11. Curiosidad

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«¿Alucinaciones? ¿O sea eran falsos?»

—¿Alucinaciones? ¿De qué hablas?

—Sí, alucinaciones. Electra ya lo comprobó.

—¿Cómo que ya lo comprobó?—preguntó Rocío.

Electra comenzó a explicarle a Rocío porque todo lo que vimos eran alucinaciones. Habló de conexiones neuronales, o algo así. No recuerdo exactamente qué es lo que dijo. Pero al parecer, estaba muy ligado a la desaparición de todos.

—Pero es que... No lo entiendo... Lo tuve frente mío... Intentó matarme... ¿Cierto Amanda? ¿Terencio?

—Entonces...—dije—¿Quiere decir que no hay peligros reales ahí fuera?

—Fuera de los animales salvajes, no hay monstruos ni nada de eso.

«Lo que vimos con Terencio no era real... Esa persecución en auto fue innecesaria...»

Sin embargo, la conversación se detuvo cuando nos enteramos que la comida ya estaba lista. Comimos tallarines. Por primera vez, después de mucho tiempo iba a participar con ganas en una conversación, pero no lo hice, pues estuve pendiente todo el rato de Terencio. Lucía tan... distinto.

«Él no es Terencio...»

Cuando terminamos, nos fuimos a dormir. Como la mansión era inmensa, cada uno podía tener su habitación. Estas eran bastante básicas: tenían una cama, una tele, una lámpara, entre otros objetos. La mía se encontraba en el segundo piso. Llevé mis cosas y comencé a ordenarlas, cuando...

Terencio entró a mi cuarto.

—Amanda... Necesito hablar.

Mi corazón empezó a latir.

«Terencio... ¿qué te ocurre?»

—Claro.

—Amanda, ¿deberíamos ir a Litlaz?

—Pues... no lo sé.

Terencio se sentó en mi cama.

—Amanda... sé que sabíamos que podía pasar esto... que no hubiese ningún predipoxio en Litlaz... pero... aun así... siento que fallé.—dijo, mirando el piso.

Yo no sabía que responder.

—Terencio, claro que no. Hicimos... lo que pudimos.

—Pero... ¿y mi familia? ¿Mis amigos? ¿Volveré a ver a mis padres de nuevo?

En ese momento, recordé esa sensación... Esa sensación de extrañar a alguien... Esa sensación... de que hay alguien importante en tu vida...

«Me duele... Me duele verte así.»

Sentí como mi cuerpo se debilitó.

—Terencio... estoy segura... de que encontraremos... otra forma de traerlos de vuelta. Estoy totalmente segura... Yo te ayudaré...

Terencio se paró de la cama y me abrazó.

—Gracias Amanda. Sé que puedo confiar en ti.

«Gracias a ti... Por devolverme la esperanza...»

Terencio respiró hondo y me miró a los ojos.

—Bien Amanda, entonces... ¿por ahora nos quedaremos en Viento?

—Yo... creo que sí.

—Está bien. Sí, tienes razón... encontraremos otra forma de traerlos de vuelta. O, tal vez, puede que nos encontremos un predipoxio en otro pueblo.

—Sí, puede ser.

—Bien, entonces... ¡Nos vemos mañana, Amanda!—dijo, con una gran sonrisa.

«Este es el Terencio que conozco.»

Había sido un largo día, así que me acosté a dormir inmediatamente.

Al día siguiente, Paula me vino a despertar.

—Oye niña, tienes que levantarte. Tienes que desayunar.—dijo.

Maldita sea, era tan desagradablemente tierna.

Baje a desayunar. Estaban todos comiendo. Terencio estaba conversando feliz, como siempre. Me senté al lado de él y Paula. Yo no hablé con nadie. En su lugar, me puse a escuchar lo que todos decían. Luego, Charles se dirigió a mí.

—¡Amanda! ¡Necesitamos de tu ayuda!

—¿Sí?

—¿Puedes ir a robar comida a un supermercado? Nos está faltando. Paula y Cariel irán.

Acepté. Me terminé el desayuno y partí inmediatamente. Me encantaba la idea de ir con Paula, pero con Cariel...

Nos pusimos a caminar. El supermercado quedaba bastante cerca. Nos pusimos a saquear comida.

—O... Oye—dijo Cariel. No quería hablar con él, así que hice como que no lo escuché. Por otro lado, tenía muchas ganas de conversar con Paula.

—Oye Paula, ¿cómo conociste a tus amigos?

—No sé. Electra me encontró.

—Ah, ya veo.

—Oye niña, ¿por qué tienes chasquilla?

—Es parte de mi estilo, ¿te gusta?

—Sí.

«Maldita sea, es tan adorable.»

—He... Hey...—dijo Cariel. Esta vez, no podía ignorarlo.

—¿Sí?

—Te... Tengo... qu... que... ha... hablar... co... con... contigo....—dijo, con mucho esfuerzo. Su tartamudez era grave.

—Mmmm, ¿qué sucede?

—Pe... pero... Pa... Paula... no... no... pue... puede... es... escu... escucharnos... Qui... quier... quiero... ha... hablarte... en privado.—susurró.

«¿Qué quiere hablarme en privado? ¿Qué querrá este hombre?»

—¿Está... bien?

—Po... por... favor... En... el... baño... del... pri... primer... piso... cu... cuan... cuando lleguemos. Que... que... na... nadie... te... te vea.

Asentí, algo nerviosa. ¿Qué quería este tipo?

Dirigí nuevamente mi atención en Paula para hablar de tonteras. Terminamos de sacar lo que pudimos. Volvimos a la mansión y dejamos las cosas en la mesa de la cocina.

—¡Perfecto! ¡Son geniales!—agradeció Charles.

Cuando estaba a punto de subir al segundo piso hacia mi habitación, vi... el baño. Me daba miedo volver a hablar con Cariel, pero me daba mucha curiosidad saber que quería decirme.

Subí a mi cuarto. Revisé las armas que tenía. La favorita de papá era demasiado grande para llevarla escondida. Tomé una pistola pequeña y me la guardé en el bolsillo del pantalón, procurando que no se viese. Baje y me encontré frente a la puerta del baño, nuevamente. Respiré hondo...

Y entré.

Ahí estaba él. Justo estaba tomando agua. Cuando me vio se notó aún más tenso de lo usual. Yo también sentí como mi cuerpo se tensaba al verlo.

—Vi... vi... viniste.

—Sí, ¿qué querías decirme?

—Ti... tie... tienes... que... ti...

—¿Tengo... qué?

—Huir...

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