Veintidós

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-Joaquín Bondoni

Una semana después...

Sábado 28 de Diciembre,
1:30 p.m

Siendo sincero aún me cuesta asimilar que estoy a pocas horas de casarme con Emilio. Mi madre y la señora Marcos realmente me sorprendieron pues lograron realizar  todos los preparativos de manera rápida para que la boda se llevara a cabo exactamente una semana después de que acordaron el matrimonio, logrando conseguir todo en tiempo récord: al juez que efectuará la ceremonia, un hermoso salón dónde se celebrará la recepción y los trajes que Emilio y yo usaremos, los cuales hasta ahora no nos han permitido ver siendo según ellas una de las tradiciones.

Mi madre entra a mi habitación con una gran bolsa negra entre sus manos la cual deposita de manera suave sobre la cama junto a una caja del mismo color para después acercarse lentamente a la silla donde me encuentro sentado y ver fijamente a Fabricio quién está cómodamente sentados en uno de los sofás, ambos estábamos platicando amenamente en espera de que ella llegara pues Fabricio no podía comenzar con su trabajo sin supervisión de mi madre ya que ella es quién suele explicarle lo que va a hacer.

—¿No se supone que ya deberías de estar arreglado?— pregunta mirándome con enojo.

—Se supone... Pero no me has dado la ropa que me voy a poner y necesito estar ya cambiado para que Fabricio pueda arreglar mi cabello porque si me cambio después puedo echar a perder todo— respondo —Además no le dijiste como quieres que arregle mi cabello está vez—

—Bueno eso lo hacemos después, ahora necesito que por favor me dejes sola con mi hijo, Fabricio, para que pueda cambiarse—

—Oh claro, señora Elizabeth— dice levantándose y tomando solamente su teléfono —Ahorita nos vemos, Joaquín—

—Sí— respondo de manera simple.

Fabricio sale dejándome a solas con mi madre quién rápidamente se encarga de cerrar la puerta y asegurarla con llave para que nadie nos moleste, o al menos eso es lo que creo. Se acerca a la cama tomando nuevamente la bolsa negra entre sus manos y comenzando a bajar lentamente el cierre de la misma dejando ver el hermoso traje blanco que esta contenía en su interior, aunque el traje es realmente hermoso y perfecto hay algo que me hace dudar que sea para mí pues existe un pequeño detalle del cual no creo mi madre se haya olvidado.

—Ese no es mi traje, ¿Verdad?— pregunto pidiendo internamente estar en lo cierto.

—Lo es, este traje será el que utilizarás en la ceremonia y en la fiesta así que comienza a quitarte esa ropa que yo voy ayudarte a ponértelo—

—¿Estás bromeando?— pregunto incrédulo —El traje es realmente hermoso, pero a simple vista puedo decirte que no me queda—

Y ese es el pequeño detalle, digo, el traje me hubiera quedado perfecto si la boda hubiera sido cinco meses antes cuando no contaba con diecinueve semanas de embarazo encima, ni con mi vientre, el cuál tiene un tamaño un poco más pequeño que el tamaño que se considera promedio para los meses que tengo, lograría entrar en eses traje. Pese a que no he podido verlo bien puedo apostar que es de la misma talla que solía ser antes de embarazarme ocasionando que el bello traje sea una hermosa prenda la cual se me hace imposible utilizar en estos momentos.

—Eso ya lo sé, Joaquín— responde sacando ahora unos zapatos blancos de vestir de la caja —Por eso mismo voy ayudarte a ponértelo y debemos apurarnos porque la ceremonia empieza en dos horas—

—¿No me ves o qué?— pregunto —Por si no te has dado cuenta tengo tres kilos arriba de mi peso normal y un bebé de catorce centímetros dentro de mí, eso hace que el traje que tienes entre manos no me quedé, ya no tengo la maldita figura que solía tener hace meses—

—No te preocupes, yo haré que te quedé— asegura acercándose al que solía ser mi armario el cual aún conserva un par de prendas.

