran moretón visible para el que quisiera verlo o no en el lado derecho de mi frente. Ni con maquillaje lo podría cubrir, sería una mentira si dijera que sí.
¿Cómo se supone que iba a ir al trabajo así? Como una pordiosera...
• • •
Hoy después de prepararme para ir al trabajo, decidí que debía ponerme un sombrero, el único sombrero que tenía. Lavé todos los trastes de la comida que se habían devorado Josh y su estúpida compañera de ratos y cuando termine, acomode bien mi sombrero para que tapara perfectamente la nueva marca del mes.
Pasé por un lado del asiento de los dos para llegar a la puerta, pero una voz chillona me detuvo, Lassie.
—¿A dónde vas, putita? ¿A la playa y luego a ver al presidente?
Ambos se echaron una ruidosa carcajada.
—No sé ni porque sigues vistiendo así. ¿Acaso tienes reunión todos los malditos días o que?
Ya se había dado cuenta, pero lo que no me esperaba es que le pusiera atención al tema.
¿Qué iba a decirle?
—Tal vez se dio cuenta de que si dejaba de usar su horrible ropa y cambiaba de imagen, iba a conquistar a algún chico por fin.
Se rió como lunática. Su risa retumbaba en cada rincón de la casa, era irritante.
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© EL JEFE
Fanfic____ Dolls, una chica de tan sólo veinte años de edad. Curiosa, atenta, soñadora, y sobre todo, inocente. ¿Quién pensaría que un hombre destrozaría su felicidad, sus sueños y sus metas, encerrándolas en una caja cuya llave guardaba en su oscura alma...