Treinta y uno

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Dedicado a MariaEscalada193

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13 años después...

-Leonardo Marcos.

22 de Junio, 9:30 p.m

Aunque la mayoría de los presentes parecen disfrutar de esta reunión amenamente, yo no me siento tan cómodo ni con ánimos suficientes como para poder convivir.

Llevo poco más de tres años acompañando a mi padre a todas sus reuniones de negocios dentro y fuera del país; no puedo negar que los viajes que hemos hecho en estos años han sido a ciudades impresionantes que todo mundo alguna vez quisiera visitar. Es fantástico, sí. Pero lastimosamente nunca he podido salir a disfrutar de ellas. Durante esos viajes lo único que hago es estar tras de mi padre siempre, ayudarlo en lo que me pida y hacer lo que me ordena, comportarme como se supone es debido y soportar niños mimados y engreídos. Algo realmente horrible.

En esta ocasión el viaje ha sido a una de las ciudades más importantes del país vecino. Mi padre asistió por mero beneficio; la invitación le llegó hace algunas semanas y aunque pensaba rechazarla finalmente no lo hizo ya que pudo encontrar una pequeña oportunidad para hacer negocios y no quiso desaprovecharla. En esos momentos me encuentro solo a un lado de la mesa de postres ya que mi padre se ha alejado de mí como es su costumbre. Siempre suele ser lo mismo; me obliga a acompañarlo, desaparece durante casi toda la fiesta y aparece casi al final teniendo nuevos socios. Esas son sus tácticas y yo no puedo opinar nada.

Mi vida siempre ha sido así.

Mi abuelo siempre me cuenta cosas de mi infancia de las que realmente no me acuerdo. Me dice que mi padre comenzó a ser así cuando asumió su puesto como dueño de la empresa; según mi abuelo, mi padre era muy cariñoso y atento conmigo, me consentía mucho y siempre estaba al pendiente de mí. Pero sinceramente no puedo recordarlo. La única imagen que tengo de mi padre es la que me muestra día con día, ese hombre frío y distante que siempre está ocupado y no puede tener ni siquiera un minuto de provecho con su hijo, ese imponente alfa que es un az en los negocios pero un estúpido cuando se trata de la familia. Mi vida no es tan perfecta como todo mundo lo cree o lo supone. Mi padre casi nunca está en casa, a mi madre ni la conozco, mi abuela me odia por razones que no sé, la asistente de mi padre me trata horrible y mis compañeros de clase me detestan. La única persona que siempre ha estado para mí a sido mi abuelo, él siempre se toma el tiempo de preguntarme cómo estoy y como me siento, no tengo miedo a pedirle algunos minutos para hablar porque se que él siempre estará disponible para mí, él es mi más grande confidente y mi más grande apoyo.

Él es realmente la persona más importante para mí.

Suspiro sacudiendo ligeramente la cabeza en un intento de apartar esos melancólicos sentimientos. No me gusta mucho pensar en mi abuelo ya que comienzo a recordar buenos momentos que he pasado con él y pierdo la concentración haciendo que baje la guardia y ocasione problemas.

-Oye, tú eres el hijo de Emilio Osorio, ¿Verdad?- pregunta un desconocido que se ha parado a escasos centímetros de mi persona.

-Buenas noches. Permítame presentarme- pido de manera educada volteando para darle la cara como es correcto -Mi nombre es Leonardo, primogénito e hijo único del señor Emilio Marcos, futuro heredero y presidente de la empresa familiar, un gusto conocerlo- termino extendiendo mi mano esperando que él la tome y me corresponda el saludo.

ResponsabilidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora