Olvidada

1. 18 de abril

Dormí más de lo usual. Era un sábado bastante nublado; perfecto para quedarse en casa viendo series de televisión. Iba a prepararme el desayuno, aunque algo muy extraño interrumpió mi plan: el piso de la cocina estaba cubierto de pedazos de vidrio. Se había caído un vaso.

Fui al cuarto de mis padres para informar lo que había ocurrido, pero... estaba vacío. La ventana y la puerta del baño estaban abiertas, la cama se encontraba sin hacer y sus celulares descansaban en sus veladores.

«¿Pero qué...? ¿Dónde están?».

Busqué por cada rincón de la casa para poder toparme con ellos, pero no habían dejado ningún rastro. Lo más raro de esto es que mi papá siempre deja una nota en mi puerta cuando tiene que salir por la mañana en caso de emergencia.

Me rendí y asumí que fueron a cumplir algún compromiso pendiente y no me habían contado, así que, por el momento, deje de darle importancia. Me dirigí nuevamente a la cocina, evitando pisar los trozos de vidrio esparcidos y me prepare un pan. No tenía ganas de limpiar el desastre de ahí, así que iba a esperar a que uno de mis padres lo hiciese.

Estaba con toda la disposición de estar desplomada en el sofá, mientras tomaba desayuno y veía alguna tontera en la televisión. Apreté el botón de encendido en el control, pero algo no andaba bien: la pantalla estaba en negro, no mostraba el programa correspondiente. Cambié de canal y el problema persistía. Lo hice varias veces hasta que uno mostró una película. Continué cambiando: negro, negro, negro, negro, película, negro, negro, programa, negro, negro. Creo que menos de un cuarto de los canales tenían programación. Revisé los cables para determinar si todo se encontraba en orden, pero no había ningún problema.

Aunque todavía tenía el deseo de perder el tiempo mirando televisión, una parte de mí empezó a sentir escalofríos: vidrios rotos, padres desaparecidos, televisión sin funcionar; todas eran coincidencias demasiado extrañas que ocurrían en el famoso 18 de abril, el supuesto día del cambio. Y si... ¿esos eventos y este día tenían alguna relación?

«No, imposible.».

Pero la duda seguía ahí. Nada había cambiado. O tal vez sí. Saqué mi celular, fui a internet y revisé las noticias más recientes: "¿Qué sucederá el 18 de abril? Williams analiza", "La historia detrás del 18 de abril", "Individuo afirma ser parte de los predipoxio. No creerás lo que dijo...". Todas eran noticias que hablaban del 18 de abril. Pese a ser las más nuevas, ninguna era de hoy día. Eran todas de ayer. Decidí revisar otra página de noticias, pero... Lo mismo. Revisé en varias partes de internet y todas las noticias se habían paralizado en el 17 de abril. Todo parecía una macabra coincidencia.

¿Dónde estaban mis padres? ¿Por qué había un vaso roto? ¿Qué estaba pasando con la televisión y las noticias? ¿18 de abril? Deje el celular por ahí, saqué un cigarro y salí al patio. Necesitaba relajarme un rato, procesar la información y pensar bien. Afortunadamente, todas esas preguntas se esfumaron cuando comencé a exhalar el humo.

Hubo unos minutos de calma. Sin embargo...

Una explosión.

Una tremenda explosión se asomó en una de las casas cercanas al vecindario. Se me cayó el cigarro del susto. Me encerré en mi hogar y subí al segundo piso para asomarme y obtener una mejor vista de la situación. La casa había quedado totalmente destruida. Los escombros estaban desparramados por doquier. Lo poco que quedaba de ella estaba rodeado en llamas.

Me paralicé del susto por varios minutos y cuando recupere la consciencia, se me ocurrió ir ahí a investigar. Algo andaba mal y, tal vez, todo lo que estaba pasando en mi casa tenía relación con aquella explosión. Me puse un buzo, los lentes, llevé mi celular y saqué la bicicleta de mi papá.

Comencé a pedalear hasta la casa destruida. Bajo un techo de grandes nubes, anduve un par de minutos y me percaté de algo inusual: ningún vecino merodeaba por los alrededores. ¿Por qué no había nadie, si eran las 13:12? Al menos, se escuchaba el ladrido de los perros.

Llegué a la zona del incendio con la intención de resolver dudas, pero, ocurrió todo lo contrario.

No había nadie. Absolutamente nadie se encontraba alrededor de las llamas. ¿Dónde estaban todos? ¿En serio la gente podía ser tan despreciable, como para no ayudar a su vecino? No, las personas no llegan a ese extremo. Aunque no solucionaba lo extraña que era la situación.

Se me ocurrió, que como no había nadie, entonces aún no se había llamado a bomberos. Marqué su número, para así pedir su ayuda. Pero...

Nadie contestó.

Nuevamente me paralicé. Los bomberos siempre están disponibles. Entonces... ¿Qué ocurría?

Cuando recobré la consciencia en mí, enloquecí llamando a un montón de números: policía, ambulancia, tía Paula, Polet, amiga de mi mamá, sujeto que no recordaba. No oí la voz de ninguno de ellos.

Parecía que todos se habían largado.

—¡HOLA!— grité. Esperaba que alguien me respondiese.

Recibí la respuesta de unos pájaros y unos perros, pero fuera de eso, silencio absoluto.

Me senté en la vereda mientras observaba las llamas consumir la vivienda.

«¿Qué está ocurriendo? ¿Dónde están todos? Esto no tiene sentido... vi un montón de personas ayer... ¿Será real eso del 18 de abril? Pero, entonces, cómo... Es que no, en serio, ¿cuál podría ser la explicación lógica de que no haya nadie? ¿Y si todos se fueron? ¿Qué voy a hacer? Ay...».

Mis pensamientos continuaban y no tenían ni el más mínimo interés en irse. Decidí regresar a casa para fumar un cigarro y analizar todo lo que ocurría. Agarré la bicicleta y partí.

Cuando llegué, saqué un cigarro y me asomé por la ventana del segundo piso, observando nuevamente la casa quemándose. Me calmé. En ese estado de paz, se me ocurrió un plan, un poco macabro en mi opinión, para efectuarlo en seguida.

Tomé mi mochila, metí un par de cosas, entre ellas la favorita de mi papá, y empecé a pedalear rumbo al centro de la ciudad. La mayoría de la población se concentraba ahí, o al menos, debería.

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