Chapter XI

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Según lo que me dijo Mary estuve inconsciente por varias horas, supongo que el desgaste de energía fue demasiado para mi cuerpo. No sé si algún día pueda llegar a ser capaz de acostumbrarme a este poder, aunque para proteger a Mary tengo que hacerlo, así que debo de entrenar y fortalecer mi cuerpo. Eso es lo que hacen los héroes en las historias, ¿no? Aunque yo no soy un héroe, la protegeré.
Por cierto, olvidé de preguntarle qué le dijo a mi padre, ya que no creo que me haya dejado dormir por tanto tiempo sin pensar en que me sucedió algo. ¿Habrá escuchado algo del enfrentamiento de anoche?
- Mary, ¿Mi papá preguntó por mí?
- Sí, pero le dije que no se preocupe, que estabas cansado porque dimos un paseo nocturno. -me dijo sonriendo.
- ¿En serio te creyó eso?, de verdad que es bastante confiado mi padre. -dije suspirando.
- Pero eso es mejor, ¿verdad? - dijo con un tono algo dudoso como si no entendiera.
-Sí, sí, tienes razón. - decidí no darle más vueltas.
- Por cierto Mary, ¿qué hora es? Me muero de hambre. - dije riéndome.
- Uhmm, a juzgar por el sol deben de ser casi las 5. - dijo mientras se acercaba a la ventana.
- ¡¿Qué?! ¿Tan tarde es? - dije totalmente sorprendido.
- Sí, dormiste bastante. - respondió sonriendo.
- Vaya, debí estar bastante cansado. ¿Ya comiste?
- Bueno, desayuné con tu padre temprano en la mañana.
- Ya es tarde, ¿no había comida? De seguro mi papá no te dejó nada.
- Dijo que tenía que irse y que podía prepararme lo que quisiera, solo que...
- ¿Solo que...? - repetí mientras la observaba. Sus mejillas se le estaban poniendo un poco rojas
- No sé cocinar... - dijo en voz baja, casi inaudible.
- ¿Cómo?, no te escuché bien. - dije haciendo un gesto.
- Que no sé cocinar... - repitió un poco más alto.
- ¿Que no sabes qué? - repetí de nuevo.
- ¡Que no sé cocinar! - exclamó pero esta vez con las mejillas totalmente rojas, como si le avergonzara decir eso.
Realmente se veía bastante linda la expresión que tenía, hizo que me emocionara de tan solo verla, pero no, debo comportarme, espero que no haya notado que me gustó verla así.
- N-no, no te preocupes, no es la gran cosa, además no es que todas las personas deban saber como hacerlo, ¿sabes? - dije tratando de ocultar mi expresión.
- Ya lo sé, es solo que la gran mayoría de personas saben como hacer todo tipo de actividades y yo no, en el palacio no tenía que... - estaba diciendo ella cuando se calló.
Es cierto, ella era una princesa, la princesa de Akaris... A decir verdad, es un poco sorprendente, ya que no esperaba que la chica a la que ayudé fuera una princesa, sin embargo...
- Debes de odiarme ahora que sabes eso, ¿no? No te culparía, es decir, te mentí, solo soy una chica de la realeza que utiliza y se aprovecha de los demás para su propio beneficio... - estaba diciendo Mary bastante triste cuando la interrumpí.
- ¿Qué? Por supuesto que no, ¿por qué lo haría? - le dije.
- Porque te mentí y aunque no planeaba hacerlo, tú me ayudaste, luego me ofreciste donde quedarme y no sabía que hacer... fuiste tan amable conmigo, pero luego resultó todo mal cuando Yokes te atacó por mi culpa, yo no sabía que hacer... lo siento, Red. - me dijo Mary llorando.
En serio odio verla así, le hice sentir mal y ahora cree que la odio por algo que no es su culpa. Pero...
- No creo que sea tu culpa, Mary. Ya te lo dije, ¿no? Somos amigos y eso es lo que hacen, se apoyan y sé que crees que me mentiste, pero yo decidí ayudarte y seas lo que seas eso no cambia nada para mí, Mary es Mary, no Mary la princesa del reino de Akaris, para mí Mary es una chica amable, fuerte y que se mantiene firme a pesar de las adversidades. Si tú no me dijiste nada de que eras una princesa, es porque sabías lo que sucedería, probablemente has tenido problemas por mencionarlo a personas equivocadas, pero yo siempre voy a estar contigo y solucionaremos esto juntos, ¿sí?
Así que ya no pienses en esos pequeños detalles, ¿está bien? - le dije sonriéndole.
No sé si logre calmarla un poco, espero que ayude en algo, no me gusta verla así de triste.
- ¿De verdad no me odias, Red? - me dijo mirándome fijamente aún con los ojos llorosos.
Me acerqué a ella y la abracé y le dije...
- ¿Cómo podría hacerlo? - le sonreí.
Ella seguía observándome fijamente mientras la abrazaba. Luego bajó la mirada y sentí que me apretó más fuerte y lloró aún más, ¿le habré hecho sentir peor? Estaba asustado cuando le escuché decir en voz baja:
- Gracias... - susurró con su voz aun llorosa.
Que bueno, creo que pude tranquilizarla un poco. Seguíamos así hasta que una voz de una persona adulta dijo:
- Bueno, los dejo solos un momento y miren que ya andan abrazados los tortolitos, jajaja. - exclamó mi padre riéndose.
- N-no, no es lo que crees. - dije sonrojado.
- E-es cierto señor Thammer, n-no es lo que parece.
Rayos, solo la abracé por impulso y no me di cuenta de lo que hacía, ahhhh, me puse bastante nervioso, si tan solo mi papá no hubiera regresado, aunque es bueno supongo, ayudará a que Mary no piense en aquello.
- Mary, ya te dije que puedes llamarme papá, no, mas bien, debes de decirme papá, jajaja.
- ¡Papá ya no nos molestes! - le grité molesto y nervioso al mismo tiempo.
- Señor Thammer en serio no estábamos... - estaba diciendo Mary cuando fue interrumpida.
- Papá, Mary, papá. - dijo riéndose mi padre.
- Está bien, papá Thammer. - dijo Mary rindiéndose.
- ¡¿En serio cederás?! - le pregunté.
- Pero es que él me dijo que le llame así. - replicó Mary.
- ¿Lo harás? Jajaja muy bien, parece que por fin la descendencia está asegurada y yo que pensaba que nunca tendría nietos gracias a este chico. - dijo riéndose.
- Oye eso me ofende - le respondí cuando de repente escuchamos el estómago de alguien gruñir.
- Lo siento, fui yo... - dijo apenada Mary con las mejillas rojas.
Mi padre y yo nos reímos y el dijo:
- No te preocupes Mary, mi hijo nos preparará algo delicioso, ¿verdad? - dijo mientras me miraba.
- Si quieres comer, ve y hazlo tu mismo.
- Pero Mary también tiene hambre, ¿sabes? - dijo mientras la miraba.
Mary me miró también con una mirada de cachorrito hambriento, supongo que no tengo opción.
- Está bien, lo haré.
-Yay - dijo Mary riéndose.
- Que buen hijo eres. - dijo sarcásticamente mi padre.
- No lo hago por ti, sino por Mary. - dije lanzándole una mirada molesta.
- ¿Así que sí lo harás por tu querida amiga Mary? Jajaja. - preguntó riéndose.
- ¡Cállate viejo molestoso! - respondí tratando de disimular el nerviosismo.
- Yo te ayudaré, aunque no sé muy bien, ¿me enseñarás, Red? - dijo Mary.
- ¡Por supuesto! - le respondí alegre.

A Través De Mis MiedosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora