Capítulo 37: Return.

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Observaba como la pelotita roja volaba unos segundos en el aire, rosaba el techo y de nuevo volvía a su mano derecha. Una y otra vez, mientras el resto de su cuerpo reposaba en la cama. Sin razón alguna.

Seungcheol estaba aburrido. 

Demasiado.

Eran aproximadamente las cinco de la tarde, su jornada escolar había terminado y, (por lo que sabía) no tenía ningún deber estudiantil. Por otro lado, su jefe le había mandado un mensaje donde le avisaba que ni pensara llegar al local, pues se tomaría el día libre y hoy no se abriría.

Así que no tenía nada por hacer. 

La espalda le dolía, gracias a su fechoría de pasar tanto tiempo reposando en la cama sumado a los resortes del colchón que eran todo lo contrario a comodidad.

De la nada algo vino a su mente. De nuevo. Cinco cortos minutos habían pasado de haber mantenido la mente despejada hasta que volvió.

La pelota golpeó su rostro, justo en las líneas de arrugas entre cejas, pues distraídamente la había lanzado mal. Escuchó el rebote de la misma en el suelo junto con pequeños más. 

Estiró sus extremidades de tal forma que quedó como una “estrella” ocupando toda la cama.

Recordaba todo a pesar de haber pasado ya un par de días. Cada movimiento. Cada palabra. Cada gesto. 

Cada oración escupida con tal furia y necedad, como si Jisoo las hubiera escondido y guardado en lo más profundo de su ser, palabras, sentimientos y verdades acumuladas desde hace tiempo que sólo necesitaban un pequeño toque, un giro a la llave, una pequeña llamita para poder sacarlo todo a luz. Su expresión serena y segura. Sus ojos como nunca antes los había visto, desafiantes. Debía admitir que le sacó una gran sorpresa, le impactó demasiado. Y, ya estando al borde de la sinceridad, le había causado cualquier cosa cercana a un miedo. Pero era un rostro que llevaba tiempo quería ver, aunque nunca lo hubiese admitido así mismo. Un Jisoo diferente al que se limitaba ser. Alguien detrás de ése niño bien.  

Pero no de ésa manera. No por la causa. 

Porque él había sido la causa. Haciéndolo tocar fondo y dejándolo ahí. 

Levantó un poco el mentón. Observó la bufanda ya limpia y doblada que había dejado en una silla. La bufanda de Jisoo. La misma que éste estrelló contra su nuca, importándole poco que estuviera húmeda y empapada de lodo.

Acomodó su cabeza en un brazo mientras se recostaba de lado sin dejar de ver la prenda.

No era la primera vez. 

Recordó tiempo atrás. Primeras semanas de clase, primeras veces de interacción con él. Éste recuerdo tenía que ver con el de igual forma dándole la espalda y un Hong Jisoo atacándole por detrás. Recuerdos con pelea y pintura.

Se paró del ocio de las sábanas y rebuscó en su cajonera.

Ahí estaba.

Sostenía una camisa negra, de los más sucia posible. En letras grandes y casi ilegiblemente con pintura amarilla se leía “tonto”.

Sonrió.

No podía creer que su primera pelea había sido tan irrelevante. 

Siempre tan impulsivo y nada controlador a su cólera. 

Ésas eran razones suficientes para comenzar una pelea. Siempre siendo la causa.

¿Cómo resultó así?

Ahora regresaría a aquellos días donde no existía un Hong Jisoo.

A días ahora un tanto diferentes, pero a la normalidad.

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