Mi madre abre un par de cajones buscando algo con demasiada insistencia. A manera de acto reflejo me alejo un par de pasos acariciando disimuladamente mi vientre sintiendo el miedo de mi omega al ver lo que mi madre sostiene con felicidad. Mi madre se acerca nuevamente a mí dejando el par de vendas y la faja sobre la cama.

—Quítate esa camisa— ordena tomando una de las vendas.

—¿Qué vas hacer?— pregunto con un poco de temor —Espero que esas vendas no vayas a usarlas para lo que estoy pensando—

—Justo para eso son— responde de lo más normal —Quítate la camisa y levanta los brazos, necesito saber si con estas es suficiente o tengo que pedir más—

Minutos después mi madre me mira sumamente molesta al ver que me niego a hacer lo que me pide, me toma bruscamente de los hombros obligándome a deshacerme de la camisa negra que llevaba, pese a que trato de impedirlo ella comienza a apretar las dos vendas de manera fuerte y dolorosa sobre mi vientre para después colocarme la faja pudiendo asegurar con ella que mi vientre no se notara. Me ayuda a colocarme la ropa ya que se me hace imposible poder agacharme y moverme de manera libre, una vez estoy listo suelto un suspiro tratando de no dejar escapar un gemido de dolor al momento de sentarme.

—Mamá no voy a soportar esto, por favor quítame las vendas... Me duele— suplico colocando mi mano sobre mi vientre oculto.

—Eso es para que nadie se entere de que se van a casar embarazados... Niurka me pidió encargarme de ocultar tu vientre y tu aroma así que también colócate este perfume— ordena dándome un frasco transparente.

—Mamá... Mi bebé puede salir muy lastimado... Debe haber otra forma—

—No la hay así que aguántate y no te estés quejando... Además el niño ni te importa así que ahórrate tu falsa preocupación por él— dice acercándose a la puerta —Voy avisarle a Fabricio que ya puede comenzar a arreglarte el cabello, pobre de ti si le dices algo... Si él te pregunta sólo le respondes que te sientes estupendamente bien, así, sin más explicaciones, ¿Entendiste?—

—Sí... Pero, ¿Y Emilio?— pregunto ya que estoy seguro de que Emilio no estará de acuerdo con esto.

—Niurka ya se encargó de él, así que ni se te ocurra decirle que te duele porque él cree que tenemos permiso del médico y que nada malo le pasará al bebé, hablando de eso, también abstente de hacer movimientos muy bruscos o de forzarte mucho, tampoco quiero que le pase algo al niño y mi plan se vaya al carajo— finaliza saliendo de la habitación para ir en busca de Fabricio.

Pese a que el dolor que siento en el vientre es leve y soportable tengo mucho miedo de que algo malo pueda pasar, por un lado está el bebé que se ha quedado quieto de repente y por el otro estoy yo, me cuesta mucho trabajo respirar debido a la presión que ejercen las vendas sobre mi vientre.

—Por favor se fuerte niño, trataré de ser cuidadoso pero también tú pon de tu parte— pido casi en un susurro ya que no sería mucho de mi agrado que alguien se enteré que hablo con el cachorro que crece dentro de mí —El doctor dijo que eras un niño sano y que no había ninguna complicación contigo así que por favor sigue así, aguanta esto que sólo será por un rato, lo prometo—

Finalizo levantándome despacio al ver entrar a Fabricio, él no me pregunta nada y sólo me pide sentarme en la silla para que pueda comenzar a peinarme, su actitud me hace sospechar que mi madre le dijo algo o al menos le pidió que no me preguntara nada. Cuando ya estoy completamente listo mi nana entra a la habitación dándome un ramo de rosas blancas y un beso en la frente para después tomarme del brazo y ayudarme a bajar lenta y cuidadosamente las escaleras, saliendo de la casa para subir a una limosina color blanca que me llevará al lugar donde será la boda.

Al lugar donde Emilio y yo cumpliremos nuestra condena.

ResponsabilidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora